Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ENTREVISTA

El dramaturgo Juan Mayorga: "Es un hecho que mis textos no se estabilizan y nunca los doy por acabados"

"Si me preguntasen de qué va esta obra, yo diría que sobre la amistad, pero también sobre el teatro, la infancia y la muerte"

Juan Mayorga, en el escenario del teatro Palacio Valdés, en la lectura de «La colección». MARÍA FUENTES

El dramaturgo madrileño Juan Mayorga (1965) vuelve a Avilés. El próximo 10 de marzo el Centro Niemeyer, a pocos metros del teatro Palacio Valdés que acogió hace solo unos meses su lectura dramatizada de "La colección", va a ser el escenario de "Amistad", su penúltima función, una comedia que dirige José Luis García-Pérez y que él mismo protagoniza junto a Daniel Albaladejo y Ginés García Millán, una historia negra de muerte y conocimiento que todas las noches –desde finales de enero– llena las Naves del Matadero, en Madrid. Mayorga atiende a LA NUEVA ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, un jueves, que es día de Real Academia. Es miembro de la institución desde 2019 y, encima, tesorero. Y, además, el último premio "Princesa de Asturias" de las Letras.

Me tiene que explicar cómo es posible que haya entregado el texto "Amistad" a José Luis García-Pérez para que lo dirija, que lo arregle al pie de escenario, mientras lo están ensayando, que se haya publicado ahora y que, pese a todo, siga arreglándolo todavía más.

Antes de "arreglar", hablaría de "seguir trabajando". Como sabe, nunca doy por acabado un texto, siempre estoy en conflicto con ellos y una y otra vez me encuentro con ocasiones para seguir pensando sobre ellos y para comprenderlos. A veces he dicho que publico y estreno mis obras para que otros me ayuden a comprenderlas y para que me ayuden a reescribirlas. Sucede que con José Luis García-Pérez hay una complicidad muy especial: somos amigos y, por otro lado, he tenido la suerte de dirigirlo en "El cartógrafo" y en "El mago". Cuando él lee la obra y decide asumir su dirección empezamos una conversación que no ha acabado y ambos estamos descubriendo secretos. Sucede, por otro lado, que si eso se podía decir de cualquier pieza, tiene especial sentido para esta, para "Amistad". ¿Por qué? Pues porque en esta obra los tres personajes practican un juego y uno se da cuenta de que, como en el ajedrez, basta el cambio de un movimiento –en este caso, el cambio de una frase o de una acción– para que todo el juego se altere. Para mí esta experiencia está siendo fascinante. Yo estoy por la calle y estoy pensando: "¿Y si ahora Ufarte o Manglano o Dumas en lugar de esto que dicen, dijeran esto otro? O hicieran cualquier otra cosa".

Y los actores dirán: "Oye, dramaturgo...".

No, no. Porque son actores extraordinariamente maduros, inteligentes y virtuosos y muy cómplices. Entonces, pues al contrario, ellos también participan de esa permanente conversación y, por supuesto, ellos no están en una actitud de obediencia, si no más bien de complicidad. En ocasiones, hay propuestas que hago que no les interesan, me explican por qué y muchas veces veo que tienen razón.

Porque usted no se tiene por autor dictatorial, ¿no?

Bueno, pretendo no serlo. Ni como autor, ni como director, ni como nada. Me parece muy bonito que esta obra que se llama "Amistad" la hayan hecho unos amigos porque considero que los tres son amigos míos y yo me siento amigos de ellos. Es desde el respeto desde donde se produce esa conversación de la que estamos hablando usted y yo. La verdad es que, en todo caso, uno de los grandes atractivos de este espectáculo es que podemos ver a tres actores magníficos: es difícil encontrar un elenco tan bueno en los escenarios españoles.

O sea, el filólogo que decida fijar un texto como "Amistad" las va a pasar canutas.

Bueno, supongo que, por otro lado, esas transformaciones, esa tensión del texto, el hecho de que tenga cierto carácter fantasmal, también pueden generar su interés, digo yo para algún curioso, para algún estudioso. Es un hecho que mis textos no se estabilizan y que, efectivamente, nunca los doy por acabados. Creo que en algún momento dijo Borges –lo citaré mal– que la noción de obra definitiva solo vale en el campo de la religión o en el de la pereza. Algo así dijo y, una vez más, yo creo que el viejo Borges tenía razón.

Lo que sorprende es que haya causado sorpresa que se haya metido con una comedia.

En verdad yo no sé si "Amistad" es comedia o no lo es. No escribo conforme a géneros: son los personajes y las situaciones que viven las que me guían. Lo que sí que es verdad es que cuando "Amistad" empezó a ser leída había quien lo hacía con sonrisas y me dijeron, incluso, que se les escapaba alguna carcajada. Es verdad que en este espectáculo se producen carcajadas, que hay espectadores que acompañan con risas a los actores, pero no estoy seguro de que sea una comedia.

Pero hablaba del humor en su obra.

El humor en mis obras, si no es dominante, tampoco es raro. Aparece en "La tortuga de Darwin", aparece, paradójicamente, en "Himmelweg", en "El gordo y el flaco", en "Intensamente azules", en "Alejandro y Ana"... sí, si empiezas a echar un vistazo encuentras obras en las que hay humor.

Me da que la cosa va de que un académico de la Española, un "Princesa" de las Letras tiene que parecer circunspecto.

(Risas) Me está recordando un premio que para mí ha sido muy querido. La semana que pasé en Asturias me hizo pensar que el premio era el afecto de la gente asturiana. La verdad es que fue una semana de muchas risas. Es verdad que hay algunas personas que me atribuyen cierta solemnidad y puede que piezas como "Amistad" las sorprendan.

Lo ha dicho antes: a García-Pérez lo había dirigido dos veces, a Daniel Albaladejo también. ¿Acaso hay "chicos Mayorga"?

Bueno, yo no diría eso: yo no me atrevería a decir esto. Al contrario, yo diría que soy un "chico Albaladejo", un chico "García-Pérez" o un chico "Ginés García Millán". Con García-Pérez me había encontrado tres veces: a "El mago" y a "El cartógrafo" hay que añadir la versión que hice del "Tenorio" que dirigió Blanca Portillo. Con Albaladejo disfruté como un enano en "La lengua en pedazos" y en "Reikiavik". Con Ginés coincidí en un evento que escribí para Helena Pimenta con motivo de la capitalidad cultural de Salamanca, pero no habíamos llegado a compartir una experiencia como esta. La verdad es que se nota la complicidad entre los cuatro: se nota en escena.

¿Acudió a los ensayos?

No, no. Hubiera deseado hacerlo, pero solo fui a algunos ensayos. Estoy bastante ocupado con la dirección del Teatro de La Abadía, así que no pude acudir a tantos ensayos como hubiera querido. Antes hicimos distintas lecturas y la conversación con José Luis García-Pérez ha sido permanente. Luego he podido ver bastantes funciones y la verdad es que estoy muy contento con el resultado que han alcanzado.

¿Cómo lee las críticas que dicen que bueno, que bah, que Mayorga no es el que esperábamos?

Todas las críticas las agradezco. Lo importante es qué hagas tú con la crítica. De una mala crítica –en el sentido de una crítica mal hecha– puedes tú hacer algo bueno. Con todas las críticas puedes aprender algo. Y hablando de una crítica en cuyo centro está la muerte creo que cobra especialmente sentido decir que lo que no mata, engorda. Quiero decir que yo lo leo todo con interés y con curiosidad. Si a mí me preguntasen de qué va esta obra yo diría que va, por supuesto, sobre la amistad, pero también sobre el teatro, la infancia y la muerte. Conforme la he releído y visto me he dado cuenta de que está muy vinculada a otras piezas mías.

Le he pillado ultimando un estreno en La Abadía.

El de "Coraje de madre", de George Tabori. Dirigir el Teatro de La Abadía es una bella aventura que me permite acompañar el trabajo de otros como, en este caso, el de mi querida Helena Pimenta y, al mismo tiempo, llamar la atención de los espectadores españoles sobre la obra de un gran dramaturgo como es Tabori, que apenas es conocido en nuestros escenarios. Realizar este tipo de trabajos me resulta fascinante.

¿Cómo compatibiliza esto con la preproducción de "María Luisa", su próxima obra?

"María Luisa" surge de una conversación que tengo con un amigo que es portero de un inmueble que me dice que ha aconsejado a una señora de su edificio que ponga más nombres en su buzón para evitar que piensen que está sola. Y ahí se dispara mi imaginación. Estoy muy muy ilusionado. Tengo a Lola Casamayor y Marisol Rolandi en los papeles femeninos.

Compartir el artículo

stats