Podría seguir tirando de repertorio eternamente, como hacen la mayor parte de los artistas de su talla, pero Raphael sigue sacando discos inéditos con estupendas canciones que amplían su mitología atemporal. Después de Infinitos bailes (2016) en la que reunió a un buen puñado de compositores contemporáneos (de Iván Ferreiro a Bunbury, pasando por Vega, Virginia Maestro, Dani Martín o Izal) ahora confía en Pablo López para la entera concepción de Victoria, un álbum conceptual conformado por once nuevos temas que se integran a la perfección en el canon raphaelista, con potentes orquestaciones, escaladas armónicas e himnos inmediatos.

«No te puedes atar al pasado. Es cierto, tengo tantos temas buenos que nunca me repetiría, pero creo que el público merece cosas nuevas. Hay una parte de mí que quiere tender puentes con las nuevas generaciones y por eso me gusta rodearme de nuevos artistas que utilizan el lenguaje de hoy en día», cuenta el cantante.

Ese lenguaje al que se refiere resulta fundamental para él porque es la manera que tiene de acercarse al pueblo, como él dice. «De nada sirve ponerte muy fino y hacer un poema precioso si nadie se siente reflejado en él. Yo necesito que la gente viva mis canciones».

Eligió a Pablo López «porque tenía todas las papeletas de la lotería». No le propuso escribir un solo tema para saber si encajaba o no con su estilo, sino todo un disco, se la jugó, pero lo tenía muy claro. Le dio una serie de pautas, entre ellas, que tenía que llamarse Victoria. Por supuesto, no se refería a un nombre de mujer, ni tampoco tenía que ver con vencer en una guerra. ¿Tiene que ver entonces con la vida? «Eso es». Así se ha terminado llamando el disco, y también una canción que, curiosamente se encuentra justo en el epicentro, como si se tratara de un estandarte. El resto de los temas van contando una especia de historia interna. La primera se titula Desde el principio y la onceava, Onze, y es la única que canta a dueto con Pablo López.