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Entrevista con el padre del cine 'indie'

Todd Solondz: "Estoy acostumbrado a ofender y sigo aquí"

El director de 'Happiness' visita Barcelona con motivo de la retrospectiva que le dedica el festival Americana en colaboración con la Filmoteca de Cataluña

El director de cine Todd Solondz en Barcelona.

Los últimos años, parte de la conversación ha girado en torno a conceptos como la ofensa, lo oportuno y la corrección política. Conversar sobre esas cosas con Todd Solondz ('Happiness', 'Palíndromos'), autor que ha hecho de la controversia la esencia de su cine, es un lujo. Un lujo que pone a nuestra disposición el festival Americana (7-12 de marzo). Como parte de su programación, el festival sobre cine independiente americano dedica una retrospectiva al cineasta. Con motivo del ciclo, que empezó ayer y se extenderá hasta el 26 de marzo, Solondz está unos días en la ciudad, donde participa en varios eventos relacionados con su obra. Hemos podido conversar con él.

Para Solondz, las razones por las que el cine lo tiene difícil para arriesgar hoy día son el miedo y el dinero, y dependen uno del otro. "La gente está muy preocupada, tiene miedo de ser cancelada. Hoy día es difícil divertirse porque si lo haces te pueden dar tanto por la izquierda como por la derecha. Imparto clases y sufro por mis alumnos, que tienen que encontrar su orientación en un campo de minas. También porque, aunque la encuentren, la gente con dinero nunca apostará por películas arriesgadas”. También menciona a los ilustradores y autores de cómic Joan Cornellà y Molg h., recomendaciones de su hijo, y ha dicho que le ha gustado 'El impostor' de Javier Cercas.

-Tengo la sensación de que se ha impuesto en el cine la obligación de hablar desde la experiencia. ¿Está usted de acuerdo?

-Es muy complicado. No creo que tengas que ser gay para hacer una película sobre gays, o mujer para hacer una película sobre mujeres. Pero si quieres hacer una película sobre algo que no eres tienes que ser responsable y saber de lo que hablas. Si no, corres el riesgo de parecer un turista perdido en territorio que no conoce. Cuando hice 'Bienvenido a la casa de muñecas' (1995) tenía miedo de cómo podían responder las mujeres ante un tío de 30 años que hacía una película sobre una niña a la que amenazan con violar, pero tenía fe en ese personaje y en respetar su integridad.

-Una de las cosas que distinguen sus películas es el sentido del humor. A día de hoy hay cineastas que abordan temas tan controvertidos como los de su cine, pero no muchos se atreven a hacerlo desde la comedia.

-Tienes toda la razón. En Estados Unidos, de hecho, hay cómicos que han dejado de hacer tours por institutos por miedo a ofender la sensibilidad de los jóvenes. Hay mucho miedo en general a ofender a alguien. Yo estoy acostumbrado a ofender y sigo aquí, no me ha ido tan mal. No es divertido estar cerca de gente sin humor, y no tiene mucho sentido hacer una película sin ironía. De todos modos, eso no es igual para todos y tiene que ver con el dinero que generas. Dave Chappelle hizo un especial de comedia que ofendió mucho a la comunidad trans pero generó ingresos millonarios. Los de Netflix ponen en una balanza esos ingresos y la tempestad en Twitter y les sigue compensando el dinero. En cambio, si alguien joven quiere empezar con películas un poco subversivas, como no tiene esa capacidad de recaudación tendrá más problemas para utilizar el humor y la ironía.

-¿El cine actual está secuestrado por la actualidad?

-Las películas que tratan de manera forzada sobre un tema suelen ser un poco superficiales y, por ello, no muy interesantes. Pero eso no significa que haya que desconectarse de los asuntos candentes. Yo no tengo un sistema definido a la hora de abordar las historias. Empiezo por una escena que me viene a la cabeza y veo hacia dónde me lleva. También he de decir que he tenido la suerte de trabajar con gente muy buena. Si tienes la suerte de hacer un casting con los actores adecuados, parece que escribes mejor de lo que escribes.

-Algunas de sus películas, como 'Cosas que no se olvidan' (Storytelling, 2001), llevan implícita una reflexión sobre la naturaleza de las historias y el acto de contarlas.

-Debí convencer al distribuidor español de que esa traducción del título no era buena idea (bromea). No soy tan autoanalítico como intuyo que crees que soy. En realidad lo que me gusta es jugar con la forma de las historias para que sean frescas, estén vivas y puedan tener un impacto en el espectador. Como cineastas somos responsables, en primer lugar, de contar una historia.

-¿Se puede seguir hablando hoy de cine independiente americano?

-Cada año conceden premios a la mejor película independiente, así que debe de haber una escena. Pero no sé si formo parte (ríe). Seguro que hay buenas películas, pero no las he visto. Para ser justo, he de decir que tampoco veo películas de Hollywood. Ya tengo una edad, mi tiempo está limitado y, en este momento, me interesan más los libros.

-Prepara 'Love Child', una película con Rachel Weisz y Colin Farrell. Han pasado siete años desde 'Wiener-Dog' (2016). ¿Por qué ha tardado tanto?

-Como siempre, la explicación radica en el dinero. Si tus películas recaudan mucho es fácil conseguir financiación. Si no recaudan, es muy difícil. Y yo he hecho perder mucho dinero a mucha gente.

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