El artanenc Enric Mas se ha metido en el bolsillo la segunda posición en la general, solo por detrás de un ciclista que está a otro nivel. Devorar quiere decir comer con ansia y rapidez que traducido al ciclismo significa llamarse Primoz Roglic y correr más veloz que cualquier rival, siempre que no esté su compatriota Tadej Pogacar en competición, para dejar un abismo y una diferencia tan exagerada con el resto de participantes como el dominio que ha ejercido en esta Vuelta, finiquitada este domingo en Santiago, para conseguir su tercera victoria consecutiva en la carrera, sin oposición, con cuatro victorias de etapas y haciendo lo que le ha dado la gana.

En época de Miguel Indurain los organizadores del Tour decidieron que los últimos de la general salieran en las contrarrelojes con tres minutos de diferencia. Dos minutos eran insuficientes porque todos sabían, sobre todo el pobre corredor que partía antes que el navarro, que serían doblados y esa imagen se quería evitar a toda costa. Y esos dos minutos de margen con el que este domingo partieron Roglic y Enric Mas fueron una condena para el corredor mallorquín, quien lejos de efectuar una mala contrarreloj, más bien todo lo contrario con su novena posición, no pudo evitar ver como el ciclista esloveno lo doblaba en los adoquines que llevaban hasta la plaza del Obradoiro de Santiago donde finalizó una Vuelta que tuvo el mismo resultado que el Tour: el triunfo de un corredor esloveno porque Roglic Pogacar corren en otra liga, en otro firmamento, en otro planeta y en un mundo ciclista donde ellos son los mejores y el resto solo puede aplaudirlos, mientras sudan de lo lindo y mientras lo prueban todo para caer derrotados.

Mas, el mejor ciclista español del momento, segundo de la Vuelta como en 2018, quinto en el Tour de 2020 y sexto hace un mes y medio en París, lo intentó pero se quedó sin poder ganar a Pogacar en Luz Ardiden y a Roglic allí donde lo probó, por ejemplo en las empinadas calles de Valdepeñas, cuando fue segundo tras el esloveno, en el día que intentó con mayor firmeza sacar los colores al ahora triple vencedor de la ronda española.

Confió Mas que Roglic cumpliera con el dicho de que la tercera semana se le hacía larga. ¿Larga? Fue donde realizó su mayor proeza ciclista en la etapa de los Lagos de Covadonga para acabar ganando este domgino la contrarreloj final.

Con dos españoles entre los diez primeros (el catalán David de la Cruz acabó séptimo), sin triunfos locales de etapa (tampoco ningún español ganó en Giro y Tour) Roglic sentenció su Vuelta más tranquila en la que sacó 6 horas 3 minutos y 50 segundos al 'farolillo rojo', el checo Josef Cerny, que curiosamente terminó la contrarreloj en cuarta posición.