Un hombre de ceño fruncido y mirada alucinada, barba poblada, sombrero calado y traje oscuro, posa cómodamente sentado junto al General Grant, la segunda secuoya gigante más grande del mundo con sus más de 80 metros de altura, 32,8 de diámetro y, aproximadamente, 1650 años de antigüedad. Quizá hayan visto alguna vez esta antigua fotografía que condensa, de una forma extraña pero a la perfección, el espíritu indomable de los pioneros del siglo XIX del Oeste de Estados Unidos y la grandiosidad de su naturaleza salvaje.

El protagonista de la imagen no es precisamente anónimo. Se trata de Eadweard Muybridge, autor de la misma y uno de los pioneros de la fotografía, recordado principalmente por sus revolucionarios estudios sobre la captura del movimiento animal y humano, que constituyeron uno de los pasos previos a la invención del cine, y que han inspirado a lo largo de la historia a multitud de artistas y creadores de todo tipo, desde Marcel Duchamp a Francis Bacon, pasando por las creadoras de Matrix, las hermanas Wachowski.

Muybridge es un personaje polifacético y contradictorio, con una biografía variada y llena de ambición, éxito, pérdida e incluso un asesinato a sangre fría, que ahora el realizador estadounidense Marc Shaffer acaba de convertir en Revelando a Muybridge, un documental recién estrenado en Filmin.

El documental, que ha costado más de diez años producir, recorre la vida del fotógrafo de la mano de varios expertos en su obra entre los que destaca uno especialmente, el actor Gary Oldman, que es un entusiasta estudioso de la obra de Muybridge además de coleccionista de sus fotografías originales y objetos personales. Oldman ha intentado durante años hacer una película contando la historia de Muybridge, aunque sin éxito hasta el momento. El director pensó que el hecho de que pudiera aparecer en cámara podía ser muy interesante para el futuro del documental, y tenía razón: “Uno de los desafíos más importantes de hacer una película sobre un hombre que murió en 1904, sin herederos vivos, es encontrar personas para entrevistar”, explica Shaffer. “Para contar la historia, recurrí principalmente a académicos y biógrafos. Al igual que ellos, Gary conocía íntimamente la historia de Muybridge, pero como actor podía relacionarse con Muybridge como artista, tanto que en ocasiones resulta difícil saber si Gary está hablando de Muybridge o de sí mismo. Parece casi poseído por él, y eso aporta una comprensión más profunda del personaje”.

El director Marc Shaffer (en el centro), con dos miembros del equipo de 'Revelando a Muybridge'. CEDIDA

El joven y aventurero hombre de negocios

La historia de Eadweard Muybridge comenzó en Inglaterra en 1830 en la localidad de Kingston upon Thames, al suroeste de Londres. Entonces se llamaba Edward James Muggeridge y pertenecía a una familia de comerciantes. El futuro fotógrafo aprendió de su abuelo el oficio de librero y con solo 20 años partió hacia Estados Unidos a probar fortuna como importador de libros. Sus primeros pasos por el nuevo continente no están del todo claros. Se sabe que ejerció su oficio en Nueva York durante un tiempo, y más tarde se trasladó a Nueva Orleans, estableciéndose finalmente en San Francisco. A lo largo de estos viajes conoció al fotógrafo Silas Selleck y se le atribuye a este el interés y los conocimientos que adquirió sobre fotografía, aunque no hay constancia clara de ello.

Tras diez años de actividad en aquel país y tras amasar una mediana fortuna, en 1860 Muybridge decidió cambiar de vida. Vendió sus negocios libreros y pretendía volver a Europa y dedicarse, al menos durante un tiempo, a recorrer el continente. No obstante, aquel viaje nunca llegó a realizarse. Poco tiempo después de abandonar San Francisco, en la frontera de Texas, la diligencia en la que viajaba sufrió un terrible accidente en el que murieron varios de los pasajeros.

Sorprendentemente, Muybridge se salvó, pero sufrió graves lesiones, principalmente en la cabeza, que lo dejaron en coma durante semanas. Tras el accidente, su pelo encaneció en solo tres días, pero no fue ese precisamente el cambio más grande que se produjo en el futuro fotógrafo.

Cambios por fuera y por dentro

La recuperación se extendió a lo largo de varios meses pero, al fin, y tras demandar a la compañía de la diligencia, se encontró con las suficientes fuerzas como para viajar a Inglaterra para recuperar fuerzas junto a su familia. Allí los médicos le recomendaron que cambiara su estilo de vida, que dejara el café, el alcohol y la carne durante un tiempo y que se dedicara a algo que pudiera realizar en espacios abiertos.

Poco a poco todo volvió a la normalidad. Pero, aunque la recuperación del accidente fue óptima, no fueron pocos los que notaron fuertes cambios en la personalidad de Muybridgeel serio comerciante se había convertido en un tipo excéntrico, con un comportamiento cambiante e impredecible, violento a veces y extremadamente agradable y simpático en otras ocasiones, con momentos de brillantez y épocas de oscuridad total. ¿Había pasado algo en su cabeza tras golpearla contra las rocas de Texas? Eso es lo que piensa el psicólogo Arthur P. Shimamura que en su artículo Muybridge in Motion: Travels in Art, Psychology and Neurology. Afirma que es muy posible que Muybridge sufriera ciertas lesiones en los lóbulos temporales anteriores de su cerebro que podrían explicar su cambio de comportamiento y su creatividad disparada.

Fuera debido a eso o no, y aunque los movimientos de Muybridge no están muy documentados entre 1860 y 1867, el caso es que parece ser que el inglés se convirtió en inventor, porque registró durante aquellos años varias patentes relacionadas con la fotografía y otras materias diversas como la limpieza de tejidos.

La vuelta a Estados Unidos

Muybridge regresó a San Francisco en 1867 convertido en un desmelenado y barbudo artista, un fotógrafo profesional que construyó un laboratorio de revelado portátil y se puso como nombre comercial Helios. “Helios puede aceptar encargos para fotografiar residencias privadas, ranchos, molinos, vistas, animales, barcos, etc.”, rezaban los anuncios que publicaba en el periódico, “en cualquier parte de la ciudad, o de la Costa del Pacífico. Dibujos de arquitectos, agrimensores e ingenieros copiados de forma matemáticamente correcta. Copias fotográficas de pinturas y obras de arte”.

La profesión de fotógrafo todavía no era muy común en aquella parte de Estados Unidos, lo que permitió que la carrera de Muybridge despegara a toda velocidad, debido particularmente a que se dedicó a la producción de tarjetas estereoscópicas con vistas de San Francisco y sus alrededores.

Fue precisamente una de estas imágenes, la que mostraba a un hombre que mira hacia el Golden Gate, la entrada a la Bahía de San Francisco, muchas décadas antes de la construcción del famoso puente, la que atrajo a Shaffer hacia el personaje de Muybridge. “Tras encontrar la foto, busqué su nombre en un motor de búsqueda y de repente me encontré mirando un mar de fotografías de animales y personas en movimiento que reconocí instantáneamente”, recuerda. “Después leí el libro de Rebecca Solnit River of Shadows: Eadweard Muybridge and the Technological Wild West (todavía no traducido al español), y me quedé asombrado con la historia, llena de melodrama, ambición, traición, victorias y derrotas, incluso un asesinato. Pero había algo más. Para mí la historia también se leía como una ‘precuela’ de nuestro propio tiempo, como el ‘comienzo del ahora’. Trataba del racismo, del sexismo, de la expansión colonial y del poder de clase, y tenía como escenario la ‘era de la invención’, cuando existía la creencia de que la nuevas tecnologías eran un instrumento incuestionable del progreso, un árbitro objetivo de la verdad, un signo de superioridad racial y cultural. En resumen, tenía todos los ingredientes para un gran documental”.

El encuentro que cambió su vida

Sus viajes documentando la naturaleza casi virgen del Parque Nacional del Yosemite y la recién adquirida Alaska a Rusia (donde tomó fotografías valiosísimas de los Tlingit, una tribu nativa de la zona), además de sus trabajos para el Ejército estadounidense y otros organismos oficiales, acabaron de convertir a Muybridge en un hombre famoso.

Fotografía de Muybridge de un grupo de pobladores de Alaska.

Pero en 1872 le llegó el encargo que cambiaría su vida. El millonario y político Leland Stanford, fundador de la universidad de su mismo nombre, lo contrató para tomar fotografías de sus caballerizas, que entonces eran las más grandes de Estados Unidos, y de sus caballos, a la vez que le hizo un encargo muy especial, una fotografía que hasta el momento no había conseguido hacer nadie: captar el movimiento de un caballo al galope.

Una de las secuencias de movimiento de caballos al galope que disparó Muybridge.

Esa fotografía cambió su vida. Hasta entonces, nunca se había podido captar este movimiento, que resulta demasiado rápido para el ojo humano y mucho más para las cámaras, que tardaban varios minutos en captar una imagen. Para conseguirlo, Muybridge desarrolló durante varios años, junto con ingenieros del Ferrocarril Central Pacific, propiedad de Stanford, un sistema fotográfico de alta velocidad que necesitó de grandes avances tanto químicos como mecánicos, pero que cinco años después, en julio de 1877, consiguió fotografiar la secuencia del galope de un caballo. Fue todo un acontecimiento en la prensa de la época que contribuyó a engrandecer aún más la fama de Muybridge. Pero el avance también sufrió críticas y desconfianza por parte de muchos, ya que los negativos, que actualmente no se conservan, todavía eran muy borrosos y poco claros.

Así que el fotógrafo-inventor se vio obligado a mejorar todavía más su invento. Más o menos un año después consiguió crear un nuevo sistema equipado con 12 cámaras que se activaban con el paso del caballo. Para convencer hasta a los más escépticos, Stanford y Muybridge realizaron una demostración en vivo, delante de la prensa y de algunos personajes del mundo de los caballos de carreras, que acabó de convencerlos a todos. Muybridge lo había conseguido.

Precisamente, este complicado montaje de Muybridge fue recreado para el rodaje del documental de Shaffer. “Fue todo un desafío, incluso hoy en día, recrear el revolucionario sistema de Muybridge de 1878”, explica el director. “La idea era fotografiar a un caballo corriendo frente a una serie de cámaras, pero en lugar de utilizar 12 cámaras como hizo él, construimos un sistema más moderno, equipado con 84 cámaras de video conectadas a una computadora central. El objetivo era congelar la acción en un momento preciso desde 84 perspectivas diferentes, lo que nos permitiría girar el caballo en la pantalla. Este es un efecto llamado bullet time, que fue inventado para la película The Matrix (para la escena en la que Keanu Reeves se inclina hacia atrás para esquivar las balas que pasan a su lado). Yo sabía que los diseñadores del efecto se habían inspirado originalmente en Muybridge, así que pensé que sería una buena manera de rendir homenaje a su legado, de conectar el pasado y el presente”.

La recreación en el documental de las imágenes de los caballos en movimiento, que se disparó con 84 cámaras. INSIDE OUT MEDIA

A partir de estas primeras imágenes, Muybridge inventó el zoopraxiscopio, un primitivo proyector de cine para el que las imágenes del caballo en movimiento se imprimían en un disco de papel que, al girar y ser iluminadas por detrás en el aparato, producían la sensación de movimiento.

Su momento más oscuro

Todas estas investigaciones de Muybridge, sin embargo, sufrieron un frenazo muy importante en torno a 1874 del que es imposible no hablar. Muybridge se había casado en 1871 con Flora Shallcross Stone, una chica de solo 21 años (él tenía 41 por entonces). La pareja más o menos funcionaba, a pesar de las continuas ausencias de Muybridge debido a sus compromisos laborales. En 1874, el matrimonio tuvo su primer y único hijo al que llamaron Florado Helios Muybridge.

Pero ese mismo año ocurrió algo terrible. Muybridge se enteró de que su mujer, que pasaba el rato con varios amigos ante la ausencia de su esposo, había iniciado una relación sentimental con Harry Larkyns, un joven periodista de San Francisco. Muybridge se sintió ahogado por los celos y más aún cuando comenzó a sospechar que su hijo quizá era en realidad de Larkyns.

El 17 de octubre de aquél año, Muybridge acudió al lugar de trabajo de Larkyns, una mina de carbón en Calistoga, California, lo buscó y le dijo “Tengo un mensaje de parte de mi mujer”, tras lo que le descerrajó un tiro a quemarropa que acabó con su vida.

Standford también ayudó a Muybridge en el juicio posterior, prestándole a sus mejores abogados que, alegando una enajenación mental proveniente de su accidente unos años antes, y a pesar de las protestas del propio Muybridge, consiguieron que saliera libre de todos sus cargos y pudiera seguir dedicándose a la fotografía. En un alarde de lógica delirante, el jurado declaró, según se cuenta en las crónicas del momento que, si bien estaba claro el delito contra la ley de Muybridge, no podían condenar a un hombre por cometer un crimen que ellos mismos habrían perpetrado.

Tras ser absuelto y abandonar definitivamente a su mujer y a su hijo, Muybridge continuó con sus estudios y sus viajes, fotografiando algunas partes de Centroamérica o creando, bajo los auspicios de la Universidad de Pennsylvania, un archivo fotográfico de más de 100.000 imágenes de animales y personas en movimiento, en todas las posiciones y situaciones imaginables, desde jugando al tenis hasta tomando el té, casi siempre con muy poca ropa. Una serie de fotografías que, en forma de libro, nunca han dejado de publicarse ni de servir de inspiración a varias generaciones de artistas, animadores o expertos en biomecánica.

El propio Muybridge, autofotografiado desnudo. EADWEARD MUYBRIDGE

Tras su trabajo en Pennsylvania, Muybridge se dedicó casi en exclusiva a presentar su trabajo por todo el mundo, volviendo definitivamente a su país natal en 1894, casualmente solo un año antes de que los Hermanos Lumiere presentaran el cinematógrafo, que, en parte, hizo que su trabajo perdiera importancia para el gran público. Murió en 1904.

El legado de un genio muy particular

No resulta sencillo evaluar a un personaje tan complejo como Muybridge así que, para finalizar, le pedimos a Shaffer que, dado que ha dedicado una buena parte de su vida a investigarlo, nos diera su opinión sobre el mismo, sus contradicciones y su legado. “Al comienzo de mi película”, nos contó, “les pido a los entrevistados que me den una sola palabra para describir a Muybridge: ‘excéntrico’, dice uno, ‘loco’ dice otro, ‘travieso’, ‘engañoso’, ‘talentoso’, ‘superviviente’... Muybridge era todo eso y más. Estaba lleno de contradicciones, fue capaz de las mayores grandezas y de las mayores maldades. Era un narcisista, ferozmente independiente, pero desesperado por obtener la aprobación de los demás. Mostró respeto por los pueblos nativos, pero trabajó para el gobierno de los EE. UU. y de los industriales que obligaron a estas personas a abandonar sus tierras. Muybridge cumplió con sus poderosos clientes, pero consiguió utilizar los medios que estos le proporcionaban para seguir sus propios propósitos artísticos o científicos. Aspiraba a ser un científico, pero nunca pudo dejar de hacer arte. Mató a un hombre y abandonó a su hijo y luego pasó a inventar imágenes en movimiento. Era terriblemente anticuado y un pionero de la modernidad. Hoy en día, Muybridge es una inspiración para artistas y científicos de vanguardia en todo el mundo, aclamado por la crítica como uno de los fotógrafos más importantes de todos los tiempos, incluso se hace referencia a él en películas tan exitosas como Nope de Jordan Peele, pero muy pocas personas reconocen su nombre. Antes de empezar a hacer Revelando a Muybridge, yo tampoco lo conocía. Creo que la gente que vea nuestra película, reconocerá la obra de Muybridge y sospecho que se preguntarán ¿cómo puede ser que no lo conociera antes?”