“Ser mujer es extremadamente difícil y, cuanto más mayor, peor se pone”, le dice Leonora Carrington al director de cine Javier Martín-Domínguez en su casa de Ciudad de México. El cineasta recogerá esas palabras de la artista y otras muchas conversaciones con ella en su película documental Leonora Carrington, el juego surrealista, estrenada en 2012, un año después de su muerte, a los 94 años. Carrington habla a veces en español, a veces en inglés y, antes de pronunciar esas palabras, le enseña al director fotos suyas de infancia en color sepia y le cuenta que empezó a pintar con tres o cuatro años.

Esa voz y esas imágenes resuenan y se proyectan en una de las salas de las dos plantas que la Fundación Mapfre dedica en Madrid a la primera exposición en España de esta artista compleja y rebelde que fue escritora, pintora, escultora y tejedora de tapices, comprometida con el ecologismo y los derechos de las mujeres y dueña de un lenguaje con el que evocó “un mundo fascinante de rituales mágicos donde nada es lo que parece y suceden las más increíbles transformaciones”, en palabras de Tere Arcq, comisaria de la exposición junto con Carlos Martín Stefan van Raay, director del Cobra Museum voor Moderne Kunst de Amstelveen, en Países Bajos.

La muestra, titulada Leonora Carrington. Revelación, que comenzó a gestarse en 2018, recorre su trayectoria artística a partir de 188 obras entre pinturas, dibujos, fotografías, esculturas, tapices y documentos procedentes más de 60 prestadores, entre ellos el Museo Reina Sofía, el Thyssen, el MoMA de Nueva York, el San Francisco Museum of Modern Art, el Art Institute of Chicago, la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea de Roma, el Museo de Arte Moderno de México, la Tate de Reino Unido o el Tel Aviv Museum of Art, además de destacadas colecciones particulares.

¿Por qué nunca, hasta la fecha, se le había dedicado una exposición a Carrington en España? “En primer lugar”, explica Carlos Martín, “porque dentro de esa generación, las mujeres artistas tuvieron un papel subalterno y la historia del arte tampoco las ha colocado en el lugar que merecían y, por otro lado, porque ella tampoco fue una artista que hiciera grandes esfuerzos por construir su figura pública. Es decir, no tuvo presencia en galerías, era una persona bastante discreta, hacía su trabajo, pero no era mundana”.

La exposición, que se inaugura el 11 de febrero y podrá verse hasta el 7 de mayo, impugna esa subalternidad y “revela”, a lo largo de 10 secciones, una obra marcada por la construcción de otros mundos alejados de los visibles y por sus experiencias vitales: su expulsión de escuelas católicas tras ser declarada “ineducable”; su ingreso en la Academia de Arte de Miss Penrose de Florencia, que le permitirá entrar en contacto con la obra de los artistas del Quattrocento que tanta influencia ejercerán en su pintura; sus primeras acuarelas agrupadas con el título Sisters of the Moon [Hermanas de la luna] (1932-1933), en las que vuelca su fascinación por los cuentos y el género gótico que leía de niña y que reflejan ya su preocupación por el lugar que la mujer ocupa en el mundo; sus años en Londres, donde se codea con los surrealistas; su relación con Max Ernst, con el que se traslada a la localidad francesa de Saint-Martin d’Ardèche, a una casa en la que ambos emprenderán “su propia obra de arte total”; su huida a España tras la llegada del nazismo, y su marcha después a Nueva York y más tarde a México, donde desarrollará su obra de madurez y conocerá a otros exiliados como la pintora Remedios Varo y la fotógrafa húngara Katie Horna.

Desde Ciudad de México, Carrington viajará a menudo a Estados Unidos, donde entrará en contacto con el movimiento feminista de los años 60 y “defenderá el control de las mujeres sobre su propio cuerpo”, explica el comisario de la muestra, “e incluso será partidaria de que se instalen quioscos en cada esquina para vender pastillas anticonceptivas”.

El hecho de que esta exposición sea en Madrid tiene, además, una enorme carga simbólica porque será en esta ciudad donde la artista confirmará su devoción por la obra de El Bosco, Brueghel El Viejo o Platinir mientras pasea por las salas del Museo del Prado. Pero también será en Madrid donde Leonora Carrington sufrirá, en 1940, una violación múltiple por un grupo de militares del bando nacional, un episodio traumático que, según Carlos Martín, “trastocó su vida por completo y provocó su internamiento en un sanatorio psiquiátrico en Santander” tras sufrir una crisis psicótica.

Carrington, que permanecerá ingresada cerca de ocho meses, será tratada con un fármaco que le provocará ataques epilépticos y anulará su voluntad, pero en ese tiempo realizará dibujos y pinturas como Down Below, que puede verse en esta exposición, una especie de “elaboración de su enfermedad” que también volcará, dos años después, en su libro Memorias de abajo

Leonora Carrington, 'Are you Really Syrious (¿Estás hablando en sirio?)' (1953).

El comisario de la muestra considera que “el hecho de estar en Santander hizo que cobrase un protagonismo mucho mayor dentro del grupo surrealista en el que ya tenía presencia porque, así como muchos de ellos habían jugado con la locura, ella, en cambio, había estado dentro y eso le permitió no solo reconstruirse, sino tratar de comprender mucho mejor su pasado, al que remite constantemente, y construir su futuro de migrante en México”. Una experiencia que también provocará que Leonora Carrington logre “un mayor nivel de introspección y se interese por todos aquellos mundos no visibles como la alquimia, la magia, las diversas mitologías o el sincretismo religioso, mundos imaginarios, oníricos o relacionados con cultos ancestrales”, un universo que está presente en gran parte de las obras de esta exposición, que revelan su fascinación por el tránsito de la vida a la muerte, de la locura a la cordura o de la lucidez a la oscuridad y que articularán no solo su producción artística, sino también la literaria, con personajes fantásticos, seres híbridos, hadas y brujas poderosas o animales -hienas o caballos- que usará como alter ego.

La antológica de Carrington coincide, además, con Estampas porteñas, otra retrospectiva también inédita en España que la Fundación Mapfre dedica al fotógrafo argentino Facundo de Zuviria. La exposición reúne cerca de doscientos retratos de calles, fachadas, carteles publicitarios o rótulos de bares de la ciudad natal del artista, Buenos Aires, e incluye su serie Siesta argentina, con fotografías que muestran una ciudad devastada por el corralito financiero de 2001.