Sería un error que podría costar muy caro caer en falsas euforias por la exhibición ofrecida este miércoles ante una selección invisible y que ni siquiera con su contrastado guardameta Keylor Navas pudo evitar la debacle. La selección de Luis Enrique bordó el fútbol, con goles y buen juego -1.054 pases, que se dice rápido-, y durante prácticamente todo el partido dio la impresión que estábamos en un entrenamiento con público antes que en un partido de una fase final de un Mundial.
La auténtica prueba de fuego llegará el domingo contra una Alemania que necesita la victoria tras el inesperado tropiezo contra Japón que, como Arabia Saudí ante Argentina, consumó la remontada. El conjunto germano dará la talla del combinado español y se verá si realmente es tan bueno como ha demostrado ante Costa Rica o es un equipo terrenal. Mención aparte merece Marco Asensio, como Ferran, dos jugadores con hambre, con ganas de demostrar a sus entrenadores que merecen más, mucho más.
