Vaya por delante que el CD Ibiza es un club con el que simpatizo y al que le deseo todo lo mejor, al igual que al resto de clubes de la isla. Pero tengo que decir que siento lástima por lo que pudo ser y no fue. Por una bonita historia que quería contarles del 'Cholo' Simeone y que terminó completamente afeada por la falta de tacto, las malas maneras y la actitud chulesca y avasalladora de algunos de los miembros de la vigilancia de Can Misses-3, que lejos de ceñirse a su labor, que es la seguridad, y únicamente la seguridad, se extralimitaron en sus funciones. Se encararon y se pasaron más de la cuenta el pasado domingo con este redactor que les escribe, al que impidieron realizar su trabajo como informante acreditado. Los sujetos en cuestión, haciendo gala de una actitud impropia de una persona cabal y con arrogantes aires de matones barriobajeros de película mala de Serie B, se entrometieron de forma avasalladora y amenazante para evitar que pudiera captar una foto del técnico argentino, 'El Cholo' Simeone, mientras dialogaba con su hijo Gianluca, futbolista del CD Ibiza, una vez finalizado el partido.

Y como considero que tales hechos incurren en una preocupante gravedad en lo que a la libertad de información se refiere, paso a detallar a continuación el desafortunado incidente.

Así no, esas no son las formas

Todo aconteció tras el pitido final del encuentro entre el CD Ibiza y el Badalona, que trajo consigo un revuelo de chiquillería y de aficionados en las gradas ansiosos por ver de cerca a Diego Pablo ‘El Cholo’ Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, que acudió el domingo a Can Misses-3 para presenciar el duelo de los ibicencos de esta jornada, equipo en el que milita su hijo Gianluca, autor de dos goles vitales para dar la victoria a los isleños la pasada semana en el campo del AE Prat.

El entrenador argentino del club madrileño, que vio el partido desde una de las oficinas de la instalación, bajó a pie de campo para saludar y dialogar con su vástago. Y en esas estaban padre e hijo cuando este periodista se aproximó y, a unos tres metros de distancia, sin interferir, sin presionar ni agobiar a los Simeone en su charla, se dispuso a hacer una foto con su móvil de ese encuentro familiar. Ni siquiera había activado la función de la cámara en el dispositivo cuando uno de los vigilantes, encandilado por el brillo de la fama como muchos otros, se vino sin contemplaciones en plan ‘gorila’ hacia donde me encontraba, alzando la mano por delante del móvil para taparme el objetivo e impedir con malos modos que pudiera captar la imagen, ordenándome además que me fuera de allí. Increíble, pero cierto. Ver para creer.

De inmediato me identifiqué como prensa, le mostré la acreditación que llevaba en la mano y le dije educadamente que estaba trabajando, pero de nada sirvió. El energúmeno, por no calificarle de otra manera, hizo caso omiso a cuanto le decía. Encendido por la rabia y la indignación le increpé yo entonces diciéndole que quién era él para no dejar que hiciera una foto... Y en ese momento apareció otro de los ‘seguratas’ al auxilio de su congénere, pero éste más soberbio y más provocador aún que el anterior, para enfrentarse también conmigo, plantándome su cara a un palmo de la mía con suficiencia de justiciero. Traté de hacerle ver su error, pero nada. Otro que no atendió a razones ni explicaciones.

Y entre dimes y diretes la magia del momento de los Simeone, de la imagen de padre e hijo en Can Misses-3 se esfumó por completo. Me quedé sin poder hacer esa foto para la historia. Para la historia del propio CD Ibiza y para la de todo el deporte de Ibiza. Una de esas imágenes que quedan guardadas para siempre en el recuerdo y en la hemeroteca. Una lástima y una pena. Ya ven cómo es de dura la vida de periodista deportivo.

Me marché enfurecido. Y desde aquí pido sinceramente disculpas porque quizás fui algo descortés con algunos otros de los trabajadores del CD Ibiza que vinieron a interceder. A ellos les pido perdón.

Me monté en el coche, puse la radio y sonó entonces una tonada que me acompañó hasta casa y que decía: «(...) bailo a mi manera, como los primates... Las manos hacia arriba, las manos hacia abajo... Como los gorilas, huhuhu, todos caminamos...»

Sí, en efecto, han acertado. Era ‘El Baile del Gorila’, de Melody, banda sonora para un día inolvidable en Can Misses-3.