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El gaitero Carlos Núñez actúa en Mallorca: "El ritmo del trap coincide con ritmos que manejan la música de las gaitas y 'xeremies'"

El músico gallego ofrecerá este sábado, 10 de junio, un concierto en Lluc, dentro del programa de Sons de Nit, junto con 'xeremiers' de seis pueblos de la isla

Carlos Núñez.

Carlos Núñez (Vigo, 1971) actúa este sábado, 10 de junio, en el ciclo Sons de Nit, en el patio de la Escolania de Lluc, a las 20 horas, y lo hará acompañado de sus gaitas, de toda su banda y de xeremiers de seis pueblos de Mallorca, con los que interpretará temas tradicionales de la isla. Este músico e investigador tiene en mente realizar algún proyecto con la música de aquí para darla a conocer a un público mayor. 

¿Cómo será el concierto que ha preparado para mañana? 

Va a ser una auténtica fiesta en Lluc porque es nuestra vuelta a esta isla encantada después de la pandemia. Es una maravilla volver y voy a traer al grupo completo, que viene de lugares diferentes, gente joven, muchas chicas talentosas con todo tipo de instrumentos tradicionales, y vamos a tener una selección de xeremiers y flabiolers de toda la isla. 

Siempre que ha venido ha tenido muy presente la música de Mallorca. 

Estamos haciendo una selección de repertorio de diferentes localidades con xeremiers de Llucmajor, de Petra, Pollença, Alcúdia, Muro y Sant Joan. Tengo sobre la mesa cientos de partituras. Me encanta una expresión que aprendí de los xeremiers que es «terra endins», sí, enjoy la costa, pero las verdaderas esencias y tradiciones, las highlands de Mallorca, se esconden en esos pueblos del interior. Me parece tan bonito que esté todo eso vivo. Es una tradición muy delicada, pero por suerte en Mallorca se recuperó en el siglo XX y mucha gente se está apuntando, noto un ambiente creciente en torno a eso. Así que vamos a juntar a muchos grupos y vamos a tocar con ellos desde una selección de músicas de Mallorca hasta músicas celtas.

¿Qué busca en ese repertorio que le están enviando?

En la música tradicional tenemos una especie de códigos no escritos y es que damos más valor a las piezas antiguas, tienen un plus. Me encanta eso, encontrar cosas con esa energía telúrica de las piezas más antiguas. Vamos a hacer como un recorrido por toda la isla y me encantaría que se reflejasen los estilos diferentes, porque los xeremiers de Mallorca son muy individualistas, no son como los escoceses que tocan todos lo mismo. 

Tocará en un lugar del que se dice que es mágico. 

Totalmente, es una emoción muy grande. Algo que nos encanta es tocar en lugares mágicos y es porque cada lugar, de alguna manera, es un instrumento, impregna la música y tú tienes que adaptar la música al lugar. Una semana y media después del concierto en Lluc, estaremos en la catedral de Saint-Denis de París, con un repertorio completamente diferente y una orquesta sinfónica, vamos a hacer las músicas celtas de Beethoven, te adaptas a cada lugar... Lluc me parece un lugar de bandera, seguro que vamos a sentir muchas cosas y yo voy a aprender muchísimo. Siempre quiero aprender de las tradiciones y quién sabe si algún día incluso poder llegar a hacer un proyecto mayor, sea un disco, un audiovisual... lanzando algo para que en el mundo se conozca que en Mallorca existen esas músicas tan bonitas y esas tradiciones vivas. En este tipo de conciertos me encanta hacer un viaje por el tiempo. La última grabación que hemos sacado hace unos meses fue juntando la gaita y el trap. El ritmo del trap coincide con ritmos que manejan precisamente las músicas tradicionales de las gaitas, de las xeremies... 

¿Dónde se siente más cómodo, en estos conciertos, arropado y acompañado por otros músicos, o investigando, en el estudio?

Es diferente, los comparo con la sístole y diástole del corazón. Hay momentos en los que es necesaria la concentración, los músicos pasamos gran parte de nuestra vida encerrados, estudiando, hemos pasado nuestra juventud encerrados... Detrás de un virtuoso hay un esclavo, no nos equivoquemos. Creo que la válvula de escape de toda esa disciplina siempre han sido los conciertos. Cuando llega el concierto, es una explosión de felicidad, es volver a socializar... Es el yin y yang de mi vida.  

Lo decía por su dedicación a investigar, a establecer conexiones entre diferentes músicas.

Es algo apasionante porque no paras de sorprenderte. Cuando empezaba, mis ídolos eran siempre gente mayor que yo. Me acuerdo de los primeros specials guests de mis discos, solía ser gente mayor. Yo hablaba mucho con Paco de Lucía, quería hacer una grabación con él. The Chieftains, mis maestros, podrían tener la edad de mis padres o más, casi de mis abuelos, Compay Segundo, Ryuichi Sakamoto, que se acaba de ir, Montserrat Caballé... Pero me he dado cuenta de que, de un tiempo para aquí, estoy invitando a gente mucho más joven, de 18, de 20 años... Esa pieza de gaita y trap, el productor es un chico de 19 años y hemos hecho cosas con colaboradores muy jóvenes de C. Tangana... Cada generación son maestros de un tipo de tecnología y es cierto que yo tuve la suerte de vivir el momento más álgido de la grabación analógica, a finales de los 90, con unos medios increíbles, con los músicos tocando todos juntos, con esa magia. Pero también es cierto que siempre trincas algo de las generaciones anteriores y después pasa a apasionarte lo nuevo que aporta la tecnología de los más jóvenes. Y todas esas aportaciones son necesarias. Aunque pensemos en la pureza, eso no existe, la música tradicional es una partitura que está moviéndose siempre, es música oral y la oralidad hace que vaya cambiando. 

Carlos Núñez reside en Galicia, pero viaja por todo el mundo con su música.

¿Y en el caso de Mallorca?

Me encanta porque cada vez que voy, aprendo y veo que existe una Mallorca que la gente no conoce. He escuchado canciones tradicionales que, cerrando los ojos, si me dicen que es canción de Bretaña, me lo creo. Aún hay mucho campo para sorprendernos, para disfrutar, mucha cosa escondida muy válida y con mucho arte en la tradición oral de Mallorca. 

¿Vive la música celta un buen momento gracias a gente joven?

 Lo que creo que está teniendo un buen momento, más que la música celta, que no creo que se haya producido una nueva ola, son las músicas tradicionales, entendidas desde todos los estilos. Y es algo que he promulgado desde siempre, que aprendí con los Chieftains, que si un día grababas con Sting, otro día los Rolling querían cantar una canción irlandesa, Sinéad O’Connor una tradicional, otro día con Ry Cooder... Eso empecé a practicarlo con Luz Casal, con Dulce Pontes, con Ryuichi Sakamoto... Y ahora sí que veo que eso ya se ha normalizado: Rosalía, inspirándose en el flamenco, ¿C. Tangana? también; Amaia saca una jota pamplonica... Es muy bonito porque ya no hay esos complejos. Cuando empezaba, casi casi me hacían bullying por ser gaitero. Pero eso ya pasó, ahora es motivo de orgullo y los más jóvenes no tienen esos complejos que había en los 80, cuando el rock era sinónimo de modernidad.  

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