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Tenis

Nadal lo vuelve a conseguir en Roland Garros

El trece veces campeón en París, que este viernes busca su decimocuarta final ante Zverev, exhibió ante Federer su grandeza y su capacidad única para competir

Nadal golpea de revés en su partido de cuartos de final ante Djokovic. YOAN VALAT

En el run run que día a día recorre los innumerables pasillos de Roland Garros, el indiscutible favorito en el duelo de cuartos de final entre Novak Djokovic, número uno, y Rafa Nadal, es el serbio, que llegaba a la cita ante su eterno rival (59 enfrentamiento entre ambos, 30-29 para el balcánico, en la mayor rivalidad de la historia del tenis y, posiblemente, del deporte) con catorce victorias consecutivas en el zurrón. Todo lo contrario que el mallorquín, reducido por la fisura en la costilla izquierda que le condujo a una errática temporada de tierra, perdiéndose Montecarlo y Godó, cuartofinalista en Madrid y cediendo en octavos de Roma ante Shapovalov por su lesión crónica en el pie izquierdo. A todo ello se unieron las dudas que exhibió ante el canadiense Felix Auger-Aliassime, pupilo de su tío Toni, al que derrotó en cinco sets.

Pero una vez más Nadal ha roto todos los pronósticos. El mejor tenista de la historia dio ante su gran rival lo mejor de sí y superó todos los contratiempos que se le han cruzado en su camino. “Llegaré a tiempo para competir en Roland Garros”, avisó cuando cayó ante Shapovalov en Roma, donde mostró una sensible cojera al caminar. Eso ocurría diez días antes de empezar el grande de tierra, Roland Garros, su torneo por excelencia. Pero llega la cita parisina y Nadal se transforma. Da un plus en todo, en calidad, en entrega, en sacrificio y en mentalidad, capaz de superar las situaciones más adversas.

Ante el serbio superó su capacidad para jugar con dolor físico, para resolver momentos críticos, que los hubo, durante el partido. Como, por ejemplo, perder el segundo set cuando tenía dos breaks de ventaja (3-0) y dejarse remontar con cuatro juegos consecutivos del balcánico. O en el cuarto y último, cuando levantó un adverso 5-2 y forzando una muerte súbita que iba a ser definitiva para la suerte del partido. Todo forma parte de su grandeza.

La actitud de pista de Nadal fue admirable, al contrario que Djokovic, que se llevó una bronca del público cuando estrelló la raqueta contra la red

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Su actitud en la pista, como otras tantas veces, volvió a ser admirable. Con altas dosis de sufrimiento, en Nadal se percibe que siente un gran placer cuando compite, gane o pierda. Ni una mala cara, ni un mal gesto, al contrario que Djokovic, que estrelló su raqueta contra la red en la pérdida de un punto en el cuarto set, lo que le costó la bronca de los aficionados, claramente decantados hacia el mallorquín.

Afrontaba su segundo partido en París ante el tenista de Belgrado, de los diez que han disputado, sin ser el claro favorito. Ocurrió lo mismo en 2015, la primera vez que Nadal acabó con la cabeza gacha ante su gran rival. En aquella ocasión también acudía a la cita sin la condición que se ha ganado a pulso en la capital francesa porque llegaba después de muchos meses de dificultades físicas que le impidieron llegar en forma a su torneo predilecto. Pero en esta ocasión todo fue diferente. Nadal, que en rueda de prensa admitió que ante otros jugadores suele tener un plan B, “pero no ante Djokovic, con el que solo tengo un plan A”, tenía clara la táctica desde el principio. Salir agresivo desde el primer punto, no dejar pensar a su rival y ponerse en ventaja. En uno de los mejores inicios de partido en su larga trayectoria de 17 años en París, Nadal dejó sin habla al serbio, que en hora y media se vía 6-2 y 3-0 abajo en el segundo set. Cuando Djokovic se levantó, porque estos jugadores siempre se levantan, Nadal siguió dándose una oportunidad y resurgió en el tercer parcial con otro incontestable 6-2. Y su capacidad de resistencia se hizo gigante al levantar un 5-2 que parecía conducir a un quinto y definitivo set al que el manacorí no estaba dispuesto a llegar.

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