La consistencia y clasificación del Sevilla para octavos de final de la Champions era una piedra de toque importante para el fútbol español. Con el Real Madrid convertido en un verso libre, el Atlético pendiente de su estado emocional y el apesadumbrado FC Barcelona, el conjunto de Lopetegui se planteaba como la apuesta más genuina de LaLiga en la competición continental de clubes. Un valor compartido con el Villarreal, aunque en un escalón superior, puesto que el conjunto hispalense detenta la segunda plaza en el campeonato doméstico y, aunque sea solo a base de números, es uno de los equipos que más razonan cada punto que gana. Sin embargo, todo el planteamiento quedó en papel mojado tras la derrota frente al Salzburgo en un Red Bull Arena vacío por las restricciones de la pandemia en Austria que celebró en silencio el pase del cabeza de cartel de este país.

El desafío era mayor en un contexto de continua duda del fútbol español fuera de sus fronteras, que había encontrado en el grupo del Sevilla un escenario perfecto para su reivindicación, con un representante de la Ligue 1 francesa, el vigente campeón Lille, un componente de la Bundesliga alemana, el Wolfsburgo, que logró el último billete germano para la Liga de Campeones; y un equipo de la probeta moderna, el Salzburgo, franquicia de Red Bull, concebido para un poder tiránico en Austria y con ganas de medrar en el Viejo Continente. Un grupo en el que el equipo hispalense podía competir de igual a igual con cualquiera. O, es más, partía con la vitola de favorito para clasificarse. Sin embargo, el Sevilla solo ha conseguido en el grupo G tres empates: uno ante el Salzburgo en la ida en el Pizjuán (1-1), y dos a domicilio ante el Lille y el Wolfsburgo. Frente al equipo alemán logró además el único triunfo por 2-0 en la quinta jornada.

El referéndum de LaLiga ha naufragado con la opción sevillista, que, pese a todos los errores acumulados, fue capaz de llegar vida a la jornada final. Es más, dependía de sí mismo, e incluso había una posibilidad de ser campeón de grupo en caso de que el Wolfsburgo ganara al Lille y los nervionenses acertaran ante el Salzburgo. Pero no cuajó ninguna de las dos opciones y el Sevilla terminó relegado a su competición fetiche, la Europa League que ha conquistado hasta en seis ocasiones. Sin embargo, y aunque demuestre su buen nivel este torneo, no es un regreso agradecido, porque en el Sánchez Pizjuán llevan cursos ansiando un paso adelante en Champions y más si cabe esta temporada, en la que presentan el segundo límite salarial más alto de LaLiga, con 200 millones de euros, solo superado por los estratosféricos 739 millones del Real Madrid.

El pragmatismo de Lopetegui no basta

A esto hay que sumarle que desde marzo de 2019, la hoja de ruta del Sevilla vuelve a estar marcada por Monchi, considerado como el Carlos Kleiber de los despachos españoles, el mejor director de orquesta capaz de reconocer talentos con solamente verle las botas. Y sobre todas cosas, un profundo sevillista, condición que ejerce en todos los momentos, como después de la eliminación ante el Salzburgo, “una noche de lamerse las heridas, de reconocer errores, de ser fuertes, de levantarse y de pensar que en pocas horas tenemos otro partido importantísimo”, en referencia al próximo duelo liguero contra el Athletic (sábado, 21:00 horas en San Mamés).

Al Sevilla no le ha bastado en la fase de grupos el estilo austero y de control que tan bien le funciona en LaLiga

El estilo del cuadro de Lopetegui es perfectamente reconocible y precisamente es lo que le está permitiendo tener tan buenos resultados en territorio nacional. Sin embargo, la austeridad y pragmatismo de un equipo que gana en LaLiga hasta sin brillo no le ha servido en Europa, donde la marcha atrás se deja para los momentos en los que realmente hay que conservar el resultado. Salvo excepciones, la competición española ha reducido el protagonismo con el balón y los encuentros son para el equipo que mejor domina el tempo y ahí el Sevilla registra su obra, con un alto nivel de concentración. 

Sin embargo, cuando se ve empujado a resolver con actos de explosividad simplemente se apaga por el camino. La perfecta maquinaria diésel no carbura. En este sentido existe una completa disonancia entre un Lopetegui que tiende a la sobregesticulación y lo que pide a sus jugadores en el campo. Es como si quisiera ordenar torres de cristal a golpes. Aunque los años en el oficio le permiten convertir los gritos en instrucciones comprensibles. A veces pierde los papeles conforme agota los recursos. En la final ante el Salzburgo, el técnico vasco no pudo contar con Jesús Navas y Acuña, sus laterales titulares y dos piezas fundamentales en un esquema que despliega su poder por las alas. En su lugar, Montiel, que cuajó uno de sus peores partidos como sevillista, y Augustinsson, que cargó con una amarilla desde el minuto 17 por frenar al torbellino Karim Adeyemi, quien a sus 19 años fue el ejecutor del Sevilla en esta Champions.

Adeyemi, clave en el Salzburgo

Adeyemi, nacido en Múnich en 2002, de padre nigeriano y madre rumana, es una de las jóvenes promesas del fútbol europeo más deseadas. Un futbolista que revolvió los cimientos del Sevilla en los dos encuentros, que terminaron siendo decisivos. En la ida del Sánchez Pizjuán sacó de quicio al cuadro hispalense forzando tres penaltis que aun así no fueron suficientes para darle la victoria al Salzburgo, que falló dos penas máximas. Por su parte, el equipo español acertó la que tuvo, por medio de Rakitic, consiguiendo un reducido 1-1 en un encuentro que enloqueció desde los once metros. 

En la derrota del segundo salto, que ha condenado al Sevilla, Adeyemi volvió a ser decisivo. Desnudó en todo momento a sus marcas y generó el único gol del encuentro con una asistencia que superó a cualquiera de las que intentaron sus 11 contrincantes. Noah Okafor solo tuvo que concentrarse para enviar el balón al fondo de las mallas de Bono en un remate seguro y sencillo. 

Por si fuera poco, en el minuto 64 salió como una exhalación en una contra que desdibujó la presión alta del Sevilla tras el tanto en contra. Joan Jordán únicamente pudo frenarle con una falta y vio la segunda tarjeta amarilla que le envió a la caseta y terminó prácticamente con cualquier esperanza del Sevilla. Con razón, la rueda de prensa del delantero del Salzburgo tras sellar la clasificación para octavos. “Esto es indescriptible, vamos a celebrarlo hasta el sábado (cuando tienen su siguiente partido en liga)”, aseguró, desvelando que el plan de Matthias Jaissle, el entrenador más joven de la competición con apenas 33 años, era “esperar, porque sabíamos que un 0-0 también nos servía”.

El Salzburgo ya ha asumido que verá partir pronto a su niño maravilla. Uno de los que habría mostrado interés por Adeyemi es el Barça, en un vano intento por competir con clubes con mucha mayor solvencia como el Dortmund, que podría acabar siendo su destino. Este movimiento tendría además un fuerte componente emocional, puesto que convertiría al ya internacional absoluto con Alemana en un estilete contra el Bayern de Múnich, el equipo de su ciudad natal, y que le descartó tras pasar por sus categorías inferiores. 

“Era mi equipo favorito. Mi ídolo siempre fue Arjen Robben. Siempre me he fijado mucho en su forma de encarar”, aseguraba Adeyemi en declaraciones en 2020 en las que contaba como en 2010 se unió a la cantera del club bávaro, que prescindió de él dos años después. “Allí hay que seguir un plan férreo. Si tú, como jugador, no lo sigues, vas a recibir muy poco apoyo. Ellos me acusaron de no tener la suficiente disciplina, pero no creo que fuera un factor decisivo, simplemente no fui capaz de encajar”, explicaba el ejecutor del Sevilla, un futbolista diferencial que sacó el colmillo en el momento decisivo, justo después de que un remate de Munir, sustituto en el once inicial de Rafa Mir, impactase en la madera.

Impacto económico

Unos centímetros separaron a Lopetegui de confirmar su buena intención al disponer de inicio al atacante marroquí en detrimento de la torre cartagenera. Aunque lo cierto es que este Sevilla se ha quedado sin un finalizador nato tras la lesión de En-Nesyri, que, cuando se recupere, acudirá con Marruecos a la Copa África, prevista para enero. Esta situación provocará que el Sevilla tenga que acudir al mercado de invierno en busca de un delantero, donde también hará una prospección en busca de un central. 

El Sevilla había contemplado en sus cuentas para este ejercicio clasificarse, como mínimo, para octavos

Por lo menos este era el plan inicial de Monchi hasta hace unas semanas. Sin embargo, la lesión del centrocampista Erik Lamela, intervenido en Madrid hace unos días, podría haber remodelado la hoja de ruta del Sevilla, aunque el director deportivo asegura que no se producirá “un cambio radical” y que el Sevilla será “lo más coherente posible, valorando la situación deportiva y económica”.

Precisamente, las finanzas del club habrían dado un importante salto adelante con la clasificación para octavos de la Champions. En este sentido, José Castro, presidente de la entidad, puso la venda antes de la herida en la previa a la final frente al Salzburgo, asegurando que “económicamente no dependemos del resultado”, porque el club “está claramente en un buen momento dentro de las circunstancias y somos el segundo equipo de LaLiga con el límite salarial más alto. El dinero siempre viene bien, pero tampoco es un drama”.

Monchi. EFE

Los de Nervión presupuestaron en sus cuentas para este ejercicio ingresar 83,3 millones por su participación en la Champions y tenían asegurados percibir unos 40 sólo por participar: algo más de 15 derivarían de jugar la fase de grupos y sobre 25 por el coeficiente UEFA, donde actualmente el Sevilla ostenta la undécima posición entre los equipos que participan en el torneo. A esto habría que sumarle las cantidades acumuladas por los tres empates y la victoria ante el Wolfsburgo, que elevarían la cuenta hasta los 46 millones, la mitad de lo contemplado inicialmente. 

Y es que aunque no se expresó de modo implícito, la Junta General de Accionistas del Sevilla, como ya sucedió en el ejercicio anterior, aprobó un cálculo contando con que el cuadro hispalense estará, como mínimo, entre los 16 mejores de la competición. Por lo que a pesar de “la buena salud” de la que presume la directiva del club andaluz, esta pronta eliminación supone un varapalo para la planificación económica del equipo, y en consecuencia de LaLiga, que se juega en el partido del Villarreal ante el Atalanta ser la segunda competición que más representantes ha colocado en octavos, donde el Real Madrid y el Atlético figuran cuatro equipos ingleses (Manchester City, Liverpool, Manchester United y Chelsea); junto a varias duplas: la francesa (PSG y Lille); la portuguesa (Sporting y Benfica); un representante italiano, el Inter, a falta de saber lo que sucede en Bérgamo; el citado Salzburgo austriaco y el Ajax holandés.