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Desacuerdo olímpico

Juegos Olímpicos 2030: ¿Quién paga el precio político del fracaso de la candidatura Cataluña-Aragón?

La Generalitat toma la decisión pese a que Moncloa, el COE y Aragón lo descartan

Pedro Sánchez, Pere Aragonès y Javier Lambán.

Pasan los días y la candidatura conjunta de Aragón y Cataluña huele cada vez más a muerto. Pero, tras 11 meses de bloqueo, nadie quiere certificar su defunción por si hubiera una resurrección milagrosa. A la espera de que el COE, que descarta la candidatura catalana en solitario que anuncia la Generalitat, decrete el fin del proyecto compartido, en las últimas horas los reproches políticos se han incrementado a sabiendas de que la factura política está cada día más cerca de llegar a la mesa olímpica y nadie quiere ser el responsable de pagarla.

Aragón

De los tres presidentes implicados en este callejón sin salida, el que parece que saldrá mejor parado es Javier Lambán. El mandatario aragonés abjuró del acuerdo técnico al que habían llegado COE, y los gobiernos español, catalán y español, asegurando que "no podía aceptar por dignidad" un reparto que daba 54 pruebas a Aragón y 42 a Cataluña. Y de ahí no se ha movido. Los alcaldes del Pirineo aragonés y también el de Zaragoza, Jorge Azcón (PP), se han posicionado del lado del barón socialista en su reclamación de unos Juegos en "pie de igualdad". Las conversaciones, tanto públicas como privadas, con los socialistas Salvador Illa (líder del PSC en Catalunya) y Jaume Collboni (primer teniente de alcalde de Barcelona) no le han hecho abandonar su discurso duro contra el independentismo "intolerante, supremacista y excluyente". Habrá que ver si su firmeza en este caso y las soflamas contra el separatismo, que ya trufaron su última campaña electoral y le ayudaron los comicios aragoneses, le brindan también la reelección el año que viene. "Hay elecciones en Aragón en 2023 se nota por el tono anticatalanista de los representantes de Aragón", ha soltado este jueves la 'consellera' de Presidència de la Generalitat, Laura Vilagrà.

Cataluña

Poco imaginaba Pere Aragonès la bomba de relojería que activaba en julio, cuando envió la carta oficial al COE para optar a los Juegos de Invierno del 2030, la principal carpeta en materia deportiva de su primer año de mandato. Contaba con sortear los recelos de Aragón y parte del Pirineo antes de llegar a la votación del COI pero se ha quedado en la primera puerta del eslálom. Tras meses en los que la Generalitat ha intentado mantener un perfil bajo, conteniéndose para no responder los ataques aragoneses en aras de un acuerdo, en las últimas semanas ha ido subiendo el volumen. Sus dardos, viendo que el COE no estaba por la labor de una candidatura catalana, han empezado a dirigirse ya no solo contra Aragón sino también contra la Moncloa, responsabilizándola de que el tren olímpico vuelva a pasar de largo. "¿Dice en serio el Gobierno español que si no hay acuerdo con Aragón queda cerrado?", se ha preguntado Laura Vilagrà en el foro Nueva Economía. La 'consellera' ha explicado que encargará a Mònica Bosch que prepare una candidatura catalana, pese a las amenazas de Aragón y a que el que presenta la candidatura es el COE. "Nadie puede tener derecho a veto". La 'consellera', que no quiere esperar al tren de 2034, ha anunciado que no habrá bilateral este verano con el Gobierno español por la crisis de confianza que ha generado el caso Pegasus.

España

El gobierno español había propuestos los Juegos compartidos con Aragón dentro de su agenda del reencuentro. Pero Pedro Sánchez ha evitado entrar en la trifulca, señalado al COE como el responsable de liderar la candidatura. Y, pese a que Javier Lambán le había instado a tomar cartas en el asunto, públicamente ni él ni su gobierno han vertido reproche alguno ni al COE ni al barón aragonés. Fuentes del gobierno explican que desde el primer momento han optado por "acompañar" este proceso al COE y a dos gobiernos autonómicos, considerando que correspondía a estos llegar a un acuerdo. Por eso han optado por el "silencio" y por no aumentar el ruido creciente y evitar que un cada vez más posible fracaso olímpico les salpicara.

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