El sueño se fue desvaneciendo a base de golpes, uno tras otro, pero la determinación por alcanzar el objetivo que había marcado su carrera le llevó a persistir hasta el límite, quizá un poco más allá. No se arrepiente. Fue a comienzos de junio, mes y medio antes de coger ese avión hacia Tokio, cuando a la mallorquina Cintia Rodríguez, destrozada física y emocionalmente, no le quedó más remedio que tirar la toalla. Su rodilla izquierda, la que le llevaba más de un año martirizando, había colapsado definitivamente. No iba a haber Juegos Olímpicos para ella y en su lugar se tendría que someter a su novena operación de rodilla en 12 años, la cuarta en la izquierda. Otra vez sometida a ese calvario con el que la vida le ha golpeado sin clemencia.

"Eso no se olvida", dice la gimnasta balear cuando se le solicita la enumeración de todas esas intervenciones, la de la tortura que comenzó en 2009, cuando todavía era una niña de 14 años. Entonces, a las puertas del que iba a ser su primer campeonato de Europa junior, el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha se quebró en un salto, uno de tantos. "Fue mi primera operación y salió mal. Era muy joven, en gimnasia aún no se veían mucho los cruzados... Tuve mala suerte, no conseguí que la rodilla se recuperara bien. Fue muy frustrante, estaba en un gran momento, a punto de despegar como deportista, y de repente... No sabes qué esperar, si la gente piensa que tu carrera ya se ha acabado... Pero siempre tuve la confianza de los míos", rememora.

Cintia Rodríguez durante un ejercicio de gimnasia.

Tras esa primera intervención llegaron otras tres para tratar de subsanar el fracaso quirúrgico inicial. No fue suficiente. Ya en 2010, recurrió al doctor Manuel Leyes para someterse en Madrid a una reconstrucción completa de esa rodilla izquierda. Éxito, al fin. En octubre de ese año, acudió al campeonato del mundo, "y se me olvidó todo lo malo que había pasado, porque no me podía imaginar que lo fuera a conseguir tan pronto después de tantas operaciones".

Menisco

En 2014, llegó la quinta intervención para sustituir la plastia del ligamento, desgastada por la actividad física rutinaria, tan agresiva para las rodillas de las gimnastas. Seis años más tarde, durante el confinamiento de 2020, un golpe tonto pero "terrible" con el sofá mientras se ejercitaba en casa desencadenó el viacrucis actual. "Fue la otra rodilla, la izquierda, la que comenzó a fallar. Me sometí a tres operaciones de menisco. La tenía muy tocada, al 50-70%, pero el objetivo de los Juegos me llevó a forzar. Al final, la rodilla dijo basta, se rompió el cruzado, y no me quedó más remedio que operarme". Ya son nueve.

Sin embargo, Rodríguez renunció a operarse de inmediato y lo hizo hace mes y medio. "No podía, no tenía la fuerza necesaria, se me había gastado. Había hecho un trabajo psicológico muy grande y necesitaba tiempo para mí, para asimilarlo todo". Por entonces, llevaba dos años trabajando la mente junto a profesionales. Comenzó a hacerlo en 2019, poniéndose en manos de un psicólogo con el objetivo de "rendir al máximo, me estaba jugando la plaza olímpica y quería que todo estuviera perfecto y mi cabeza ordenada". Tras el accidente durante el confinamiento, decidió empezar a trabajar con otro psicólogo, Roberto Silva: "Lo necesitaba para afrontar el miedo".

Era la primera vez que el equipo español de gimnasia artística se clasificaba para la cita olímpica desde Atenas 2004 y Rodríguez asume que su edad, recién cumplidos los 27 años, le pone cuesta arriba el reto de estar presente dentro de tres años en París 2024. Pese a ello, no desiste. "Tengo los pies en el suelo, sé que es difícil, pero no voy a renunciar a ello. Lucharé al cien por cien para lograrlo", promete, conservando la misma pasión que con tres años, al ver a su hermana mayor practicar gimnasia, le llevó a convencer a sus padres de que le apuntaran a ella también.

Futura Policía

Lo consiga o no, la vida seguirá para ella. Y aunque tiene ya planificadas sus próximas décadas, (estudiante de Criminología en la UNED, después cursará Investigación Privada y finalmente opositará para entrar en la Policía Nacional), las lesiones le han ayudado a abrir una nueva ventana deportiva en la que se quiere sumergir de lleno: el ciclismo. "Ya lo practicaba antes de esta última lesión, pero muy de hobby. Los domingos lo combinaba con mi entrenador de gimnasia, daba una vueltecilla, me venía bien para la pierna derecha [la primera que se lesionó]. Me gustaba". Su perfil en Strava ejerce de testigo de sus progresos.

El cambio de chip llegó tras su última lesión, la que le apartó de Tokio. "Soy una persona muy competitiva y después de tanto tiempo sin competir me sentía un poco vacía, así que empecé a entrenar más fuerte, porque el médico me dio el visto bueno. Empecé a entrenar a diario y me propusieron apuntarme a la Challenge de Féminas", explica ella sobre una competición amateur que se celebra todos los años en Mallorca, compuesta por siete carreras, más duras de lo que ella imaginaba.

Cintia Rodríguez durante una prueba ciclista.

"Llevaba solo un par de semanas haciendo bici cuando me lanzaron la idea, pero al mes ya estaba en mi primera carrera. Sufrí como nunca había sufrido, no sabía lo duro que era eso, pero disfruté. Cuando estaba sobre la bici, pensaba: 'no sé para qué me apunto'. Pero al terminar, agonizando, solo pensaba en que quería más, quería otra. Y al final me he pasado todo el verano corriendo carreras en bici", cuenta Rodríguez, que terminó la competición séptima tras conseguir finalizar seis de las siete pruebas de las que consta.

"Resilencia"

Tras la operación, le esperan alrededor de diez meses sin poder practicar gimnasia. Con el ciclismo, en cambio, es distinto, puesto que la rodilla no sufre impactos y podrá retomar antes el trabajo competitivo. De hecho, ya ha empezado, con mucha prudencia, a practicar en la bicicleta estática. En su equipo, el Qromia balear, le esperan de vuelta: "Tengo clarísimo que la bici me ha salvado este verano y quiero compensárselo. Me encanta. Voy a seguir con el ciclismo, es que lo tengo clarísimo. De momento lo voy a compaginar y ya veremos en un futuro".

27 años es ya una edad tardía para la gimnasia, pero ideal para el ciclismo. Y los ejemplos de reconversiones exitosas de deportistas son abundantes en el pelotón internacional. Ahí están el ex esquiador Primoz Roglic, el ex corredor Michael Woods o la ex duatleta Mavi García, tres veces campeona de España en ruta. Quién sabe si ese destino futuro que Rodríguez imagina en París no se encuentra en el recinto gimnástico de Bercy, sino en los Campos Elíseos. Pese a esas nueve cicatrices en la rodilla, la clave de todo está en el tatuaje que adorna su brazo izquierdo: "Resiliencia".

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