El artanenc Enric Mas (Movistar) supo sacar provecho del caos que se vivió en la quinta etapa de La Vuelta. Una montonera a once kilómetros de Albacete le permite auparse a la cuarta plaza y afrontar el sexto día a veinte segundos de distancia del francés Kenny Elissonde, nuevo líder de la general en detrimento de Taaramae, uno de los ciclistas perjudicados por el accidente.

Cuando se le pregunta a un corredor que ha burlado una caída qué siente al ver que se amontonan cuerpos y bicicletas delante suyo, como si fueran heridos en combate, habla de pánico, de pelos de punta, de miedo por no poder evitar lo que muchas veces es imposible; no hay espacio, no hay carretera libre y, encima, el prado o la tierra reseca por el calor de Albacete no es un lugar de salvación: un socavón invita también a irse al suelo. Es la hora del accidente.

En su casa, la mujer del hasta este miércoles líder, Rein Taaramäe, enviaba un tuit con su marido en la televisión, vestido de rojo, y el perro de la familia con un ‘maillot’ del equipo Intermarche, para que todo el mundo comprobase que el ciclista estonio llegaría a Albacete otro día más como líder de la carrera.

No fue así. Porque se produjo el inconveniente inesperado. Faltaban 11,6 kilómetros para Albacete, grupo compacto, la escapada nuestra de cada día (Pelayo Sánchez, Oier Lazkano y Mikel Azparren) ya había sido capturada. El esprint era inminente. Tiraban ya equipos como el Alpecin, el conjunto del ganador del día, Jasper Philipsen. Todo preparado. Y de repente se abre la carretera. Unos encima de otros. Los que buscan la salvaguarda de la tierra también caen. Algunos, como Romain Bardet, salen rebotados y acaban malheridos, como Mikel Nieve. Y allí, en medio de la ‘montonera’, aparece Taaramäe, levantándose del suelo la bici medio averiada.

Nadie espera. Todos siguen. Da igual que los compañeros de equipo se rezaguen. No hay nada que hacer, el esfuerzo , la ilusión de la compañera que hasta ha vestido al perro con el jersey del equipo, el ciclista que soñaba en aguantar otro día de rojo... todo se va al traste. Por una caída se regala el liderato a Elissonde, que pasó a la fama cuando en 2013 ganó en solitario la gran etapa del Angliru. «Me sabe mal por Taaramäe porque es una persona a la que se le coge cariño. Pero yo iba entre los 15 primeros porque me habían dicho que si soplaba el aire el pelotón se podía cortar. Me hubiese gustado ganar este jersey rojo con mis pedaladas y no por una caída del adversario pero así lo ha querido el destino», explicaba Elissonde en Albacete.

Quizá lo sea solo por accidente de una sola etapa porque hoy en Cullera, ya al lado del mar, con el pelotón esperando que la brisa del Mediterráneo refresque un poco el ambiente, vuelve a haber una llegada corta pero empinada y con Primoz Roglic enganchado a su bicicleta, a apenas 5 segundos de diferencia en la general, aunque el ciclista esloveno no se lo proponga, lo normal es que le supere por fuerza y piernas.