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CANTAUTOR

Quique González: "Conozco a pocos músicos a los que les guste escuchar sus discos viejos"

El músico madrileño, residente desde hace años en Cantabria, pasará por el ciclo S!ngulares del Teatro Cervantes el próximo 17 de septiembre (20.00 horas), para presentar su nuevo repertorio, Sur en el valle, un disco que suena a madera, a lentitud y que quiere transmitir "la sensación de estar vivo"

El cantautor, en una imagen promocional reciente. JUAN PÉREZ-FAJARDO

La última vez que le vi acababa de presentar Me mata si me necesitas. Solo han pasado seis años, pero han pasado tantas cosas que parece una eternidad...

Sí. Tengo la sensación de que vivimos en un mundo distinto que en ese momento. Que hubieran pasado muchos años. Por la pandemia, pero también porque nos hacemos mayores y tenemos una noción distinta de la realidad. Quizás me ha hecho ser menos optimista.

¿La pandemia le ha hecho menos optimista?

¿Y a quién no? Nos ha mostrado a todos nuestra fragilidad. Nos ha enseñado que en un momento todo se puede ir al garete y ha hecho que el miedo se instale en muchos aspectos de la vida. En este tiempo he tenido una hija y es algo que por un lado me hace muy feliz, pero por otro me hace preguntarme sobre qué mundo les estamos dejando a nuestros hijos y qué hijos le dejaremos al mundo.

¿Ha sido de los que compuso compulsivamente durante el confinamiento o de los que se bloqueó?

Compulsivamente no. Pero sí que me dio tiempo a componer mi último disco, Sur en el valle. Los músicos tenemos la suerte de que las canciones ocupan mucho lugar en nuestra cabeza y eso en cierto modo nos sirve de evasión y para separarnos de la realidad. La música es un oficio, pero también es un pasatiempo.

Quizás por ello Sur en el valle es su disco más hermético, más introspectivo... ¿No sé si lo ve así?

Creo que sí, que es el más introspectivo y también el más existencialista. En el que hay más preguntas que respuestas. Influyó hacerlo en aislamiento, sin estar rodeado por los músicos con los que comparto todo. Está claro que está escrito en un momento concreto y en un lugar concreto, sin movimiento.

En muchas de sus últimas canciones hay una lentitud buscada, como una forma de saborear las palabras y el sonido...

Me gusta recrearme en eso y puede que en este disco lo haya hecho un poco más. No me inquieta que haya temas lentos. Yo también soy más así ahora. Las canciones te indican el tempo que necesitan y saben más que yo de ellas mismas. No me da miedo hacer temas lentos porque están bien sostenidos y con una banda muy buena detrás.

He leído que les pedía a sus músicos que tocaran de forma perezosa...

[Ríe] Lo decíamos Toni [Brunet, productor] y yo, que teníamos que sonar como viejos vagos. Como la banda de Dylan. Sin florituras pero con un peso increíble. Sin alardes. Sin tener que demostrar nada ni tocar rápido ni llenar todos los espacios. A veces el silencio es mejor que una nota.

Eso se nota en el sonido artesanal, casi orgánico, de las canciones.

Empleamos mucha madera. Grabamos todos a la vez, porque no me gusta grabar en pistas, prefiero la interacción con los músicos. A veces suena más imperfecto pero es más real. Prefiero que no sea demasiado pulcro, que tenga corazón, que arañe un poco. A veces suenan ruidos, un vaso que se cae, las respiraciones... Pero es la sensación de estar vivo.

Lleva trece discos publicados. ¿Es de los que escucha sus viejos discos o de los que los odia?

Conozco a poca gente a la que le guste escuchar sus viejos discos. A veces lo hago cuando estoy preparando el repertorio para una gira y pienso en una canción o en otra, pero no me gusta revolcarme en el pasado, prefiero mirar hacia adelante. Piensa que cuando haces un disco, entre la composición, los ensayos, la grabación, la gira... lo escuchas muchísimas veces, y cuando le das al botón de terminado se queda un vacío.

¿No le gustaría viajar en el tiempo y cambiar algunas cosas?

Evidentemente hay cosas que cambiaría, que me hubiera gustado hacer de forma diferente a como las hice en ese momento, pero el directo te da la oportunidad de mejorar algunas cosas, algún verso... darle una oportunidad de mejorar a las canciones.

El primer verso del primer single del último disco, Puede que me mueva, dice «Me gustaría intentar vivir al estilo mediterráneo». No me diga que después de emigrar de Madrid a Cantabria piensa ahora en migrar de nuevo...

Me encanta el Mediterráneo. Llevo viviendo 17 años muy a gusto en Cantabria, pero en cuanto bajo al sur me doy cuenta de que también lo necesito. Me podría adaptar bien al medio, pero no sé qué les parecería a mi chica y a mi hija, ahora soy más marinero que patrón [Ríe].

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