Hay dorsales que son una época. Son solo números pero convocan recuerdos feroces: un ídolo, un cromo, un equipo mítico, un pedazo de infancia. Muchos niños entendieron el Barça a partir de Iniesta y Xavi, y una nueva generación, lo está haciendo con Pedri y Gavi, herederos del 8 y el 6, gigantes en cuerpos pequeños. El de Los Palacios estrenó el número de Andrés con Xavi en el banquillo en el Benito Villamarín. Una imagen que explica el momento del club: el Barça se ha rejuvenecido para escribir su futuro, pero aún mira su pasado con nostalgia.

Los dos fueron protagonistas de un Barça con cuatro centrocampistas, dominador, valiente, que enfocó bien el encuentro y se comportó como lo que es: el líder de LaLiga. El director de orquestra fue Pedri, un jugador que aclara el juego. Luz en la oscuridad. "Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay”, decía Cruyff. No hay mejor definición para el tinerfeño.

Pedri, en un Barça valiente

Suyas fueron algunas de las mejores ocasiones de la primera mitad. Dos lujos sin contundencia. En la primera jugada dejó sentados a dos centrales pero se acabó llenando de balón. En la segunda, se encontró con el pie de un Rui Silva providencial.

También le faltó luz en su remate a Gavi, que se encontró con Pezzella. En general, fue un Barça prometedor, blindado por una defensa que tiene en los Araujo, Koundé y Christensen una ventaja competitiva. El francés estuvo providencial lanzándose al suelo para desbaratar un disparo de Canales, que se había quedado solo en el área. En la emergencia el ex del Sevilla se hace enorme.

En ataque también respondió Raphinha, al que anularon un gol por fuera de juego. El brasileño, jugando en la banda derecha del lesionado Dembélé, estuvo agresivo y fue un fastidio para la defensa bética. No fue tan afilado como el francés, pero tomó buenas decisiones y entendió su papel en el partido.

Una marcha más

El Barça ahogó al Betis en el arranque de la segunda mitad. El equipo entendió que había que ser agresivo y se activó para adelantarse en el marcador. De nuevo Pedri silenció el Villamarín con una croqueta delicada (esa que tantas veces copió Iniesta de Laudrup) y luego dio un pase milimétrico a Raphinha.

El brasileño volvería a ser protagonista minutos más tarde, esta vez para marcar un gol que sí subió el marcador. Su quinto con la camiseta del Barça cuando más lo necesitaba. Raphinha aprovechó una jugada eléctrica de Balde, que le puso un gran balón. De Jong fue el impulsor de la jugada, viendo como Balde picaba al espacio, y el extremo cerró la jugada.

Lo necesitaba el Barça que estuvo rondando el gol hasta ese momento. Pero el tanto despertó a un Villamarín encendido, desquiciado por momentos con las tarjetas, alentando a los suyos y apretando al Barça. No es nada nuevo: cuando abren el marcador los blaugrana entran en una fase de descomprensión. Un peligro, como se vio ante el Betis, que a punto estuvo de lograr la igualada en un desbarajuste defensivo del equipo.

Con el equipo destemplado, el Barça volvió a recurrir a Pedri. A partir de las intenciones del tinerfeño, recuperó el Barça su ritmo. Poco a poco, rebajando las pulsaciones del Betis, el Barça encontró el camino y el segundo gol. Marcó Lewandowski, tras un cabezazo de Araujo a la salida de un córner. El balón le quedó muerto al polaco que no perdonó y puso el 0-2. El marcador invitaba a un final cómodo en el Villamarín, pero un autogol de Koundé tensó al Barça.

Apretó el Betis y aguantó el líder. El Barça de unos jóvenes que siguen creciendo en cada partido. Dos de ellos, Pedri y Gavi, firmaron una actuación emocionante con el 8 y el 6 en la espalda. El Barça cierra la primera vuelta con 50 puntos y se va a dormir a ocho del Madrid.