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MÚSICA: CRÍTICA

Carmen Linares y Maria del Mar Bonet, más de un concierto

Carmen Linares y Maria del Mar Bonet Pere Joan Oliver

En efecto, tal como dice el titular, los que asistimos a la inauguración del ciclo Jazz Voyeur 2022, el pasado viernes en el Trui Teatre, realmente no vivimos una sesión de música, sino varias, pues durante casi tres horas, sobre el escenario se sucedieron diversas propuestas, que convirtieron la sesión en varias sesiones.

Para empezar (y con un retraso de quince minutos), un primer concierto que por sí solo, de forma independiente, ya bien podría haber sido uno de los del Festival, pues el cuarteto Saxoleà ofreció, durante una hora, su visión abierta y moderna de lo que es el flamenco, mezclando estilos y forma musicales con atrevimiento, siempre convincente. ¿O no es atrevido mezclar la música de Erik Satie con la de Camarón? Y que bien suena la mezcla, por cierto. Guitarra flamenca, saxo, percusiones i bajo. Con esos elementos, Saxoleà ofrece un repertorio que seduce por su buen hacer y su eclecticismo. Con ellos uno llega a la conclusión, tantas veces intuida, que la buena música es solamente una, la que se hace con respeto y coherencia, más allá de estilos formas y épocas.

Luego, tras una (demasiado larga) espera, el segundo de los conciertos de la noche y el que era considerado plato fuerte de la velada: Carmen Linares y su grupo, formado por dos guitarristas, dos voces y palmas y, de forma puntual, una bailaora.

Linares tiene y retiene. No es casual que haya llenado auditorios, plazas y haya recibido tantos galardones, pues es una artista grande, muy grande. Una gran dama del cante, un cante que llega a todos los auditorios, sean o no fervorosos del flamenco. Linares pone en el mismo nivel artístico las canciones y tonadillas de García Lorca, los textos de Miguel Hernández y la cultura popular, un nivel muy alto, sea dicho. Con su voz agrietada, y con su saber estar, la Linares y sus muchachos arrebatan y convencen. Palmas sobre y fuera del escenario, acompañamiento pleno de las seis cuerdas por partido doble, taconeos cercanos…Todo ello hace que el flamenco se nos haga nuestro, próximo.

Y en medio de esa segunda parte, el tercero de los conciertos de la noche, más corto, eso sí, pero no menos intenso. El que hicieron, a capella, sin trampa ni cartón, Carmen Linares y Maria del Mar Bonet. Ellas dos, solas, alternaron elementos de cada una de sus culturas (que, visto y escuchado, no son tan distantes), canciones tradicionales andaluzas y mallorquinas, ahora una canción del campo ahora una nana, un vouverivou… Parecían, sin serlo, intervenciones improvisadas, todas cantadas con respeto y admiración mutuas.

Tres en uno, tres conciertos en una sola historia, que sirvió para abrir el Jazz Voyeur 2022, que, visto el programa del ciclo, promete otras sesiones también muy interesantes.

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