El Atlético es un edificio en llamas sin plan de emergencia. En vez de apagar el fuego, los responsables de la extinción se preocupan por cómo reconstruirán el inmueble, aunque para ese momento puede que solo queden los cimientos. Los de Simeone avanzaron a cuartos tras superar al Levante con un gol de Morata y otro de Llorente en un día de mercadeo, donde parecía importar más la incorporación de Memphis Depay que seguir con vida en la única competición de un año "entre regular y malo". Definición de un Cholo que parece un administrador concursal. Como si lo que sucede este curso fuera una responsabilidad delegada por la mala gestión en la dirección deportiva.

Un entrenador que juega en participio como si estuviera en un largo adiós. El equipo rojiblanco es reconocible en su insipidez y el Levante se lo hizo saber al principio de una eliminatoria a partido único. De las que no esperan a que Rodrigo De Paul se recupere de la resaca de la tercera estrella con Argentina. El campeón mundial volvió a ser un caballero errante que inventa pases sin ningún destinatario. Su versión habitual en el Atlético. Los 'granotas' Pepelu y Pablo Martínez fueron mejores y más precisos que la pareja que formaron el albiceleste y Kondogbia, superado desde el principio.

Gol anulado al Levante

El Atlético ha dibujado un símbolo del caos en sus esquemas. Los jugadores se mueven en todas direcciones sin orden ni concierto. Griezmann se descolgó durante la primera parte hasta el filo de lo imposible, intentando empastar líneas muy superadas. Se ha teñido el pelo de rosa para convertirse en una especie de super saiyán que no puede iniciar la jugada y rematarla. El Levante no necesitó mucho más que ser fiel a sí mismo para ser peligroso.

El equipo de Javi Calleja es de esos 'dobles agentes' de Segunda. Capaces de armar un núcleo más competitivo en la categoría de plata que el que naufragó el curso pasado. Llegaba al partido frente el Atlético con una racha de 17 partidos invictos. Un impulso de confianza que le hizo disfrutar de las mejores ocasiones del acto inicial con Bouldini como referencia ofensiva (acusó el desgaste en la segunda mitad).

El atacante protagonizó una jugada que terminó en un gol anulado de los locales. Figueroa Vázquez decretó falta del marroquí en un salto con un Oblak blando. El balón quedó rechazado y anotó Álex Muñoz. Tras un momento de confusión, el juego siguió conservando un empate sin goles donde el Levante se merecía más en un feudo que históricamente se le ha dado mal a los 'colchoneros'.

Así lo confirmó una volea de Pablo Martínez que se fue alta, pero que expresaba la seguridad de un equipo para el que la Copa está siendo un ejercicio de diversión que ayuda a llevar mejor el campeonato regular. Justo al revés que el Atlético, que se fue al descanso con la sensación de ser peor y con la presión de enmendar la papeleta en una competición que les carga de más presión.

Morata desatasca el partido

Movió ficha en el descanso Simeone. Sacrificó al canterano Pablo Barrios, sin el que el Atlético no habría estado en octavos de la Copa. En su lugar dio entrada a Correa. De repente, el cortocircuito visitante se deshizo y los cables se alinearon para un chispazo que fue decisivo. El recién incorporado quebró a Pablo Martínez, la sirvió para Llorente, que, con un centro raso, la puso en la mesa de un Morata que no perdonó en el segundo palo. Séptimo tanto de la temporada para el máximo artillero de una escuadra carente de pólvora que espera compensar en Depay. Un oxímoron de goleador sin demasiado gol.

El Atlético se quitó un peso de encima que alivió ciertas imprecisiones, con De Paul más afinado y compactando espacios atrás. Sin embargo, el Levante nunca se dio por vencido, porque notó la vulnerabilidad del contrincante. A falta de 20 minutos para el final, Álex Muñoz recibió un codazo de Kondogbia, que vivió todo el partido a destiempo. Figueroa Vázquez no apreció la infracción y el VAR, donde González González sustituyó al sancionado Iglesias Villanueva, permaneció en silencio, a diferencia de un estadio que no se creía la eliminación.

Llorente, incansable durante todo el partido, disolvió la inquietud en el descuento aprovechando un buen pase de Molina en una jugada originada por el 'factor Correa', que decantó la clasificación para cuartos del Atlético. Aun con la cabeza agachada, avanza en el único torneo que le queda mientras reflexiona sobre su existencia.