En su momento, en los primeros tiempos, Álvaro Urquijo no le daba más de diez años al grupo en el que estaba tocando. Dice que si no se es nadie todavía y que si solo hay cuatro o cinco canciones debajo del brazo, se quitan las ganas. Si a esto se le añade la muerte de un amigo del colegio de toda la vida como lo fue Canito [José Enrique Cano], el resultado de la suma no presenta visos de esperanza. Pero a Álvaro le tenía preparado el destino otros planes que le han traído hasta un presente donde celebrará más de cuatro décadas de Los Secretos en el WiZink Center de Madrid este 23 de diciembre. "Es cierto que se hizo un homenaje a Canito y nosotros pedimos prestado al batería de Mario Tenia y Los Solitarios, pero nuestra intención era la de no seguir", cuenta hoy Álvaro Urquijo junto a Ramón Arroyo en un restaurante del centro de Madrid. Cuando todavía eran Tos, primera encarnación de la banda, Gonzalo Garrido, de Onda 2, hizo un llamamiento a todos los baterías que le estuvieran escuchando para que probaran con "los chicos".

P. Entonces, llegó Pedro Antonio Díaz y se ahorraron el casting.

Álvaro. Con Pedro hubo una sintonía tan rápida que al mes estábamos componiendo canciones juntos. El tío encajó tan bien y era tan buen batería y tan buen músico que dimos un salto cualitativo y eso nos animó a seguir, porque si hubiera que encontrar un batería que fuera peor que Canito, que no hubiera compuesto, que no hubiera cantado… Canito cantaba y componía. Pero como la persona que entró llevaba pilas alcalinas y mucho talento, nos empujó y terminamos el disco en tres meses y grabamos cuatro meses después de encontrarle a él. Cuatro meses después de haber ensayado la primera vez con Pedro, estamos grabando. Y luego no había pasado un año y ya estábamos grabando el EP. En un año perdimos un amigo, nos deshicimos como grupo, volvimos a juntarnos para el homenaje, encontramos a Pedro, nos fichó la discográfica, grabamos cuatro canciones y en febrero del año siguiente grabamos el resto hasta completar el álbum y no había pasado un año desde que conocimos a Pedro. En realidad, en 14 o 15 meses habíamos hecho más que en cinco años.

P. Pero luego, en el 83, les echan de Polydor.

Á. Sí. La industria discográfica no supo muy bien qué hacer con nosotros. También tengo que añadir que no éramos el típico grupo que le hacía la pelota a la gente de la radio, que ponía caritas guapas cuando iba la tele... Mi hermano siempre miraba al suelo y odiábamos un poco el star-system. Veníamos de escuchar mucho a artistas que no se debían a eso: Bob Dylan, Van Morrison, Jackson Browne... Enrique quería eso pero, claro, en los 80 y en un boom de grupos y bandas de toda índole, si no eras competitivo, si no eras un poco transgresor, te decían: "no me interesas".

P. A esas alturas ya tenían muchos hits.

Á. Sí, pero los hits los ha fabricado la gente. Siempre hago la comparación con [Joaquín] Sabina o con Alejandro Sanz. Sabina tocará Y nos dieron las diez o 19 días y 500 noches porque fueron un éxito tremendo y Alejandro Sanz tocará Corazón partío porque vendió millones. Nosotros del primer EP vendimos 5.000 copias y del segundo fueron 11.000 ó 12.000. Estábamos en una compañía que tenía a Miguel Ríos, que con Santa Lucía estaba rozando el disco de oro. También hay que ponerse en la época. España estaba muy deprimida económicamente, todavía con bloqueos, no estaba en la Comunidad Económica Europea… Comprarte una Gibson o una Rickenbacker era el equivalente a comprarte un coche caro, y eso era muy difícil con un familia en contra, con la cultura que había en el colegio, el ambiente cercano y haciéndote valer, diciendo: "oye, que quiero ser artista". Sí es verdad que en el 81 trabajamos muchísimo y que el primer disco [Los Secretos] tuvo su trascendencia, pero no la suficiente para la propia discográfica, que no sabía qué hacer con nosotros. En el 83 ya habían salido Olé Olé, Duran Duran… Y en el disco que hicimos en el 83, Algo más, había una canción que se llama Hoy no que una tenía banjo, doblo y un perfil country. Entonces, el A&R de la discográfica nos dijo: "Lo que ahora funciona es esto y me han contratado para que vender discos y vosotros no vais a venderlos". Los propios críticos nos daban mucho por el saco; al no ser transgresores y no ofrecer nada nuevo, no nos hacían caso y simplemente no hablaban bien de nuestros discos. No valoraban que las canciones fueran malas, no; valoraban si un grupo era muy transgresor o poco.

P. Ramón entra con El primer cruce, cuando se estaban formando otra vez Los Secretos...

Ramón: Sí. Aunque en el tercer disco, el del 83, colaboramos en una versión instrumental de No me imagino con banjo, con guitarra acústica, violín y mandolina. Ahí fue donde les conocí, a través de un amigo común. Hablamos de Bob Dylan, de Police... Después llegó el nuevo rock americano y se puso de moda y salieron grupos aquí como La Frontera. Ahora se llama americana, pero no es nada nuevo.

P. Creo que el sonido más característico vino a partir de El primer cruce, pero luego llegaron las rancheras –por el abuelo de los Urquijo y su colección de discos– y Enrique tomó ese camino.

Á. Ojalá que te vaya bonitoMaría la portuguesaEl mundo raro... A todos nos encantaba esa música, pero Enrique no era el único; no componía el cien por cien de las canciones, venía con tres o cuatro canciones y luego, de las que hacíamos Jesús [Redondo] y yo, que eran otras dos o tres, las firmábamos a medias. Realmente, lo que traía eran canciones muy buenas. Entonces, decía: "Yo prefiero hacer dos de puta madre que hacer 10".

R. A propósito del sonido de El primer cruce, en el primer disco ya estaba la guitarra de 12 cuerdas de Álvaro, que tiene mucho que ver con los Byrds, que querían ser como los Beatles americanos, pero venían de raíces de campo, de country.

Á. Las mejores versiones de Dylan las han hecho los Byrds.

P. ¿Cómo es la historia de Ojos de gata y de Y nos dieron las diez de Sabina, esas dos canciones hermanas?

Á. Nosotros compartimos con Sabina un local de ensayo pared con pared. La amistad se fue forjando a través, primero, de una mutua admiración; Sabina siempre ha sido muy permeable musicalmente, puesto que es un letrista indiscutible y muy buen músico, pero siempre se ha tenido que acercar a gente con talento específico con alguna influencia. A lo mejor él quería influenciarse porque nosotros teníamos ese don de hacer las canciones de una manera muy natural en castellano y que pareciera que no sonaban raro. Y porque hicimos la versión suya de Por el túnel en plan country. Un día vino al local y dijo: "Joder, qué cabrones sois... Qué bonita la habéis hecho. Me gusta más vuestra versión que la mía". Entonces nos pidió permiso para hacer esta otra versión, así que ese acercamiento al mundo de la ranchera fue un poco nexo. Enrique se llevaba al terreno de la ranchera todo lo que Joaquín escribía, y éste le dijo que tenía una letra sin terminar, que se la imaginaba cantada por Enrique y que por eso quería que la terminaran juntos. Mi hermano se quedó con la letra pensando que tenía que trabajar en ella. Tardó un tiempo, Sabina se fue a América y estuvieron cuatro meses sin verse, pero no porque no quisieran, sino por las circunstancias. Nosotros empezamos nuestra gira y llegamos a grabar el disco Adiós tristeza. Enrique terminó la letra y le puso una música y nosotros la arreglamos (Ramón y yo hicimos las guitarras).

R. Es la gran diferencia. Sabina hace un vals en tres por cuatro y nosotros en un seis por ocho, pero es que es un vals dividido a la mitad, que no es tan marcado.

Á. Los dos tenían la idea de hacer una cosa arrancherada. Joaquín, como no se habló con Enrique durante ese período de tiempo, la terminó y grabó Y nos dieron las diez. Yo, personalmente, hablé con Joaquín y le dije que lo sentía, porque ya habíamos grabado el disco. "No te preocupes, Álvaro, lo he estado pensando y tampoco es tan malo. Con una misma letra, voy a cobrar dos veces derechos de autor", me respondió. El tío era muy cachondo y le pareció muy bien. Siempre ha dicho en público que le encanta su estribillo, pero más el que hubiera sido mezcla de nuestras estrofas y su estribillo para hacer una canción más perfecta. Aunque yo creo que una no tiene mucho que ver con la otra, porque terminan distinto y son canciones, para mí, distintas, lo que pasa es que comparten dos estrofas.

P. Su disco en solitario [Álvaro Urquijo] sale en 1998...

Á. Sí, pero yo no quería hacerlo. Discutí con Enrique, pero como hermano, de buen rollo, porque él estaba muy empeñado en hacerse un disco en solitario.

P. Pero Warner le decía que hiciera primero un disco con Los Secretos, ¿no?

Á. Sí. Aunque al final fue tan pesado que consiguió que Warner dijera sí: "Descansáis un momentito y que Enrique haga su disco". Entonces me llamaron a mí para que yo produjera el disco a mi hermano, porque todas las maquetas que habíamos hecho de sus canciones las hicimos Jesús y yo y Ramón metió luego sus guitarras y completó con arreglos. Las maquetas eran bastante más de elementales que las que se hacen ahora.

P. ¿Cómo de deprisa ha pasado el tiempo?

Á. Mi percepción es que ha pasado muy deprisa. Me parece que fue ayer cuando salía con los libros de clase y me iba a ensayar con mis hermanos mayores. Y me parece que fue ayer cuando discutíamos con mi padre. Como te decía antes, no concibo cómo pudimos, en 14 meses, hacer todo lo que hicimos de jóvenes. Yo no tenía 18 años, no podía firmar ningún contrato, y esperamos. Nos ofrecieron grabar inmediatamente, pero en CBS nos habían dicho: "Estamos muy interesados. Pero a ti, Enrique, te vamos a comprar ropa. Y tú, Álvaro, que eres guapísimo, tienes que hacer el espejo".

P. ¿Quién fue el que se lo dijo?

Á. Jorge Álvarez se llamaba. Querían que estuviéramos en el estudio grabando maquetas, más canciones y tal, pero no les bastaba con las maquetas que teníamos. Estos señores iban a cambiarnos la imagen, a decirnos qué teníamos que cantar... Entonces nos fuimos de allí y llegó Carlos Pinto, de Polygram, y nos contó que su idea era que grabáramos ya.

P. ¿Con Paco Martín fue así cuando llegó [su discográfica] Twins?

Á. Con Paco Martín fue al contrario. Nosotros seguíamos ensayando porque teníamos algo de curro y el público estaba ahí. En el momento que salimos de Fonogram (Polygram), habían cambiado a los jefes de producto y de promoción (uno venía de Skip y otro de Colón, los detergentes). Parece de coña, pero era la época del "busque, compare... y si encuentra algo mejor, cómprelo". Te dabas cuenta de cómo era el concepto de monetizar el talento de quien fichabas. Se montó una compañía que tenía detrás al grupo Prisa como garantía, y nos ofrecieron un contrato con muy buenas intenciones para que, como dúo, Enrique y yo hiciéramos otro éxito como Déjame. Y así ficharnos. Nos ofrecieron incluso dinero. Enrique y yo hablamos y dijo que no: "hemos salido de una cosa por esto, vamos a seguir haciendo lo que nos gusta". Y empezó a componer. Yo, por otro lado, pobrecito de mí, tenía otras canciones pero que no pegaban para nada. Eran canciones más poperas y menos arrancheradas. Me lo tuve que guardar porque el proyecto de Enrique era tan compacto y tan bonito que pensé en guardar mi proyecto en un armario.

R. Enrique me llamó. De repente dijeron que no había un guitarra en el grupo.

P. La idea era que Álvaro produjera el disco, ¿verdad?

Á. Sí, pero no lo terminé. Le dije a mi hermano: "Mira, tío... Llevamos tiempo juntos y esto o lo hacemos a mi manera o búscate otro productor". Tuvimos ciertas discusiones. La guitarra de Aunque tú no lo sepas la grabé yo, como la de Tu tristeza. Jesús Redondo hacía la programación y yo más o menos los arreglos. Enrique tenía que cantar solamente. Nosotros hicimos cuatro canciones y Enrique quería cambiar cosas. Discutimos, le dejé el disco a Joaquín Torres y me fui. Por eso hice mi disco en solitario, aunque realmente yo no quería. Me hubiera gustado que su disco y el mío fuera uno de Los Secretos. Me enfadé con la discográfica porque habían disuelto a Los Secretos, dándole la razón a Enrique y no a mí. Su disco me gusta muchísimo, pero él mismo me reconoció en el 99, meses antes de morir, que tenía razón: "habríamos hecho mejor sacando un solo disco", me dijo, porque a él le gustaban dos canciones del mío: Miénteme y Ya no puedo vivir sin ti. Y a mí me encantaba Tu tristeza y Aunque tú no lo sepas. Había material para un discazo de Los Secretos.

R. Era el proyecto para el que a mí me llamó poco antes de morir.

Á. Se dio cuenta de la importancia de la marca Secretos, la identidad sónica del grupo, porque no vendió mucho (ni yo tampoco). Siendo honestos, no era lo mismo.