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Artista
Entrevista

Ghada Amer: «Atacan el arte porque se considera lujoso y se invierte mucho en él»

«Creo las obras para mí. Hago lo que en un momento determinado quiero transmitir, sin tener en cuenta quién acabará siendo el público», dice la artista en su visita a Mallorca

La reconocida artista visual Ghada Amer (El Cairo, 1963), en el interior de su intervención en el parque de Gesa Manu Mielniezuk

La reconocida artista visual Ghada Amer (El Cairo, 1963) ha visitado en Mallorca su intervención temporal All oppression creates a state of war (Toda opresión crea un estado de guerra), inaugurada en la Biennal del Pensament de Palma hace un mes y que se puede visitar en el parque de Gesa.

¿Crece bien su mensaje?

No lo sé porque no conozco las reacciones de la gente de aquí que lo ha visto y la frase se puede interpretar de muchas maneras. Cuando hice la intervención por primera vez, fue en la Bienal de Rabat (Marruecos). Yo quería que estuviese escrita en árabe, pero en este idioma el significado era demasiado político y estuvieron a punto de retirar la propuesta. Para ellos la opresión se refería al mundo árabe, las mujeres y los prisioneros políticos. Además, la pieza se exhibía en una fortaleza, por lo que era más explícita, pese a que mi idea es hablar de todas las opresiones. Luego pensé en hacerla en francés, pero entonces se hubiese relacionado mucho con la frase originaria, de Simone de Beauvoir, que hablaba de la opresión femenina. Al final opté por el inglés, más genérico.

Otorga una gran importancia al lenguaje y los idiomas.

Investigo mucho sobre ello y lo aprovecho. Es fundamental en mis jardines con mensaje. Para realizar un proyecto en Panamá utilicé proverbios chinos. Busqué un lugar muy lejano, también a nivel cultural, para mostrar que todos los problemas del mundo son comunes en cualquier sitio: pobreza, poder, religión, etc. Los proverbios conectaban con lo que denunciaba, como ‘Por amor al dinero, callará la verdad’, que estaba enfrente de la oficina del interventor; ‘Ocupa la cima para controlar’, en la sede del Canal de Panamá’; ‘Si comes menos, saborearás más’, frente a McDonalds. Al final confiscaron el proyecto y duró una hora. Alegaron que no era artístico. Yo lo adoraba.

Una de las intervenciones de Ghada Amer en Panamá

¿Qué intención tiene creando en espacios donde la gente no acude en busca de arte?

No existe una intención, sino que la mayor parte de mi trabajo surge por casualidad. Me hacen un encargo, me meto en el tema, me provoca una reacción y si la veo interesante, la desarrollo.

¿Qué distingue a este público del que va a galerías o museos?

No sé la diferencia porque no me preocupo por el público, sino que creo las obras para mí. Hago lo que en un momento concreto quiero transmitir, pero sin tener en cuenta quién acabará siendo el observador. Puede que quien entre en una galería o un museo se sorprenda tanto como el que se encuentra una intervención mía en un espacio exterior.

¿Teme el ataque a obras suyas tras los recientes sucesos?

Sufrí vandalismo una vez, en Santa Fe (Nuevo México), con la intervención Love Park, que era en un parque abandonado y se podía producir más fácilmente. Sin embargo, lo curioso fue que solo atacaron una de las muchas frases que había, porque no les debía de gustar: ‘El feminismo americano tiene un problema de hombres’. Hubo que rehacer el cartel varias veces.

¿Por qué cree que ahora se está utilizando el arte para las reivindicaciones ecologistas?

El arte se considera algo lujoso donde se invierte mucho dinero. Se presta más atención y recursos a una obra famosa que al cambio climático y tal vez quieren lanzar un grito de desesperación. No es una buena manera, aunque tras los actos vandálicos siempre hay un mensaje, como dice la frase All oppression creates a state of war. Quizás se sienten oprimidos y han creado su propio estado de guerra, ahora contra el arte.

¿Continúa reivindicando a la mujer a través del bordado?

Sí, aunque no me gusta bordar. Lo hago como un acto político, como cuando estudiaba en Niza y me oprimieron al no dejarme pintar debido a que el profesor no quería mujeres en clase. Decidí escoger una labor considerada para nosotras y pintar con ella. También pinto con las cerámicas y los jardines, porque las mujeres son las que cuidan el jardín.

El próximo mes se inaugura una retrospectiva en Francia de su obra, donde tomó conciencia del feminismo. ¿Es su exposición más importante?

A nivel personal sí y, además, se hace en el sur, en Marsella, por lo que es como un regreso a mis inicios en el arte.

Cambió uno de sus cuadros por un visado de residencia en Nueva York. ¿Cambió su vida?

Totalmente. Se hizo realidad el sueño americano porque allí mi carrera despegó. El abogado que nos tramitó el visado al artista Reza Farkhondeh y a mí era un chico joven al que le gustaba el arte y, como no teníamos dinero, nos ofreció ese intercambio. Fue un buen negocio para los tres.

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