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MÚSICA CRÍTICA

Mobofest: El mejor ambiente, la mejor música

En efecto, la atmósfera que saben crear los organizadores del Mobofest és realmente elogiable, exquisito, diría. La familiaridad, el buen hacer del equipo y los detalles decorativos y de ambiente que se perciben en cada uno de los múltiples espacios en los que se divide el campo en el que se realiza el festival se notan enseguida, nada más llegar. Enhorabuena solamente por esto.

Pero claro, no podemos dejar el comentario solamente en eso, en una excelente puesta en escena, esto es un valor añadido al elemento primordial, que es el de la música en vivo. El Mobofest es, hoy por hoy, el referente de un festival en el que la música pop, rock, rap, tecno, alternativa, independiente, folk incluso, se muestra con toda su esencia.

En la sesión que comentamos, la del segundo día de los dos en los que se divide el ciclo, pudimos escuchar y ver en directo a una muy joven pero ya firme promesa como Aina Tramullas, que sabe crear un clima sonoro de gran nivel, que seduce y atrapa desde la primera nota, arropada por una banda excelente de cinco instrumentistas que ayudan a trasmitir mucho más de lo que dicen sus palabras, siempre poéticas.

De Mar Grimalt siempre esperamos también lo mejor por lo que a relación música/poesía se refiere. La artista de Felanitx crece y madura recital a recital. Con solo una guitarra y, de forma puntual, una pequeña percusión, Grimalt imprime valor musical a sus palabras y a las de Miquel Bauçà, su poeta de referencia.

Escarràs siempre resulta. Llenó el espacio de ritmos que combinan el reggae con la salsa, el funky con la melodía, todo ello a través de un elemento clave, los instrumentos de viento/metal.

La parte electropop de la velada vino de la mano de Papa Topo, un cuarteto que quiere ser una mezcla de Mecano y Dinarama, aunque sin conseguirlo del todo. Sus canciones, siempre en español, aunque el grupo nació en Binisalem, tienen ritmo y gracia. Terminaron con una innecesaria e injusta manifestación de descontento, impropia de un grupo que ha sido invitado a uno de los grandes festivales del verano mallorquín.

Uno de los platos fuertes de la noche fue, sin duda, el grupo Villagers, liderado por Conor J. O’Brien. Folk exquisito, con mezclas de pop, siempre a través de una voz empática del vocalista y de un acompañamiento instrumental de primera. Villagers sabe mantener una calidad que no baja un ápice durante su más de una hora de mágica actuación. Un descubrimiento que seguiremos con interés.

Luego vinieron las chicas de Cariño, el grupo que, como era de esperar, tuvieron su segunda oportunidad después que, en la edición del año pasado tuvieran que interrumpir sus canciones por una tormenta que obligó a cancelar las actuaciones de la primera noche. Cariño se merecían volver y así lo entendió el público que aplaudió con energía y amor al trío.

Ya pasada la medianoche el ingeniero y rapero catalán Lildami encendió, con sus recursos sonoros, la mecha más in de la sesión, para luego seguir con el rock indie de Go Cactus, la música urbana de Plan-ET con su Granad4, Mallork, Barn4 i finalmente, para cerrar la noche y dar la bienvenida al alba, Paula Serra y sus ritmos a modo de DJ.

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