El escenario más insospechado ha acabado siendo el que se ha dado en Catar, como si el destino quisiera reforzar el mito que dice que en fútbol puede ocurrir cualquier cosa. España clasifica como segunda de grupo y agradeciendo a Alemania su victoria. Los germanos quedarán en la historia como los grandes fracasados de la jornada tras su eliminación en el Mundial, sin haber sido capaz de superar una fase de grupos en la que competían con dos selecciones como Costa Rica y Japón, pero la realidad es que los que peor sensación dejan son los hombres de Luis Enrique, que incluso llegaron a estar tres minutos fuera del Mundial, los que pasaron entre la momentánea victoria de Costa Rica y el gol de Havertz que devolvía a los de Luis Enrique a la lucha.

Japón, que no se puso nerviosa en ningún momento pese a encajar un gol a los 11 minutos, destapó las carencias de una España incapaz de romper el muro nipón cuando le era vital para no caer eliminada. Ni Pedri, ni Olmo, ni Asensio, ni Ansu Fati, ni el yerno de Luis Enrique encontraron fisura alguna en la zaga de los compañeros de Kubo, que se llevaron la victoria y que siguen adelante tras haber remontado a dos potencias futbolísticas campeonas del mundo.                   

El destino, o Alemania y Japón para ser correctos, nos evitan encontrarnos en un futuro próximo con una Brasil que se antojaba inasumible, aunque antes había que eliminar a Croacia. Ahora nos espera Marruecos y el coco en esta parte del cuadro pasa a ser Portugal o Suiza. Un escenario más fácil si no fuera porque la confianza en este grupo ha quedado reducida al mínimo tras el bochorno de ayer.