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Imma Colomer: «Envejecer es una suerte, hay quien a los 40 ya ha desaparecido»

La intérprete catalana actúa en ‘Moriu-vos’, que se representará el 3 de febrero en el Teatre Principal de Palma

Imma Colomer, durante una representación de ‘Moriu-vos’. | MARTA GARCIA CARDELLACH

El rostro de Imma Colomer (Barcelona, 1946) es de aquellos que resultan cercanos, porque lleva décadas de profesión artística, sobre los escenarios, interpretando teleseries de gran audiencia y, también, dirigiendo teatro. Una de las primeras veces que actuó en Palma fue con ‘L’auca del senyor Esteve’, una producción del Teatre Nacional de Catalunya, hace unos 25 años. Hace tan solo unos meses presentó como directora ‘Solitud a Stromboli’ en el Teatre Principal, al que volverá el próximo 3 de febrero con una obra sobre la vejez y la soledad.

¿Qué es ‘Moriu-vos’?

En Moriu-vos se habla de gente mayor, de tercera edad y, sobre todo, de cómo estamos viviendo esta tercera edad mucha gente, en residencias o en solitario. Esta obra quiere sacarlo a la luz, a través de imágenes poéticas, estéticas y sacudidoras... Todo lo que podemos explicar con el cuerpo no lo decimos con palabras. Esta obra es un proyecto de Cultura i Conflicte que cree que a través de la cultura se pueden crear zonas de diálogo. En ningún sentido se dan conclusiones, sino que se ponen imágenes y situaciones que tú mismo tienes que resolver.

Todos queremos vivir más años, nos cuidamos, pero parece que la sociedad no trata bien a la gente mayor...

Sí, toda la razón. La medicina, la ciencia, ha avanzado para que podamos vivir muchos años pero mucha gente no sabemos cómo hacerlo y es una incongruencia. O sea, podemos vivir más años, pero ¿apañaros? No, se tiene que proporcionar una vida digna, porque envejecer es una suerte, hay gente que no puede envejecer, que a los 40 ya ha desaparecido. Ya que es un orgullo vivir tantos años, pues que sean dignos. La obra habla también de la soledad, de estos temas, pero de una manera poética y estética, creo que es una manera de llegar más profundamente, no provoca rechazo.

¿El teatro trata bien a sus mayores, a los actores veteranos?

Lo que pasa es que los actores lo tienen igual de difícil cuando son jóvenes que cuando son mayores o tienen una media edad. Hasta hace muy poco, los actores mayores tenían poquísimos papeles y ya te estaban diciendo que habías salido, que ya no entrabas en el círculo de la profesión, te echaban. Ahora, entre los culebrones y que hay gente que empieza a entender que es una parte de la población importante y que tienen problemas que nos interesan, pues empezamos a salir como tema en algunas obras y hace que haya posibilidades de ser visibles. Hacerse mayor es muy difícil, en todas las profesiones, y como actor, también.

Trabajó con Agustí Villaronga en ‘Tras el cristal’. ¿Cómo lo recuerda?

Ha sido un golpe su muerte. No me lo esperaba, la verdad. Era una persona encantadora, sensible, respetuosa, un encanto. Te morías de ganas de seguir trabajando con él. Su trabajo estaba muy bien hecho, era muy sensible, le gustaban unos temas muy particulares que daban más color al cine. Era una persona que necesitábamos, sobre todo el cine catalán, una persona de esta sensibilidad...

Contaba unas historias diferentes.

Diferentes, por su sensibilidad, delicadeza... Era muy diferente a las películas que ves habitualmente. Cuando había una película de Agustí, no dudabas, había que ir a verla.

¿Qué debe tener un proyecto para que a usted le interese?

Que crea que puedo aportar algo y que tenga buenos compañeros, pero sobre todo que el tema me interese.

¿Y como directora de teatro?

Historias que me interesen y que yo sea capaz de explicar, no historias enormes... Me gusta el formato pequeño y que lo pueda controlar. De todas maneras, hacer de directora es muy difícil, porque tienes que llamar a muchas puertas si eres tú la que sacas adelante el proyecto, sin ninguna ayuda. Es dificilísimo y por eso me echa para atrás cada vez más, tienes que invertir tanta energía que, a esta edad, me digo que tengo que buscar algo más fácil. Pero seguiremos insistiendo, de momento no se me han acabado las ganas.

Hablaba de formatos pequeños, no sé si le recuerda a sus inicios en el Teatre Lliure o con Comediants, que han acabado siendo instituciones en la profesión.

El Teatre Lliure, en sus comienzos, no era algo pequeño, el proyecto era grande, muy ambicioso, no sabíamos que acabaría siendo lo que es ahora el Lliure, pero era ambicioso. Y los Comediants, eran mucha gente y el proyecto también ambicioso, sin un duro, pero ambicioso. Y contaba con la colaboración de mucha gente, loca y con ganas de hacer cosas, de zarandear el panorama teatral.

¿Se siente afortunada por haber formado parte de esas compañías y por su carrera?

Me siento privilegiada, mucho. Es mi historia y me parece muy bonita, de mucha aventura, entrega y mucha pasión. A veces echo en falta esa entrega del comienzo, teníamos energía para hacer alguna cosa, pero no estaba claro... Queríamos explicarnos, hablar de cosas que nos interesaban.

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