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David Gómez se siente «robado» por la marca Candlelight

El pianista estudia emprender acciones legales ante lo que considera «una copia» de la puesta en escena de un espectáculo que ideó hace 20 años y que le está mermando a nivel «económico y personal»

David Gómez, pianista.

El pianista David Gómez (Wattwill, Suiza, 1974), afincado en Mallorca desde hace décadas, está que trina. Hace más de quince años, cuando se formaba profesionalmente en Holanda, donde perfeccionó sus estudios en el Conservatorio de Róterdam, puso el germen de 1 Piano y 200 velas, un espectáculo por el que es conocido y que se basa en «una puesta en escena muy cuidada y exquisita, original, mágico, de carácter soñador, auténtico y emotivo, impredecible y desbordante de sorpresas». Un show que desde entonces ha presentado en un sinfín de lugares románticos y especiales de medio mundo, como faros, iglesias derruidas, cementerios, edificios abandonados, estaciones de tren o playas. Siempre interesado en reinventarse, el músico, que también ejerce de compositor (tiene varios discos publicados, algunos con el afamado productor Joe Dworniak, quien también ha trabajado para Jarabe de Palo, Michael Nyman o Kiko Veneno), se vino abajo hace ahora cuatro años, en 2019, cuando descubrió que la marca Candlelight «hacía lo mismo que yo, conciertos con una ambientación basa en la luz de las velas». A día de hoy, tras un requerimiento que fue respondido con «burlas», se siente «apenado y desanimado», hasta el extremo de que estudia emprender acciones legales y llegar hasta el final. «A esto se le llama robar», espeta.

Las redes sociales de David Gómez no dejan de acumular mensajes de apoyo contra lo que él considera «una copia» que le está mermando a nivel «económico y personal». En 2021, desesperado, efectuó un requerimiento, al que la empresa denunciada «contestó medio en burla, en plan de que cualquier persona puede tocar con velas, incluso me ofrecieron hasta trabajo, si quería actuar para ellos, que sería un placer, añadieron», relata el pianista.

Afirma Gómez que Candlelight, que anuncia sus conciertos como «una experiencia única a la luz de las velas» y que han sido vistos en más de 100 ciudades, con más de tres millones de espectadores, «están quemando este proyecto por todos lados, una idea que yo, que tengo los derechos de propiedad intelectual, como creador de esta puesta en escena, estaba dosificando, ofreciéndola una vez al año en diferentes ciudades españolas, para que el público la recibiera con ganas».

«Están infringiendo los derechos de propiedad intelectual y provocan en el consumidor un elevado riesgo de confusión y sobre todo de asociación, lo que supone un grave perjuicio», subraya.

La «copia» de Candlelight también se extiende, según Gómez, a algunos gestos que él hace en sus interpretaciones y a uno de los episodios por el que se ha hecho popular, el de las pedidas de mano. «En todos estos años habré hecho alrededor de 70 pedidas de mano, pues si no era suficiente copiar lo de las velas, también hay pedidas de mano. Seguro que uno de ellos ha venido a un concierto mío, le habrá gustado eso, y ha copiado la idea de arriba a abajo, y como empresario lo han explotado bien», protesta. «La gota que colma el vaso es que hasta en Palma Candlelight ha programado un concierto el mismo día en que yo hago otro. A mí no se me ocurriría jamás copiar a nadie. Me parece una falta de personalidad y profesionalidad».

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