El Barça más 'cholista', pura ironía, vino a surgir en el Civitas Metropolitano, el templo donde ese adjetivo es (fue) religión. Golpear una sola vez y resistir fue la receta del líder de LaLiga para devolver al Atlético a la tétrica senda de derrotas que le persiguió antes del Mundial y, de paso, para aprovechar la derrota del Real Madrid en Villarreal y volverse a situar en solitario en la cabeza de la clasificación, con tres puntos de renta sobre el vigente campeón.

Le bastó al equipo de Xavi con un gol de Dembélé mediada la primera mitad, iniciado en una arrancada de Pedri que desnudó la hipotensión con la que el Atlético dio la bienvenida al partido. Tuvo una hora larga el cuadro colchonero para enmendar su error, pero ese tanto del francés acabó siendo un obstáculo insalvable para el conjunto local, falto de ideas en el tercio final del campo para sobrepasar la sólida defensa azulgrana.

Estuvo lejos, en fin, de ser un Barça deslumbrante, pero lo da por bueno el cuadro catalán. Porque no pudo contar con Lewandowski, su mayor certeza del curso, y porque las páginas anteriores de su calendario se habían emborronado con un empate ante el Espanyol y una prórroga ante el débil Intercity. Siempre es buena cosa volver a la victoria y más en un escenario como el Metropolitano.

Sin Lewandowski, confirmada ya su sanción para tres partidos (el de este domingo era el primero), Xavi se decantó por Ansu Fati como delantero, aprovechando la coyuntura para sumar un centrocampista más. Busquets, Pedri, De Jong y Gavi sumaban fuerzas en el centro del campo, cediendo las bandas a un extremo como Dembélé y un lateral como Balde.

La receta le reportó al Barça un gran control del juego en los primeros minutos, merced también a la escasa prisa del Atlético por abortar las posesiones azulgrana. Gobernaba el líder, pero sin excesiva autoridad, más por sensaciones que por eficacia, hasta que Dembélé abrió el marcador a los 22 minutos.

Arrancada de Pedri

Pedri se vio rodeado de cuatro atléticos, pero olfateó las dudas de todos ellos, pues ninguno se decidía a asumir su marca. Decidió entonces echarse al monte, trazando una conducción vertical hacia la portería, y con su movimiento desordenó a la defensa de Simeone. Gavi ejerció de estación de paso para el balón antes de que el extremo francés lo propulsara hacia la portería con un disparo seco a la base del poste que rozó a Savic por el camino.

Fue entonces cuando al fin reaccionó el Atlético, presentándose media hora tarde al partido. El Cholo mandó subir las líneas e incrementar la intensidad en la presión y al Barça le entraron las dudas, cediendo mucho del terreno que había ido ganando. Giménez tuvo muy cerca el empate en un cabezazo, durante un cuarto de hora en el que Nahuel, Llorente y Griezmann también gozaron de buenas ocasiones.

El descanso rebajó el nivel de excitación del Atlético, pero no incrementó el nervio del Barcelona, en el que solo Gavi en labores de zapa y Dembélé tratando de estirar el bloque sobresalían en un equipo cómodo en la defensa del resultado pero intrascendente a partir del centro del campo, a excepción hecha del francés.

La tuvo Griezmann

La entrada de Kessié redujo considerablemente la vida media de los ataques de un Atlético que fue perdiendo la chispa y la capacidad de generar ocasiones. Simeone también buscó mejores soluciones con la entrada de efectivos como Correa, Morata y Lemar, pero ninguno logró ser efectivo para solucionar los problemas del Atlético en el tercio final del campo.

Ya en el descuento, una fea y absurda enganchada entre Savic y Ferran Torres provocó la expulsión por roja directa de ambos, enrareciendo el final. Todavía quedaba un último episodio, el que Araujo sacó bajos palos una ocasión franca de Griezmann, la más clara de todo el partido para un Atlético que no supo cómo contrarrestar su propia medicina. El 'cholismo', esta vez, lo puso el Barça.