No se recordaba en Palma en los últimos años una muerte que causara tal conmoción. Juan Antonio Horrach Moyà se ha ido muy joven, a los 52 años. Y el suyo ha sido un trance dramático. Una de las figuras capitales del arte contemporáneo en Ciutat y en España y miembro de una familia muy conocida en Mallorca, falleció ayer por la tarde de manera repentina mientras asistía a una carrera de caballos en Francia en la que competía su hijo Guillem de 22. 

En la carrera, en Castera-Verduzan, a 90 kilómetros de Toulouse, corrían tres caballos de su cuadra. El bautizado como J’aime Baraka, conducido por su hijo mayor, se había alzado como ganador de la segunda carrera. Emocionado, a los pocos minutos de posar con el trotón, el marchante se sintió mal y sufrió un infarto. Una ambulancia intervino, pero Horrach murió durante el traslado al hospital más cercano, confirma el periódico francés Paris Turf. 

En los próximos días, su féretro será trasladado a Mallorca y la familia comunicará la celebración de las honras fúnebres.

Horrach estaba vinculado al trote desde su infancia. Una pasión que le insufló su padre, Guillem Horrach Ramon, quien poseía desde la década de los setenta una de las cuadras más importantes de Mallorca. Juan Antonio también compitió durante muchos años como amateur. El actual equipo de trote de Horrach se había expandido a Francia hace tres años.

El marchante y mecenas mallorquín, que estudió Derecho, se puso al frente de la galería, que ya había abierto su padre, en el año 2000. Dejó atrás la línea comercial del espacio y se dejó seducir por las corrientes más modernas. Pronto se convirtió en un galerista que apostaba por los nuevos lenguajes y en un introductor de la fotografía y el vídeo contemporáneos en Palma. Se recordarán las exposiciones que organizó de Montserrat Soto o Carles Congost.

Además de la sala de la calle Catalunya, puso una pica en la plaza Drassanes en 2013, donde restauró un enorme casal donde, además de salas expositivas, abrió un restaurante con coctelería.

Algunas de las figuras más importantes del arte contemporáneo las ha traído a Palma Horrach, también ligado a los negocios hoteleros, pues es copropietario de HM Hotels, establecimientos todos ellos con rincones dedicados a sus creadores. Los vestidos de la artista y también compañera de vida Susy Gómez son un verdadero icono que interpela a los clientes.  

Se puso al frente de la galería familiar en el año 2000 y en 2013 abrió otra en la plaza Drassanes

Galerista en mayúsculas, seduce a los mejores: Marina Abramovic, Joana de Vasconcelos o Lawrence Weiner. A Vasconcelos la ve crecer: la hace despegar hasta colocarla en la Bienal de Venecia, en el pabellón de Portugal. 

Entusiasta de su profesión, riguroso y con altas dosis de simpatía, era libre en sus opiniones en el contexto de una Mallorca de capillitas. Criticó a Es Baluard en sus polémicos inicios, arremetió contra la deriva y la masificación de la Nit de l’Art, de la que fue impulsor al pertenecer a la asociación Art Palma, y reprobó al Ayuntamiento por la gestión en 2020 del Premi Ciutat de Palma de Artes Visuales. 

Cuando Juan Antonio creía en un artista, era para siempre. Ahí están Girbent o la propia Gómez, entre otros. Pero también apoyó a comisarios como Tolo Cañellas. Siempre quiso combinar creadores consagrados con nombres nuevos. Uno de sus últimos fichajes fue Francesc Rosselló. 

Entusiasta, riguroso y con altas dosis de simpatía, fue libre y crítico en sus opiniones cuando otros callaban

Su interés por la cultura y por la excelencia era un sacerdocio, una militancia. El cine le cautivaba. Se interesó en los comienzos de CineCiutat para tratar de salvar el cine. Y no dudó en apoyar como pudo el Atlàntida Film Fest. No falló en ARCO, ni en los peores momentos, y creyó profundamente en las ferias y en la importancia de la figura del coleccionista.

Además de Guillem, tuvo dos hijos más con su exmujer Esther Vidal. 

HM Hotels emitió ayer un comunicado para recordar que su figura «quedará siempre ligada al fomento del arte, del trote y del turismo de calidad en Mallorca».

La presidenta Francina Armengol expresó su pena en un tuit y recordó la alegría con la que el galerista le mostró su última exposición en Drassanes. La consternación en redes sociales fue la tónica de ayer por la tarde.

Horrach deja un enorme hueco, pero también un legado, en una ciudad que hoy es un poco más triste.