Tras más de cuatro décadas visitando como crítico el Festival de San Sebastián, Carlos Boyero, una de las figuras más influyentes y temidas del cine español, celebra su retirada asaltando la pantalla como personaje de un documental, El crítico, presentado ayer fuera de competición. Dirigido por Juan Zavala y Javier Morales para TCM, unos lo definen como estrella del rock, otros como un arquetipo de cine negro; para unos representa un modelo rancio y caduco, para otros es un modelo de sinceridad. Lo cierto es que es su popularidad ha traspasado los cánones habituales para un crítico cinematográfico y él mismo cree que tiene que ver con su autenticidad: «Quizás soy deleznable pero nunca me he fabricado una imagen», dice.

Rodada en parte en la pasada edición del certamen, la película reconstruye su trayectoria vital y profesional, desde su infancia en Salamanca a sus expulsiones del colegio de curas y sus estudios en la Universidad Complutense, en la que conoció a Fernando Trueba y Antonio Resines.

«Todos queríamos ser directores, él no quería hacer nada», asegura en el documental Trueba, que fue quien le propuso escribir por primera vez en la Guía del Ocio, donde entró a sustituir al director de Belle Époque.

«Tuve respuesta de la gente y la sigo teniendo», presume Boyero, que se define como apasionado del cine desde niño, pero que nunca quiso ser crítico y sigue sin gustarle esa etiqueta. «Yo quería que la película se llamara Ciudadano Boyero», confiesa.