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Polémica literaria

Ottessa Moshfegh: "No tiene sentido juzgar una obra literaria como moralmente incorrecta"

La autora 'indie' por excelencia es objeto de odio en las redes a raíz de la publicación de su novela ‘Lapvona’, un cruce entre Monty Python y David Cronenberg

Ottessa Moshfegh: "No tiene sentido juzgar una obra literaria como moralmente incorrecta".

Uno de los inconvenientes de la sobreexposición que trae consigo la fama es su volubilidad. Un día te adoran y al siguiente, eres anatema. Tomemos un ejemplo: la escritora norteamericana –madre croata y padre iraní- Ottessa Moshfegh (Boston, 1981), aupada en muy pocos años como una de las jóvenes más dotadas de su generación‘Mi año de descanso y relajación’ en 2018 hizo de ella ‘la’ autora de moda adorada por las ‘millennials’ gracias a su protagonista, esa Carrie Bradshaw existencial azotada por la ansiedad que se atiborra a pastillas para no sentir, convertida en fenómeno social gracias a TikTok. Esa salvaje combinación de glamur unido a un descarnado nihilismo moral parecía estar queriendo decir algo del vacío de nuestra sociedad de consumo. 

Tres libros más tarde aparece ‘Lapvona’ (Alfaguara / Angle), una fábula medieval, inesperada para sus lectores, donde algunos aspectos ya conocidos del universo cruel y despiadado de Moshfegh, particularmente interesada aquí por la escatología, aumentan la apuesta y se tensan más allá del mal gusto. A saber: ancianas amamantando a hombres hechos y derechos, violaciones, incestos, torturas, canibalismo –un personaje regurgita un dedo humano que se ha tragado con uña y todo-, un gobernador pueril que disfruta viendo sufrir a sus súbditos –en el que algún crítico ha querido ver un trasunto de Donald Trump-, y la muy comentada escena en la que se obliga a una sirvienta a ingerir una uva que previamente se depositó en el recto de su joven señor. “Me encanta la caca” es una frase normal en una historia así.

Crucificar a la autora

Se diría que no son estos tiempos de corrección política los idóneos para aceptar estos excesos más propios del Marqués de Sade o de Georges Bataille y así lo han reflejado las redes sociales que, en una vuelta espectacular a la tortilla, dedican ahora a crucificar a la autora antes deseada. La crítica, digamos seria, se ha polarizado en Estados Unidos. A Ottessa la han aplaudido por su valor, por su atrevimiento perverso, pero también la han masacrado por su evidente falta de empatía frente a sus personajes granguiñolescos y por la amoralidad que trasluce el texto.

No es de extrañar que la autora que se asoma a la videoconferencia desde su casa de Pasadena esté, por decirlo rápido, que trina. “Deprimida”, confiesa, por la respuesta que su libro ha despertado: “Esta novela se ha convertido en algo que la gente quiere odiar. Yo no tengo nada que ver con el fenómeno TikTok, este se ha creado sin contar conmigo pero tengo la sensación de que ha producido un efecto extraño, indeseable. Se diría que a la gente le irrito yo como persona. Pero están equivocados, lo que aparece en TikTok no soy yo”.

Lamenta, especialmente, que el gran daño colateral de ese odio sea la recepción de su libro. “No tiene ningún sentido juzgar una obra literaria como moralmente incorrecta. El valor de la literatura no tiene nada que ver con los temas que trata”, asegura convencida de que la literatura y los demonios de la ficción deben estar protegidos, especialmente en estos tiempos de corrección política que buscan cancelar clásicos como ‘Lolita’ de Nabokov, uno de sus autores de cabecera.

 “Yo he escrito una novela que voluntariamente no participa de la cultura de la cancelación. Según ésta solo se puede hablar de las cosas de una forma bienintencionada, pero la ficción exige otras cosas, tiene otras reglas. Exige que la historia sea interesante, para empezar”, dice desafiante y añade con ironía: “Esto no es más que un libro. Tengo que precisar que ningún ser vivo ha resultado herido mientras lo escribía, ningún niño ha sido herido. Nadie está obligado a leerlo”.

Cuentos infantiles

El origen de ‘Lapvona’ es, quién lo diría, los cuentos de hadas que a la autora le contaron de niña. No se los creyó. “Crecí con esos cuentos populares manipulados y dulcificados para que todo acabara bien y no me traumatizase. Pero yo siempre he sentido que lo que se contaba ahí no era verdad y que mi deber era restablecer esa verdad, sin imponerme ninguna restricción a mi creatividad. Nada me frena. Ni siquiera mi marido [el también escritor Luke B. Goebel], que de haber leído el manuscrito me hubiera recomendado que lo exagerara todavía más”.

Pese a las exigencias de la autora de encerrar la valoración de su novela en su burbuja de ficción, sabe bien que este universo, que ha sido definida como si David Cronenberg hubiera rodado ‘Los caballeros de la mesa cuadrada’ de Monty Phyton, está también hablando del presente, por raro que parezca: “Lapvona es un lugar vulnerable, sometido a una catástrofe medioambiental. Esos son problemas que afectan al futuro de esa comunidad, dividen a las familias y generan violencia. Se puede decir que ellos como nosotros también son víctimas de una tiranía capitalista”. ¿Alguna moraleja más? “Innumerables. Lo que más me gusta de las novelas es su capacidad de ser relatos abiertos para que cada uno de nosotros pueda tener nuestra propia interpretación”, dice. ¿Cuál es la suya? Moshfegh retoma el tema de los agravios y no lo duda ni un segundo: “Haz el favor de salirte inmediatamente de internet”.

A vueltas con las adaptaciones cinematográficas

En el reciente festival de Sundance, el pasado enero se estrenó con buenas críticas ‘Eileen’, adaptación de la novela ‘Mi nombre era Eileen’, con guion de la propia Otessa y su marido, quienes además asumieron la producción. Aunque el guion ha dulcificado muchos de los aspectos escabrosos de la novela original, la autora dice haber disfrutado mucho con la experiencia. “La industria de Hollywood está constantemente buscando historias. Se encapricha de las novelas, compra los derechos y luego es impredecible, los proyectos quedan a la espera hasta que vuelven a resugir”, cuenta. Es el caso de ‘Mi año de descanso y relajación’ que la actriz Margot Robbie compró hace tiempo y que de momento no parece moverse. Se habló de que Yorgos Lanthimos, un creador de sensibilidad cercana a Moshfegh, podría ponerse tras la cámara. De momento, la autora ni niega ni confirma.

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