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UN PLAN QUE SALIÓ REDONDO

"Juguemos con personalidad": las consignas de Xavi para el clásico de la Supercopa

El técnico pidió a sus hombres que jugaran sin complejos con el balón y que no descuidaran las vigilancias defensivas sin él

0b33d638 552c 4aee Busquets levanta, con la Supercopa de España, su primer trofeo como capitán. Reuters

Sergio Busquets levantó su primer trofeo como capitán del Barça. Una sensación desconocida para el mediocentro pese a que ya había conquistado 30 anteriormente. A los 35 años se ha convertido en el referente de la nueva generación, escuchando de su entrenador la misma frase de siempre para batir al Madrid.

"Juguemos con personalidad", repitió Xavi, pese a la sensación de inferioridad anímica instalada en el vestuario barcelonista, entre las miserias propias y los éxitos del rival. Al Madrid no hay que tenerle miedo en el campo, aprendió Xavi en su día, igual que ha aprendido Busquets. Al Madrid hay que jugarle con el balón en los pies.

Xavi Hernández da órdenes durante la final ante el Madrid. EFE

No hubo grandes consignas ni nuevas instrucciones en Riad para la preparación del enésimo clásico, el 45 que disputaba el capitán. Se trataba de mantener la máxima atención en todas las fases del juego.

El plan consistía en dos bases fundamentales: jugar sin complejos en largas posesiones y cuidar las vigilancias defensivas. Más o menos, la idea básica que ha adoptado el Barça a partir de su estilo, expresado en su mayor y mejor versión. Versión de un estilo, tildado despectivamente de tikitaka, que pudo ser contemplada por una audiencia millonaria en 151 países. Estados Unidos, en abierto, era uno de ellos.

Cuidar las vigilancias defensivas

Enseñó el Barça su característico fluido trato con el balón. Y enseñó, también, que la capacidad ofensiva no tiene por qué estar reñida con la solvencia defensiva. El Madrid de Ancelotti se asemeja al Madrid de Mourinho, en que espera al Barça para sorprenderle al contragolpe conectando con sus dos puntas: antes Cristiano y Benzema, ahora Vinicius y Benzema. "Sobre todo, las vigilancias defensivas", insistió Xavi para que los defensas estuvieran pendientes de los dos atacantes blancos. Siempre. También cuando el balón era del Barça.

Koundé, derribado, reclama una falta. EFE

Nunca se podía perder el tres contra dos atrás: Araujo pendiente de Vinicius y Koundé y Christensen vigilando a Benzema. Más allá quedaba el duelo entre Balde y Valverde. Tres de los defensas del Barça están entre los seis más veloces de la plantilla. Araujo siempre recibió apoyo de sus compañeros para que Vinicius no le encarara solo: o se acercaba Koundé o bajaba Dembélé, más disciplinado que nunca. No solo por retroceder solidariamente, sino porque no cometió pérdidas temerarias de balón, con esos pases horizontales que, si son interceptados, alumbran el contragolpe del rival.

Los tres defensas tenían prohibido huir de su zona. Y si salían debían evitar el contragolpe de cualquier manera. También con faltas tácticas. Christensen vio una tarjeta por un placaje en el centro del campo a Rodrygo. Fue amonestado en el Metropolitano por idéntico motivo. La de Mallorca también fue alevosa. Pero interrumpió el juego. Christensen y Araujo estaban lesionados en la victoria del Madrid del Bernabéu (3-1). Una diferencia fundamental para que, con su presencia, el resultado se transformara a la inversa. Ni en Madrid ni en Riad, en la semifinal del año pasado, se cometieron faltas tácticas que frenaran los contragolpes blancos.

Christensen agarra a Rodrygo, lo que supuso una tarjeta amarilla. EFE

Ser más en el centro del campo

El Barça defendió de forma muy compacta, con las líneas muy juntas y muy alejado de Ter Stegen. Era un 4-2-3-1 (De Jong se juntaba con Busquets en el centro, con Dembélé, Pedri y Gavi por delante) que se convertía en un 3-4-3 en ataque, en el que se adelantaba Balde. De una manera u otra, el Barça tendría más jugadores en el centro del campo, una de las obsesiones de Xavi. De ahí el uso del cuarto centrocampista como teórico extremo.

Pedri conduce el balón ante Camavinga. EFE

Ante el Atlético fue Pedri. Ante el Madrid, Gavi. Pedri no ejerció de interior izquierdo, sino que tenía como misión situarse a la espalda de los medios blancos (Modric, Camavinga y Kroos) y por delante de los defensas. Estaba a la vista de todos, pero nadie se encargó de su vigilancia. Se movió a su antojo y siempre ofreció una salida para Busquets y De Jong, también para los exteriores de cada banda.

El rigor del Madrid en los seguimientos fue decayendo con los minutos, a medida que veía inútiles sus esfuerzos en la presión. El Barça, por el contrario, se creció a partir del beneficio que obtuvo de sus robos en la parcela blanca. Busquets venció a Camavinga en el 0-1 y Gavi se impuso a Militao en el duelo del 0-3, cuando Ceballos cometió la imprudencia de ese pase horizontal que no dio Dembélé. Gavi estaba en el sitio justo: cerrando por dentro cuando el balón estaba en la banda contraria a la suya.

Circulaciones altas y largas

Hubo una mayor disciplina azulgrana respecto a los blancos, con Camavinga aún aprendiendo y Modric y Kroos que han agotado ya la humildad de correr detrás del balón. El Madrid gana por la calidad de sus futbolistas en la definición, no por la sofisticación de su modelo de juego. Hubo una mayor preparación específica del duelo en el vestuario del Barça. El uso del cuarto centrocampista no era nuevo. Había sido utilizado el domingo anterior.

Los jugadores del Madrid, con Ancelotti, asisten a la coronación del Barça en Riad. EFE

Esa fórmula también la emplea el Madrid. En la figura de Fede Valverde. El uruguayo no se asocia en el juego, sino que es un trabajador de recorrido que se encuentra más cómodo atacando espacios que combinando pases.

Pero cambió la identidad de ese futbolista. Pedri, extremo, en el Metropolitano, pasó a ser interior y Gavi viajó a la banda. Por un razón. Pedri es más paciente y pulcro en la combinación del balón. "Gavi es más de fogonazos", cuentan los técnicos. El juego se acelera con el sevillano. Una virtud perfecta para salir disparado hacia la portería a partir de cada robo.

"Contactar con Robert"

Corrió mucho el Madrid persiguiendo el rondo que organizó el Barça en Riad. Corriendo y corriendo se desordenó y se cansó. La pretensión de los azulgranas. Y el de los fogonazos les endosó un gol y la asistencia del segundo. Cumplió Gavi otra máxima que había escuchado en el vestuario, tal que fuera una contraseña: "Contactar con Robert". Robert es Lewandowski, de quien se ha descubierto que no es solamente el nueve que marca goles (20 en 22 actuaciones). Es un nueve que juega fuera del área también, de cara a sus compañeros para ayudar en las transiciones y colaborar, aunque sea someramente, en la cadena de pases.

Lewandowski, presionado por Militao. EFE

Lewandowski tiene oficio y supo cuándo debía fijar a Militao y Rüdiger para facilitar el juego interior y cuándo debía situarse en el intervalo entre el central y el lateral para aprovechar los espacios. Esa lectura se adquiere con la inteligencia innata o por la madurez adquirida. Robert también sabía, por supuesto, que sería la primera conexión en cada robo. Estuvo atento al pase de Pedri para habilitar a Gavi en el 0-1 y recogió el robo de Gavi que acabó en el 0-3, además de apuntarse el 0-2 en otra transición directa y vertical que mató al hasta entonces supercampeón.

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