Esta historia comenzó hace más de treinta años. El músico escocés Allan McCarthy estaba cumpliendo pena en la cárcel de Sangonera (Murcia) cuando, a través del programa ‘Música de contrabando’, supo que Onda Regional organizaba un concurso de maquetas. Sucedió que uno de los monitores de la prisión (Juanjo Gómez Ayala) organizó un taller de música y les animó a montar un grupo y participar. Así nació Berlín 90, que aparecieron en una doble casete editada por la radio autonómica bajo el nombre de 'Un año de rock en Murcia 1991', al lado de bandas como Ferroblues, Joaquín Talismán, Fenómenos Extraños y Doble Cero. Incluso desde el programa radiofónico consiguieron que les dejaran salir de la prisión para acudir a una entrevista, y también que les permitiera hacer una actuación en una sala. 

En el talego, los internos sintonizaban por las noches ‘Música de contrabando’ como si encontraran una ventana de libertad al escuchar a ‘su’ grupo sonando en la radio, y enviaban cartas a diario al programa. Y de pronto, el silencio. A Allan le trasladaron a Carabanchel y se perdió el contacto. Hasta ahora. Hace un par de años, con motivo del trigésimo aniversario del programa, recordaba en este diario aquella emotiva historia que permanecía viva en mi recuerdo introduciéndola con un verso de Benedetti: "No sé tu nombre, solo sé la mirada con que me lo dices". Y es que no recordaba su nombre después de tanto tiempo, pero esa mirada de Allan McCarthy nunca me abandonó. La cuestión es que ese texto llegó a manos del escocés, que se puso en contacto con nosotros para rememorar esta bonita historia. Ahora, una vez recuperada su libertad –que es como volver a nacer–, vive en tierras murcianas, y ha pedido ayuda para localizar a sus compañeros de grupo y volver a subirse a un escenario. Ojalá puedan volver a juntarse y nos inviten a un concierto. Sería el mejor broche para esta historia.

¿Qué tal, Allan? ¡Cuánto tiempo ha pasado!

Más de treinta años, pero seguí lo que hicisteis por el trigésimo aniversario del programa y... otra vez estamos aquí. En realidad es un poco extraño todo esto...

Supongo que fue una sorpresa que rememoráramos tu historia.

Sí. De hecho, no había escuchado nuestra música en todo este tiempo... A raíz de aquello, conseguí las grabaciones en el estudio de Pepe Moreno poco antes de la pasada Navidad.

"Me gustaría volver a reunir a la banda y hacer una gira por España. Si los Rolling pueden a su edad, nosotros también"

A diferencia de aquella primera vez, ahora estás en libertad y viviendo en la Región.

Sí, en el Mar Menor. Ya tengo la residencia española, la conseguí poco antes del covid. Ahora quiero empezar otra vez con la música, pero no sé dónde están mis amigos... He perdido el contacto, no sé qué ha pasado con ellos. Me gustaría saber qué ha pasado. A ver si puedes ayudarme...

Aparte de indagar, podemos lanzar el mensaje. Buscamos a los componentes de Berlín 90, un grupo de los años noventa formado en la prisión de Murcia por varios internos. Allan McCarthy los está buscando para reunirlos. 

¡Y hacer una gira por España!

¿A qué te dedicas ahora?

Estoy jubilado (más o menos). He trabajado en prensa en Escocia y ahora llevo un par de revistas, pero no cuesta mucho trabajo, así que me paso el día tomando el sol y tocando la guitarra.

Elvis Presley nunca estuvo en la cárcel, a pesar de su famoso Jailhouse rock.

Johnny Cash sí estuvo unos días.

Y Paul McCartney. Lo trincaron con marihuana.

Y creo que a Mick Jagger también.

Chuck Berry por algo un poco más grave… ¿A ti por qué te trincaron?

Por delitos contra la salud pública.

¿Y a cuánto tiempo te condenaron?

Seis años y medio. Y a una multa de 60,5 millones, pero si no pagaba me metían otros seis meses más. Les dije: "Si queréis ponedme un año y los 60 millones para mí".

Mejor, seguro. La privación de libertad es una de las cosas más duras que uno puede sufrir. ¿Cómo la combatiste en la prisión? ¿Por eso montaste el grupo?

Debo decir que lo pasé relativamente ‘bien’. Algo había que hacer, así que me pasaba los días tocando la guitarra. Y cuando nos pusiste en ‘Música de contrabando’ fue genial. Todo el mundo nos decía: "¡Oh, estáis en la radio!". La gente en la cárcel estaba con nosotros, no había envidias ni nada; todos esperaban que nos fuera bien, porque si nosotros estábamos ‘fuera’, ellos también lo estaban, ¿entiendes? Nos escuchábamos y nos escuchaban y, por un momento, nos sentíamos libres.

Eso es lo que nos contaban. Nos enviaban muchísimas cartas durante esa época y nos hablaban de esa sensación de libertad. Tú te enteraste de que teníamos un concurso de maquetas en ‘Música de contrabando’, participaste y grabaste unas canciones. La canción de Berlín 90 Stormy waters abría la doble casete recopilatoria 'Un año de rock en vivo'. Cuéntanos, ¿cómo se formó el grupo en la prisión?

Fue en un taller de música en el que participamos simplemente para pasar el rato. Pero para nuestro profesor, Juanjo, fue una sorpresa que dos de nosotros supiéramos tocar la guitarra. Empezó a pensar que igual podía sacar algo en claro de toda esta experiencia, y justo vio lo del concurso de maquetas, así que nos animó a grabar algo. Enseguida pensé: "Necesito subir a mi habitación y escribir una canción ahora mismo". La hice en un par de horas. Y suena bien.

Me llama la atención que no hayas empleado la palabra ‘celda’.

Es mejor decir ‘habitación’. Si te convences de que es tu espacio y no una celda tu estancia allí se hace algo más digerible. Son pequeñas cosas, trucos, que ahí dentro te pueden cambiar la vida.

Entiendo.

Además, con la excusa del grupo, era el único que tenía una habitación para mí solo. Normalmente son de dos o cuatro personas, pero cuando dije: "Necesito estar solo para escribir", me dijeron: "OK, vale". Y aquello también nos ofreció otros privilegios, como salir de allí para venir a verte a ti.

Supongo que aquella entrevista fue un subidón, sobre todo teniendo en cuenta que venías al estudio para hablar de tus canciones.

Sí. Y luego también salimos para grabar en el estudio de Pepe Moreno. Había un guardia conmigo en todo momento y llevaba puestas las esposas, pero necesitaba quitármelas para tocar la guitarra. Cada día teníamos algo nuevo que hacer o en lo que pensar, y los días se pasan mucho mejor así que restando el tiempo que te queda para salir en libertad.

"Tras dar nuestro primer concierto creíamos que aquello era el principio de algo bueno. Teníamos la maqueta, salíamos en la radio..., pero, en un momento, todo se acabó"

Aunque ha pasado mucho tiempo, ¿cómo recuerdas esa visita a la radio, esa entrevista que hicimos?

Fue como un sueño. Porque hasta que no nos vimos allí pensábamos que algo iba a pasar, que el director cambiaría de idea o que aquello tendría un lado oscuro (porque no es normal que cuatro o cinco personas salgan de la cárcel para hacer una entrevista en la radio). Eso sí, cuando todo acabó y tuvimos que volver a entrar fue un bajón tremendo [ríe].

Pero seguramente esa noche os oiríais en la radio. Al menos...

Ni siquiera... Una vez salía, el protocolo para volver a entrar era interminable (te tenían que volver a coger las huellas, rellenar papeleo y todo eso). Fueron unas cuatro o cinco horas. Regresamos a nuestras habitaciones de madrugada, así que no pudimos escucharlo en directo. Por suerte, la gente nos lo grabó. Lo tengo todo.

Creo que lo celebrasteis con una fiesta.

Sí, una fiesta con Coca-Cola y agua con gas, pero está bien poder recordar los buenos momentos que vivimos allí dentro, no solo los malos.

¿Quiénes formaban Berlín 90?

Michel, baterista, de Marsella (Francia); Adrián, creo que de Murcia, guitarrista y cantante; Tito, bajista, de Madrid; Jorge, que creo que vive todavía por aquí (tocaba el bajo y un poco los teclados), y yo, de Escocia, el de más lejos. No sé qué ha pasado con ellos, ni con nuestro maestro, Juanjo.

A ver si esta conversación llega hasta él y puedes localizar a todos los miembros del grupo para esa gira que estás planeando. ¿Sería la primera que harías? ¿Ya habías tocado en algún grupo antes de Berlín 90?

Sí, pero en grupos pequeños. La historia es que siempre he tocado la guitarra con mis amigos y, aunque no haya hecho nada destacable musicalmente, sí he trabajado detrás de algunas bandas organizando giras y demás, sobre todo por universidades.

Háblame de Stormy waters. ¿De qué iba?

De amor: "Yo lo hago todo por ti si me pides que lo haga", o algo así.

Se grabó en los estudios PM.

Sí, con Pepe Moreno. Estuvimos allí unas cuantas horas e hicimos tres: Stormy waters y dos más. Fue un día genial. Nos lo pasamos pensando en cómo podíamos retrasar al máximo nuestro regreso. Había oído que Pink Floyd y Led Zeppelin llegaron a tardar como tres años o así en grabar algunas canciones, así que lo mismo nosotros podíamos hacer algo parecido [risas].

Además, recuerdo que Pepe me comentó que en un principio le sugirieron que fuera él a grabar a la prisión, pero que dijo que no, que prefería que fuerais vosotros al estudio. Y también que, por favor, no fuerais con guardias (aunque sí fueron algunos funcionarios de la prisión), y que no os llevaran en un furgón policial, sino en un vehículo anónimo, que no se pudiera reconocer. 

Sí. Se portó genial con nosotros. Incluso tenía un par de cervezas para tomar...

Eso ya no era agua con gas.

Para tocar música necesitas algo…

¿Qué significó para vosotros que Stormy waters abriera la casete 'Un año de rock en Murcia'? Al menos, el resto de los internos os miraría con otros ojos...

Sí. Recuerdo que compraban las maquetas para mandárselas a su familia. Decían: «Estos son amigos míos», «Son de la celda de al lado», «Yo conozco a este tío»… Pero ya está; no comíamos mejor, ni teníamos mejores habitaciones ni nada.

Nosotros recibíamos cartas pidiéndonos más canciones vuestras.

La cosa fue que no pudimos disfrutar mucho del grupo, porque sacamos una maqueta y, poco después, me mandaron a Madrid.

A Carabanchel.

Sí. Llegó un tipo y me dijo: "Tienes diez minutos para recoger tus cosas". Pensé que era una broma, porque estaba a punto de salir en régimen abierto. Y, en vez de eso, me fui a Carabanchel, que no era un sitio nada agradable; era peligroso, incluso. Pero lo peor fue que, de un día para otro, perdí la música y el contacto con mis compañeros. 

Después te trasladaron a Santander y, ya en libertad, a Escocia. Ya casi hiciste un tour, pero por prisiones.

Sí, en furgoneta pero sin guitarra.

También tuviste oportunidad de salir a tocar en directo en sala. ¿Qué recuerdas de la experiencia de tocar ante el público?

Pues había que hacer tantas cosas que no tengo recuerdos claros. Además, había demasiado que asimilar. Pero sí me viene a la cabeza la imagen de la gente saltando, cantando con nosotros… Lo pasamos bien. Estábamos todos muy nerviosos, pero todo salió genial. Cuando terminamos, todos creíamos que aquello era el principio de algo bueno. Teníamos la grabación, salíamos en la radio..., pero, en un momento, todo se acabó.

Lo importante es que ahora, treinta años después, te veo decidido a retomar la banda y echarte a la carretera con tus antiguos compañeros.

¿Por qué no? Si los Rolling pueden hacerlo con 80 años, yo puedo hacerlo con algunos menos.