Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Picasso y la prehistoria

París se rinde al Picasso más primitivo

Una exposición en la capital francesa explora la relación entre el arte de la Prehistoria y las obras del genio cubista

La exposición dedica a Picasso en el Museo del Hombre de París. J. C DOMÈNECH

¿Pablo Picasso se inspiró de las pinturas de animales en las cuevas de Altamira para concebir el toro o el caballo del 'Guernica'? Es una de las hipótesis exploradas en la última exposición sobre el artista malagueño en París. El Museo del Hombre expone una muestra temporal sobre los vínculos entre el arte de la Prehistoria y el del genio cubista y surrealista, sobre todo durante el periodo de entreguerras (1918-1939). Organizada en el marco del 50º aniversario de la muerte de Picasso, podrá visitarse hasta el 12 de junio.

El hecho de que sea el Museo del Hombre el impulsor de la muestra no resulta anodino. Fue en esta misma institución, actualmente dedicada a la paleoantropología y situada en la explanada de Trocadero (oeste de París), donde Picasso visitó una de sus primeras exposiciones en la capital francesa. Allí descubrió en 1907 las estatuas y máscaras africanas y quedó fascinado. Numerosas exposiciones han explorado los vínculos entre el arte picassiano y el primitivo africano. Bastantes menos se han adentrado en la comparación con las pinturas y esculturas rupestres, otra de las fuentes de inspiración de este genio de las vanguardias para romper con el canon de la tradición.

Una fotografía de Picasso de la exposición que puede verse en París.EPC

"La magia me interesa”

El interés de Picasso por ese arte prehistórico era fruto de “la curiosidad, de unas miradas cruzadas”, explica Cécile Godefroy, comisaria de la exposición. Curiosamente, existe cierta correlación entre la vida del artista y los hallazgos del arte de la Prehistoria, entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. En 1879, dos años antes del nacimiento del artista, fueron descubiertas las cuevas de Altamira, cerca de Santander. En 1922, la cueva de Pech Merle y en 1940, la de Lascaux, también en el sur de Francia. 

La exposición dedica a Picasso en el Museo del Hombre de París. J. C DOMÈNECH

Picasso nunca visitó Altamira o Lascaux, pero sí que se impregnó de ese arte a través de las revistas de vanguardia, que se interesarían especialmente por esos hallazgos a partir de los años veinte. También coleccionó imitaciones de las obras halladas en esas grutas. Por ejemplo, adquirió una copia de la estatuilla de la Venus de Lespugue, esculpida hace unos 26.000 años con marfil de mamut, en 1926, cuatro años después del descubrimiento de esta pequeña estatua femenina que fascinaba al pintor. “¿Por qué me gusta mi Venus prehistórica? Porque nadie sabe nada sobre ella. La magia me interesa. Yo también la hago”, dijo Picasso a André Malraux, según recordó el escritor francés en 'La Cabeza de Obsidiana'. 

Esas formas sensuales, robustas y misteriosas de la Venus de Lespugue inspiraron su arte. Una influencia evidente en lienzos como 'Mujer lanzando una piedra' de 1931 o 'El acróbata azul' de 1929, en que se observan similitudes entre la libertad obligada de esos artistas prehistóricos que adaptaban sus pinturas al relieve irregular de las cuevas y la libertad compositiva de un Picasso en busca de la tridimensionalidad. Ese interés por lo primitivo coincidió con una evolución de su arte. Durante el periodo de entreguerras, pasó de un cubismo más académico en la década precedente, equiparable al de Juan Gris o Georges Braque, a un estilo más libre. Era un cubismo “mágico”.

Un detalle de la exposición sobre Picasso en París. J. C DOMÈNECH

Una influencia múltiple

El arte primitivo no solo influyó en las figuras femeninas de Picasso, sino también en muchos otros aspectos. Fue una inspiración múltiple, como lo reflejan las 40 obras de la muestra. En pinturas abstractas como 'Círculos y signos V' hizo rayitas negras parecidas a las incisiones en la piedra de los primitivos. También se interesó por uno de los primeros gestos artísticos en la historia de la humanidad: las huellas de manos. Muy presentes en las cuevas prehistóricas, aparecen, asimismo, en obras picassianas, como en 'Perfiles femeninos sobre una mano recortada'. 

La búsqueda de la autenticidad llevó al genio español a mirarse en el espejo de esos primeros artistas. Como los primitivos, Picasso estaba fascinado por los animales, sobre todo por los toros. De hecho, coleccionaba sus huesos. Así se ve en una simpática fotografía de Dora Maar en que se le ve enseñando el cráneo de un bovino en una playa de la Costa Azul. También aprovechó como soporte artísticos objetos de la naturaleza tan sencillos como bellos, como los guijarros de playa

Uno de los aciertos de la exposición es mostrar este carácter pluridisciplinar. En cambio, se le puede reprochar la poca presencia de grandes obras del artista. Quizás con la excepción de 'La Venus del gas', el único ready-made hecho por Picasso y con el que se cierra la muestra. En 1945, cogió un quemador de un horno, lo cambió de posición (lo descontextualizó) y lo convirtió en la estatuilla de una mujer. Su forma recuerda las Venus paleolíticas. Con su genio, no solo dio un sentido artístico a ese objeto cuotidiano, sino que lo hizo viajar en el tiempo miles de años. Hasta la Prehistoria.

Compartir el artículo

stats