Qué feliz estará Miquel Jaume desde el cielo. A veces los sueños se hacen realidad y el Mallorca Palma Futsal disputará la ‘Final Four’ de la UEFA Futsal Champions League en su primera participación. El mayor premio posible a un club que siempre aspiró a todo desde su fundación, hace ahora veinticuatro años por el añorado dirigente manacorí, y que se ha ganado en la pista a base de decisiones acertadas. Anoche tumbó al Piast Gliwice polaco (5-0) y, tras el empate del Novo Vrijeme croata y el Dobovec esloveno (1-1), posibilitó que, a falta de la última jornada, ya obtuviera el billete para luchar por el cetro continental. 

Son Moix, con más de dos mil personas, fue una fiesta y esta plantilla, con diez debutantes en Europa, demostró que estaba en condiciones de dar la talla entre los más grandes. Todavía no hay fecha ni sede fijada para esta ‘Final Four’, pero lo que es seguro es que el conjunto verde pistacho será uno de los cuatro mejores. Los Rivillos, magistral ayer, Tayebi, Moslem y compañía lideraron un éxito impresionante para el deporte mallorquín gracias a la buena gestión en los despachos de José Tirado y en el banquillo de Antonio Vadillo. Atrás quedan derrotas crueles, finales perdidas en el último suspiro o en los penaltis, ya era hora que esta entidad viviera una alegría de este calibre.

El Mallorca Palma Futsal tuvo claro lo que se estaba jugando desde el primer minuto. Curiosamente en todos sus encuentros anteriores en Europa, tanto en la Ronda Principal como en la Elite, había empezado perdiendo y después había logrado levantarse, por lo que más valía evitarse disgustos desde el principio. Moslem y Mancuso ya afinaron la puntería, pero ayer nadie la tenía como Rivillos. El madrileño, que cuajó una soberbia actuación, marcó las diferencias justo en el encuentro que más se le necesitaba. Anotó el primer tanto tras un pase de Chaguinha con un certero disparo imparable para Tsypun. Solo se llevaban cuatro minutos y este tanto calmaba la lógica ansiedad inicial, pero no a los polacos, que endurecieron el juego sin consecuencias gracias a su increíble permisividad arbitral. 

Los locales debían estar concentrados y no perder la cabeza, por muy fuerte que entraran sus rivales. Y lo mejor para eso era demostrar su superioridad con el balón. Rivillos, otra vez, perforó la meta con un chut que pilló descolocado al meta. Este 2-0 era un panorama idílico, pero lo que más aplaudió el público del Palau es que el Palma quería el tercero. Eloy Rojas, al palo, y Tayebi, haciéndose lucir a Tsypun, estuvieron cerca, pero Dani Saldise fue el que obtuvo el premio. El ex del Movistar Inter recogió un rechace a dos palmos de la meta para instalar el 3-0 en el electrónico. El Piast Gliwice era muy intenso, pero apenas tenía argumentos para asustar a los de Ciutat. Un disparo de Vini y una contra rematada por Pegacha que se estrelló con Luan Muller, que no tuvo más trabajo, fueron sus únicas señales de vida. De hecho, antes Cléber, con un doble penalti, y Rivillos, habían querido poner más tierra de por medio, pero irse al vestuario con tres tantos de ventaja ya era para estar contentos.

No cambió el encuentro en la reanudación. Los palmesanos seguían con hambre y los visitantes tampoco tenían la capacidad de quitarles el balón, por lo que eso se traducía en ocasiones. Mancuso y Eloy Rojas, que demostraba estar especialmente motivado, lo intentaban con chuts lejanos. Tayebi se indignó con los árbitros tras anularle un tanto por manos, pero la realidad es que el Piast Gliwice estaba superado. 

Apostó por portero-jugador cuando quedaban once minutos para el final, pero este Mallorca Palma Futsal tiene mucho oficio y logró resistir sin muchos problemas. De hecho, Mancuso amplió el marcador con un tiro que desató la locura en Son Moix, al igual que Eloy Rojas, que a falta de veinticinco segundos puso el histórico 5-0 en el marcador. Quedan muchos meses para la ‘Final Four’, queda disputar la Liga regular, la Copa del Rey y la Copa de España, pero esta ilusión ya no se la quita nadie a este grupo que no tiene techo. Y conquistar Europa es un desafío posible.