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LOS 92 DEL 92

Olga Viza: "Pasé un mes cenando tortilla de gambas"

Olga Viza, en el Colegio de Periodistas de Cataluña.

Estos días le deben haber pedido que haga muchos 'remember when'... 

Unos cuantos, sí. Incluso he estado hablando con Antonio Rebollo. 

Yo era muy pequeño y no tengo ningún recuerdo. ¿Debo tirarme mucho de los pelos? 

[Ríe] También podríamos hablar del concierto de los Stones en el año 82 en el Vicente Calderón. Las cosas que valen la pena ojalá haberlas vivido, claro. Es verdad que la gente que lo vivió lo disfrutó. Era una ilusión colectiva, probablemente uno de los últimos actos de ilusión colectiva. Era un proyecto de buen rollo de muchísima gente. Fue muy chulo. La calle era una verbena y, solo por eso, ya estaba bien, te gustasen o no los deportes. 

¿Que cada cinco años se recuerden esos días indica la magnitud de lo que fue o que la nostalgia es un motor muy potente?

Habrá quien tenga nostalgia, habrá quien diga que debemos poner en valor aquello que quedó tan y tan bien. Estamos hablando de un momento sin móviles, sin redes… ¡El recuerdo está limpio! A pesar de que hubo opiniones de todo tipo, como es lógico, no está bombardeado como lo estaría ahora. Mirar atrás tiene un componente nostálgico lógico, pero es una manera de subrayar que esta ciudad hizo una cosa extraordinaria. Ahora, no nos debemos quedar ahí, eh, eso fue un punto de inflexión para muchísimas cosas. Fue un punto de inicio hacia otra modernidad. Y lo hicimos entre todos, no solo los que corrían, los que salíamos por la tele o los políticos desde el palco, lo hizo la gente de la calle, la ciudadanía. 

¿Hay algo que con el tiempo, la perspectiva, vea distinto? 

No hay muchas cosas que sobrevivían al paso del tiempo. La imagen general de eso continúa siendo muy valuosa. Y hay cosas que no se han superado, en referencia a la historia del olimpismo. Yo tardé años en ver la ceremonia de inauguración. Y cada vez que la veo le encuentro un defecto. 

¿Conserva algo de esos días, alguna libreta, fotografía...?

¡Qué va! Nada, nada… Hace 10 años coincidí con Mariscal en su taller y le dije: ‘te creerás que yo no tengo un Cobi...’ Y me dió uno que tenía por ahí y me lo firmó. Lo que conservo es una cosa previa a los Juegos. Estuve cerca de los preparativos de la ceremonia, y me dieron un casete, que después pasé a cedé, con todas las músicas del acto para que las fuese oyendo y acostumbrándome. Me lo ponía cada día de camino al trabajo. Y esto lo guardo como un tesoro.  

¿Qué sentimientos definen ese verano del 92?

Bajaba al quiosco cada día a comprar los periódicos. Y la gente se comunicaba de otra forma. "Buenos días", "¿qué tal?", "¡buena suerte!". El buen rollo en la calle es el recuerdo más poderoso que tengo. Sí que recuerdo que cada día, cuando acabábamos, a la una de la madrugada, íbamos con Matías [Prats] a cenar y me pasé un mes cenando tortilla de gambas...

¡¿Tortilla de gambas?!

 Acabábamos tarde e íbamos a un restaurante de la calle Lleida que aún nos daba de comer. Y todos los días comía una ensalada y una tortilla de gambas.  

Usted ha vivido cómo han cambiado los medios y también la manera en la que se relacionan con los deportistas. ¿Cómo ve esta evolución? 

Antes, tenías una agenda, hablabas con los personajes y les decías: ‘ven a la tele que queremos entrevistarte’. Ahora, el personaje te dice: ‘por mí de acuerdo, pero llama al club, al representante…’ Tienes que ir abriendo una sierra hasta llegar al personaje. Pero en esos días era todo fácil, todo el mundo estaba a favor de obra. Teníamos un gran plató y cada noche llegaba alguien con una medalla, un diploma o con una historia. Venían todos, eso era el sueño de una noche de verano. Con medalla o sin ella, todo el mundo tenía una historia. 

¿Era complicado no empaparse de la emoción de los atletas? 

Era muy fácil. Lo jodido era olvidarte de detalles, era pura improvisación. Tu hacías una escaleta, pero el guion lo hacían los deportistas. Cuando te viene con una medalla de oro Fermín Cacho le dices: "¡Buenas noches, Fermín! Cuenta". Y estaba hecho. Cuando venían contentos era muy fácil, los tocabas y ya hablaban. 

"El recuerdo está limpio. No está bombardeado como lo estaría ahora"

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¿Es el momento profesional más especial de su carrera?

Debo decir que sí porqué lo viví como ciudadana de Barcelona y como profesional. Y desde el momento en el que Samaranch dijo ‘a la ville de...’. Formas parte de una gigante multitud que está preparando un proyecto. Pero he hecho muchas otras cosas que también se me han quedado tatuadas. Pero lo más especial, sí.  

El olimpismo es, a diferencia del fútbol, un terreno en el que aparecen y sobresalen las periodistas deportivas. 

Un oasi, sí. Pero la explicación es muy fácil: es un sitio polideportivo. Yo vengo de la cultura polideportiva, empecé en el programa ‘Polideportivo’ y ‘Estadio 2’, que dirigía Martí Perarnau y que con un grupo de gente joven hicimos una cosa muy moderna. Ahí había tíos y tías, era un programa donde no existía esa diferenciación. Jugábamos todos con el mismo balón. Vengo de esta cultura y la preservo. Es verdad que el fútbol ha sido la gran película semanal de la tele y estaba muy copada por los hombres, pero si había una transmisión de gimnasia o natación podía salir la voz de una mujer. Lo que el protagonismo lo tenía quien lo tenía. El periodismo deportivo vivió una eclosión que hizo que muchas mujeres quisieran dedicarse a ello, y eso tiene mucho que ver también con Barcelona 92

Y, para el deporte español, ¿qué suponieron los Juegos?

Una ley, un método, unos centros de preparación, becas para los atletas… Por primera vez ellos se podían empezar a preparar de la misma manera que lo hacían en otros países donde el deporte estaba mucho más estructurado. Dejó de ser una cosa donde tan solo triunfaban talentosos individuales como Nieto, Seve, Santana… Y los triunfos de después tienen su génesis en Barcelona 92. 

¿Cómo vería la posibilidad de organizar unos nuevos Juegos y qué papel podría tener la experiencia del 92? 

Deberíamos cogerlos como referencia, se hizo bien en todos los aspectos. Si se vuelve a apostar, con esa referencia, deberíamos hacerlo mucho mejor. Igual no lograríamos 22 medallas, pero tendríamos la experiencia para hacerlo muy bien. De ahí se han aprendido muchas cosas, la colaboración publico-privada... Por primera vez eso funcionó. Haríamos lo que tocase… pero, si hace ilusión, ¿por qué no?  

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