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Opinión | Posiblemente el mejor... en el terreno de juego

Diego Armando Maradona. Reuters

En la hora del adiós a una de las figuras más extraordinarias en la historia del deporte hay que quedarse con todo lo mucho y bueno que hizo a lo largo de su carrera. Maradona ha sido y es una leyenda del fútbol porque su sola presencia convirtió a equipos buenos y no tan buenos en extraordinarios. Tras su fugaz y desgraciado paso por el Barcelona -una grave lesión y una hepatitis le lastraron-, hizo del Nápoles, hasta entonces del montón en Italia, un equipo campeón hasta en dos ocasiones. Y en 1986 tocó la gloria con el título de campeón del mundo con su selección, con el golazo a Inglaterra partiendo desde el centro del campo y la ya famosa ‘mano de Dios’. Hasta aquí, su historia en el terreno de juego. Después llegaría el descenso a los infiernos, con toda una secuencia de drogas, alcohol y un comportamiento deplorable. Hay que quedarse solo con el Maradona futbolista, que no es poco.

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