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Entrevista

La bailaora María Pagés actúa en el Auditorium de Palma: «El flamenco puede presumir de haber ido de la marginalidad a los más grandes escenarios»

«Las artes juegan un papel básico en la educación emocional», afirma la galardonada con el último Premio Princesa de Asturias de las Artes junto a Carmen Linares

La prestigiosa bailaora y coreógrafa (Sevilla, 1963) en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona cuando presentó ‘De Scheherezade’. Jordi Cotrina

La bailaora y coreógrafa María Pagés, galardonada con el último Premio Princesa de Asturias de las Artes junto a Carmen Linares, además del Premio Nacional de Danza 2002 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2015, trae este viernes De Scheherezade al Auditorium de Palma.

¿Esta obra es la lectura más actual y feminista de la historia de Scheherezade?

El mensaje que nos gustaría transmitir es la importancia de la palabra para el entendimiento de las personas. A través de ella, Scheherezade logró resolver un conflicto extremadamente grave. Es un valor de los seres humanos, el de poder alcanzar acuerdos sin necesidad de acudir a estrategias violentas o dolorosas, aunque no siempre se utiliza, como podemos ver actualmente. Además, en la dramaturgia hay una intención clara de resaltar el protagonismo femenino, de poner en valor su papel en las artes, la literatura y la vida. Scheherezade es el principal pero también nos acompañan otros personajes esenciales de la mitología y más actuales.

La danza 'De Scheherezade', protagonizada por María Pagés

Como hizo ella con el sultán, ¿a quién hay que educar ahora?

La educación en las artes es fundamental desde los primeros años de formación. No solo hay que inculcarles lo estrictamente académico y racional, ya que el ser humano también es emoción y, en esta convivencia continua, las artes juegan un papel básico acompañando y fortaleciendo la educación emocional. Estamos muy concienciados de ello en el centro coreográfico María Pagés, abierto desde hace cuatro años.

¿Necesitamos que continúe el cuento cada noche, aunque sea a través de Netflix?

Ese tesoro maravilloso que el ser humano tiene, la palabra, ha creado otra maravilla, el cuento, que puede ser una película, una serie, una charla, un debate, una fábula... Sí es una necesidad que nos cuenten un cuento y también saberlo escuchar. Nos invitan a imaginar, que es el germen de la creación, de empezar a actuar.

Participó en las tres películas de Carlos Saura con el flamenco como gran protagonista. ¿Qué aportó con ellas a este arte?

Han sido fundamentales para el enriquecimiento del flamenco y, además, han hecho que quede plasmado para siempre en el cine un arte vivo y por tanto efímero, basado en la transmisión oral. Con las obras maestras de Saura, este arte único e irrepetible cada vez que se levanta el telón tiene un espacio fijo en el audiovisual para futuras generaciones.

Su apellido paterno viene de las islas, ¿verdad?

Mis antepasados procedían de las islas, un motivo más para ir y disfrutar de ese paraíso. Cuentan en la familia que mi tatarabuelo era un marino ibicenco que llegó al puerto de Málaga y se acabó enamorando de una malagueña. Desde allí salió una ramificación hacia Sevilla y otra a Cádiz.

Ha contado alguna vez que utiliza las Matemáticas para la danza por herencia paterna.

Era profesor de Matemáticas y me las transmitió con gran amor. Siempre me han gustado porque están muy presentes en la vida y, por supuesto, en la danza. Las he tomado como un juego y siempre se encuentran. Participan en la música, la rítmica, la armonía, la proporción de los espacios...

¿Usted es la demostración de que se nace con el duende?

Es verdad que podemos tener más facilidad para ciertas cosas. Todos tenemos algún tipo de don y en mi caso tuve la oportunidad de entender desde muy pequeña que la danza forma parte de mí. Sin embargo, más allá del talento hay que crear las circunstancias para que se manifieste de forma plena y crezca, enriqueciéndolo con muchísimo trabajo detrás que lo acompañe. Hay que estar siempre a la escucha, observar lo que te rodea y conectar con lo que te alimenta para traducirlo luego en lo que mejor sabes hacer.

¿El Princesa de Asturias sirvió para que el flamenco se asiente entre las grandes artes?

Es sin duda el premio de este país de mayor reconocimiento hacia las artes. A nivel personal obviamente fue una gran alegría para Carmen [Linares] y para mí, aunque tenemos claro que es un reconocimiento al flamenco y abre un camino para trascender y llegar al reconocimiento social.

¿Aún no existe?

Todavía hay algún tipo de no aceptación, una cierta resistencia. Es muy necesario que la sociedad española lo entienda como un arte propio, que debe querer y proteger, pero para poderlo amar hay que conocerlo.

¿Ha perdido algo durante el camino desde sus orígenes más populares?

Todo lo contrario. No es un arte creado en un estudio que tiene un límite de crecimiento, sino que va escalando y enriqueciéndose, que absorbe lo que encuentra por el camino sin ningún complejo, ya que tiene una gran capacidad de asumirlo y hacerlo suyo. Eso hace posible que evolucione sin parar. Además, sus orígenes le otorgan gran profundidad y capacidad de comunicación. Hay pocas artes que puedan presumir de haber pasado de la marginalidad a los más grandes escenarios.

A usted le interesa dialogar con otras artes. ¿Cuál le atrae que no haya probado?

Sigo el ejemplo del flamenco, que no para de compartir, ya que es hospitalario. No me planteo probar algo nuevo, sino que en cualquier parte puede aparecer la inspiración. Yo estoy abierta y a la escucha porque soy muy curiosa.

¿Los años suman o restan a la hora de bailar?

Es un continuo equilibrio. Sin duda físicamente restan, pero al mismo tiempo los años aportan experiencia y sabiduría. Se trata del equilibrio natural de la vida y hay que acompañarlo con toda la tranquilidad y de forma sana.

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