El editor Àlex Volney (Llibres Ramon Llull) no duda en afirmar que Robert Graves en el Huerto de los Naranjos: la Mallorca mítica y mágica gravesiana es «un referente, un libro fetiche, único, difícil de clasificar» e indispensable «para entrar y comprender el mundo de la Diosa Blanca» que el escritor británico concibió en Deià.  

¿Qué le ha llevado a esta nueva edición de esta solicitada obra, que ya apareció en 2016 en la colección ‘La Foradada’ de J.J. de Olañeta?

Es un libro que se pedía y se buscaba mucho. No es un libro de divulgación pero ayuda muchísimo a entender todo el mensaje de Graves y su gran mito de la Diosa Blanca, la figura fundamental de su pensamiento. Graves concibe que la Diosa Blanca sigue reinando. Destronada por los dioses hombres, ella se escondió en algún sitio, y ese sitio es Mallorca. Graves lo referenciaba mucho con la Virgen de Lluc, muchas costumbres mallorquinas, los cultos que él consideraba agrarios, los siurells...

Un libro concebido a modo de guía.

Normalmente los especialistas en Graves se fijan en su mitopoyesis, es decir, en los mitos que él crea pero que son anglosajones. Parece como que no se han dado cuenta de que Graves también crea unos mitos, y más fundamentales todavía que los otros, que son los del Mediterráneo y que los centra en Mallorca. Así empecé a estudiar mito por mito para poder reconstruir el panorama ante el que se encontró Graves en el momento precisamente en que estaba escribiendo la famosa novela El vellocino de oro.  

Una reedición que se presenta con novedades.

Sí. Hay una introducción amplia para ayudar a comprender mejor el personaje de la Diosa Blanca, la base de todo, cuál es la relación de Robert Graves con su diosa y cuál es su origen. A partir de ahí se entiende mejor lo que sigue, que quizá era un poco abrupto, la manera de entrar en los mitos, aunque es un libro bastante diversificado, porque también hago referencia al impacto que creó la obra gravesiana en personajes como Bob Dylan, por ejemplo. En el propio prólogo digo que este libro es como un aperitivo de un estudio muy en profundidad sobre la micropoyesis gravesiana que está a punto de editarse. 

Pedro de Montaner, a la derecha, junto al responsable de Llibres Mallorca, el editor Àlex Volney Gabi Rodas

¿Queda mucho Graves por descubrir? 

Graves es absolutamente inagotable. Solo la correspondencia localizada son miles de cartas. Su hijo William está haciendo una labor extraordinaria en este sentido. Ahora por ejemplo ha salido publicada en Estados Unidos la correspondencia de Stein, quien le dijo a Graves que «Mallorca es el paraíso, si puedes soportarlo», con Laura Reding, la poeta con la que vino a Mallorca en los años 20. Y es un filón, al estar lleno de referencias.

Entender a Graves es casi imposible.

Graves es un autor muy complejo. Siempre he pensado que tenía un sentido del humor muy especial, porque muchas veces no sabes muy bien si se está quedando contigo, sobre todo en sus relatos cortos y en las entrevistas que concede. Es un personaje muy contradictorio. «Gracias por regalarme su libro pero no he entendido nada», le soltó Ava Gardner en referencia a su libro La Diosa Blanca. Y él le contestó: «No te preocupes, en gente como tú es normal».  

Su hijo William ha asegurado que su padre «no iría hoy a Deià, demasiada gente».

Robert Graves se volvería morir si viera lo que está pasando en Deià, y también en toda Mallorca.  

¿Qué significaba la intuición para el escritor británico?

La intuición existe, y Graves tenía un don de la intuición muy arraigado. Cuando llega a Mallorca una de las intuiciones que tiene, aparte de la del matriarcado, es la de que en la isla había habido un ciclo artúrico. El único testimonio de un posible ciclo artúrico que tenemos es La faula de Guillem de Torroella, pero no pudo leerla nunca porque no se editó hasta mucho después de que él lo dijera.  

¿Por qué hay que leerlo?

Graves es una de las principales figuras de la literatura occidental del siglo XX. Su lectura es siempre muy enriquecedora, y también es tan imaginativa que te lanza hacia tus propias imaginaciones. Uno siempre se siente tentado incluso de escribir novelas inspiradas en los argumentos del propio Graves. Después de la II Guerra Mundial, ya estando en Mallorca, se convierte en un faro que atrae a lo que yo llamo ‘los nuevos Ulises’, intelectuales que vendrán a verle y a conocerle.