Diario de Mallorca

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MÚSICA CRÍTICA

Ciclo jazz de mar: Mar, barcas y jazz

Ciclo jazz de mar ★★★★

Mollet d’en Pereió de Portocolom, 2 de Julio.

La idea nació de dos promotores aficionados al jazz, Antoni Puig y Carles Medina, cuando eran jóvenes que empezaban en el mundo de la música, en sentido amplio, como músicos, técnicos de sonido y organizadores de eventos, tareas que, con el tiempo, han sabido desarrollar con éxito.

Pues bien, esos, todavía jóvenes inquietos propusieron hace años al ajuntament de Felanitx un ciclo de jazz, que durante tres días llenaría de música el espacio del conocido como Mollet d’En Pereió de Portocolom.

Fue tal el éxito de la primera edición, que hoy, años después, el proyecto está más que consolidado y son muchos los aficionados que acuden, sea quien sea el artista invitado. Da igual, lo importante es que la calidad está garantizada y el espacio, con el mar al fondo, posee una poesía que da un valor añadido a la propuesta.

En el concierto del pasado sábado participaron dos grupos, haciendo un jazz, si no muy diferente, sí al menos conceptualmente distinto. Nos referimos al dúo Sanz/Colina y al Cristina Miguel Quartet.

Albert Sanz al piano y Javier Colina al contrabajo se complementan a la perfección, cosa que ya demostraron en su trabajo discográfico Sampa, que recomendamos sin reparos. Saben crear un sonido envolvente que entusiasma al público. Son dos, pero generan una atmósfera que sin duda parece hecha con más instrumentos, con el elemento melódico flotando sutilmente por el aire. Tanto uno como el otro, en solitario, pero también como parte de esta y otras formaciones de jazz, son considerados referentes, cosa que demostraron con su hora y media de auténtica música de raíces.

En la segunda parte, Cristina Miguel al saxo tenor salió acompañada por otros tres grandes, nada menos que por Toni Vaquer al piano, David Mengual al contrabajo y Ortiol Roca a la batería. Juntos dieron la vuelta al jazz íntimo del dúo anterior para reconvertir el espacio junto al mar en una sala en la que el ritmo fue la base, pues tanto la batería como el piano y el contrabajo, acompañaron las melodías, es un decir, del saxo.

Un aplauso enorme a los encargados de la parte técnica, ya que, al no ser fácil sonorizar un espacio abierto, consiguieron que nada se perdiera y que cada detalle instrumental llegara con pulcritud.

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