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Entrevista

Paco Ibáñez: "El escenario te mantiene, da la impresión de que estás vivo"

El veterano cantautor se muestra crítico en esta entrevista con la actual industria de la música: "Hemos perdido la vergüenza, es vergonzoso lo que está pasando con el apoyo de la televisión"

Paco Ibáñez, durante un concierto, en una imagen de archivo. EFE

Paco Ibáñez (Valencia, 1934) es un auténtico trovador contemporáneo. Desde joven le gustó cantar y leer. Con la ayuda de una guitarra (aunque primero aprendió a tocar el violín) y de su personalísima voz enfundada en una imagen austera, siempre con camisa negra, logró despertar, a través de sus canciones, la conciencia de varias generaciones de españoles contra la dictadura de Franco. Actualmente algunos jóvenes probablemente desconozcan quién es Paco Ibáñez. Hijo de republicano anarquista, exiliado en Francia, este artista logró burlar la censura gracias a que musicaba a autores clásicos españoles como el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Góngora, Quevedo, Samaniego y una larga lista. Pero también cantó a los poetas contemporáneos e incluso llegó a subirse a los escenarios con Rafael Alberti o José Agustín Goytisolo.

A sus 88 años, Paco Ibáñez parece desprender la misma fuerza e ilusión que cuanto triunfó en plena época franquista en el Olympia de París. Corría el año 1969 y esa mítica sala se llenó de intelectuales, exiliados y emigrantes españoles.

Con su experiencia, ¿qué le alimenta más, su música o la respuesta del público a su propuesta?

Nunca sabes lo que va a pasar. Ahora, cuando he tocado en Burgos, vete tú a saber con qué ánimo viene el público. Si ya viene con ganas de aplaudir o eres tú el que provoca e aplauso. Pero al final el público viene siempre con ganas de disfrutar de la poesía y a emocionarse. Luego, otra cosa es que lo consigas y es ahí cuando se junta la alegría con lo que esperas de la vida.

Usted ha popularizado a poetas clásicos y contemporáneos españoles con su música. ¿Qué criterio ha usado para la selección de textos?

Es difícil de explicar. Son sensaciones. Cuando lees un poema de Alberti, que fue director del Museo del Prado durante la República Española y la Guerra Civil... es como una puñalada de realidad sobre lo que pasó. Y es algo que tienes ganas de transmitir para que la gente se entere de lo que pasó. Especialmente en lo emocional, con todos los crímenes que se cometieron, como con los que se están cometiendo ahora en Ucrania. El mundo no ha cambiado mucho, sigue siendo redondo.

Siempre ha defendido un estilo de cantar, más ético que estético, y así lo ha reflejado en el escenario.

Bueno, está Georges Brassens, que es el dueño del mundo a nivel de la canción. Francia es la capital del mundo de la canción porque los trovadores de la Edad Media se reunieron allí y sembraron su árbol, que dio sus frutos y durante diez siglos. Los franceses se han dedicado a hacer canciones y los demás países también, pero no con la locura que lo han hecho ellos. Si se hiciera el mundial de la canción, ganaría Francia por goleada.

Siempre se ha caracterizado por su ideología antifascista. ¿Cómo ve ahora el resurgimiento de partidos de extrema derecha?

Un poco asustado, pero haciéndoles frente, que tampoco nos vamos a amilanar. Ellos están ahí pero nosotros también.

¿Cómo se lleva con las nuevas tecnologías?

Pues bastante bien, lo que pasa es que si no practicas se te olvida todo, se te borra, es como que no se te quedará en la memoria y eso no pasa cuando aprendes las tablas de multiplicar.

¿Qué opina sobre el mundo actual de la música, con productos efímeros y manufacturados?

Hemos perdido la vergüenza, ni más ni menos. Es vergonzoso lo que está pasando a nivel de la canción y de los que están en primera línea con el apoyo de la televisión. Pienso que la televisión es el gran enemigo de la Humanidad. En mi casa no hay televisión ni la habrá, a mí nunca me verás ir a un plató a decir tonterías. Todos se prestan por si les toca una manzana o una pera, qué se yo. Todo está americanizado a través del inglés, no por el idioma en sí, sino porque se ha convertido en un logo para guiar a los corderitos.

Usted ha tenido la oportunidad de conocer a algunos de los poetas que ha musicado, como a Alberti, Goytisolo o Blas de Otero. ¿Cómo fue esa relación?

Primero es un conocimiento mutuo que luego se convierte en amistad. Ellos con el talento, y uno reconociéndolo. Con Alberti me acuerdo que en Jaén, en un concierto, al final vino una periodista que me hizo preguntas y yo empecé a despotricar contra los comunistas. Incluso la periodista se asustó porque tenía a Alberti al lado escuchando las barbaridades que decía. Entonces le preguntó si estaba de acuerdo con lo que había dicho, y él contestó: "Yo estoy de acuerdo con lo que ha dicho Paco y con lo que va a decir". Blas de Otero le decía a su mujer que ‘al pobre Paco le va a pasar como a mí de todas las palizas que va a recibir en la vida’ (risas).

Hace poco, su amigo y músico Joan Manuel Serrat se despidió de los escenarios con una gira que terminó en Barcelona. ¿Qué sensación tuvo?

Él lo ha decidido y me da pena que lo haya hecho. Joan Manuel Serrat será Serrat para siempre. Es una decisión personal, él ha decidido cerrar esa puerta, ha hecho lo que le ha dado la gana. Por lo tanto muy bien, adelante.

¿Qué prefiere para sus conciertos, los espacios más pequeños como en Formentera, con 280 butacas, o los grandes teatros y estadios que sigue llenando con cinco mil personas?

No, no, lo del estadio y todo eso no. Allí se diluye todo y se pierde mucho a no ser que haya un buen sonido. Pero en el Olympia, en el Palacio de los Deportes de París, con un buen sonido es como si fuera una pequeña sala. Pero en las pequeñas salas hay más intimidad, como el mes pasado en Burgos.

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