La escultura L’uomo della luce (El hombre de la luz) del artista mallorquín Bernardí Roig que se instaló en 2008 en Milán ha dejado de tener sentido debido a la degradación y al fallo eléctrico que impide que se ilumine. «El hombre de luz se ha ido a las tinieblas», sentencia la periodista Francesca Pini en un artículo en el periódico Corriere della Sera.

La escultura, tal como fue creada por Roig, es una figura humana de tamaño real que camina sobre una viga inclinada. El hombre carga a su espalda con 17 tubos fluorescentes que se encienden por la noche, o deberían. En estos momentos, los neones no se encienden y la estatua ha perdido su pátina blanca y muestra el color del bronce con la que ha sido realizada.

Ante el actual estado de su obra, Bernardí Roig ha declarado al Corriere della Sera que autoriza al alcalde de Milán a fundir la estatua «y hagan medallas al valor civil y a la memoria compartida».

Pini, en el artículo, transmite su indignación por el abandono de una obra que encargó la Provincia de Milán para recordar a los cinco muertos en un atentado con coche bomba que tuvo lugar en julio de 1993 y que posteriormente se ha dedicado a todas las víctimas del terrorismo.

Tras una consulta ciudadana en la que participaron 5.000 personas, se decidió que la escultura, instalada en los jardines del Palacio Isimbardi, sede institucional del gobierno provincial, merecía estar en un lugar más público. Así, en 2009, El hombre de la luz se colocó en la Via Vivaio, en la nueva plaza frente al edificio histórico, en un lugar que lleva el nombre de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El problema, como menciona Pini, es que ninguna institución pública asume la responsabilidad de la restauración de la escultura, ya que la Provincia de Milán ya no existe y ha dado paso a la Ciudad Metropolitana.