Sobre el antebrazo izquierdo de Cintia Rodríguez hay escrita una palabra. Está tatuada. Hace varios meses que la lleva. Resiliencia. Es el mismo vocablo que ayer utilizó para dar a conocer la que sin duda ha sido la decisión más dura de su vida. La gimnasta mallorquina de 26 años no acudirá a los Juegos de Tokio. El sueño por el que llevaba toda una vida luchando se desvaneció el pasado viernes, aunque la realidad es que llevaba un año en la cuerda floja. 

«Estoy triste, pero no podía hacer más», acepta todavía con dolor. Una tortura que a día de hoy hiere más en el alma que en esa desdichada rodilla. La izquierda. La que lleva un año avisando y manteniéndola en jaque, la que finalmente ha dicho ‘basta’. 

«La he exprimido. Mi entrenador y mi padre me decían que ya estaba, que no forzara más, pero yo lo he seguido intentando hasta que me he dado cuenta que ya no podía más. En la última semana tres caídas han sido las que han marcado mi decisión. La última, la del viernes, fue la definitiva», aclara a este diario con una entereza sorprendente. 

Cintia cerró su participación para Tokio en octubre de 2019. Iba a ser su primera intervención en unos Juegos y, por edad, también la última. La mallorquina fue una de las artífices de la gesta del equipo femenino de gimnasia artística en el Mundial celebrado en Stuttgart. De eso hace ya casi dos años, pero ni el covid ni las lesiones impidieron que la gimnasta dejara de trabajar en el sueño por el que llevaba batallando 23 años de su vida, cuando se inició en este mundo. 

«Me he operado cinco veces de la rodilla derecha y tres de la izquierda. La última fue hace ahora un año y en este tiempo no he dejado de trabajar para intentar llegar en las mejores condiciones a Tokio», revela: «Pero ha sido un año muy duro. La rodilla no aguantaba y he ido de caída en caída. Me rompía, paraba, me levantaba y seguía. Cada día con dolor. Mi cabeza insistía en lo mismo: seguir». Su cuerpo, sin embargo, decía todo lo contrario. 

«Quiero que acabe este sufrimiento: despertarme por las mañanas y poder caminar sin dolor»

«Has quemado todas las vidas de esta rodilla, Cintia», le aleccionaba su cuerpo técnico. Pero a contracorriente, ella seguía remando. «El viernes fui yo quien dijo ‘hasta aquí hemos llegado’. Fue muy duro, pero no me puedo arrepentir. Me puse delante de un papel y empecé a escribir. Hasta cinco veces taché y reescribí el texto, con lágrimas en los ojos, pero lo acabé y decidí anunciarlo», explica. 

Ayer, en sus redes sociales, Cintia desató la tormenta: «Mi rodilla izquierda no ha aguantado más… Así que una vez más pasaré por quirófano, me curaré la rodilla y el tiempo decidirá qué pasa. Lo hago de la forma más orgullosa y satisfecha que podía hacerlo. Ahora y siempre amaré a la gimnasia y a los míos porque ha sido increíble preparar este sueño», contaba con dolor. 

«He exprimido mi rodilla. El tiempo dirá si puedo volver al gimnasio o si aquí acaba mi carrera deportiva»

La gimnasta del club Xelska aún no quiere hablar de retirada, aunque es consciente que el resultado de la operación marcará un antes y un después en su vida: «Lo primero que quiero ahora mismo es que acabe este sufrimiento. Quiero despertarme por la mañana y poder caminar sin dolor. El tiempo dirá si tengo fuerzas para volver al gimnasio o si aquí acaba mi etapa deportiva»

Cintia aún tiene que asimilar todo lo que ha pasado, pero agradece el apoyo que ha sentido en las últimas horas por parte de amigos, técnicos y familiares: «Ahora estoy triste, pero soy una resiliente y sé que pronto aparcaré todo este dolor». Eligió seguramente la disciplina más sacrificada en el deporte y eso ya le hace ser una campeona. Su actitud ante la vida y las dificultades le han hecho olímpica.