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Música

Juan Campos: «Yo fui el primer DJ en una verbena, luego aparecieron todos»

El próximo 1 de julio su establecimiento de la calle Aragó, Discos ¡Oh!, que desde hace 36 años ha estado dedicado al mundo de la música, cerrará sus puertas para siempre. «Jubilo la tienda, yo ya no puedo más, estoy cansado, pero seguiré ejerciendo de DJ», aclara

El DJ Juan Campos cierra la mítica tienda Discos ¡Oh! después de 36 años

El DJ Juan Campos cierra la mítica tienda Discos ¡Oh! después de 36 años Bernardo Arzayus

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El DJ Juan Campos cierra la mítica tienda Discos ¡Oh! después de 36 años Gabi Rodas

¿Por qué cierra Discos ¡Oh!?

Porque he llegado a una edad, y también porque no llega nada de género y no hay nada que vender. Si las agujas antes valían 20, ahora cuestan 40. Los precios están por las nubes y yo estoy cansado.

¿Una decisión muy meditada?

Sí, mucho. Yo ya no puedo más y como estoy en edad pues me medio jubilo, lo mío es una jubilación activa. Jubilo la tienda pero seguiré siendo DJ.

Ahora que el vinilo volvía a cobrar fuerza…

Se vende más que hace diez años pero sigue sin lograr las ventas de antaño.  

Hace ya unos años que usted dejó de vender vinilos.

Después del atentado de las Torres Gemelas decidí cerrar la parte de vinilos. Me quedé con el CD, hasta que hace siete años también lo paré, al igual que todos los demás formatos. Nadie compraba nada, todo se pirateaba y la gente se reía.

¿Usa el Spotify a diario?

No. Lo único que hago es: si no encuentro una canción que pueda comprar por internet la bajo y luego con más tiempo la busco, para hacer algún evento, porque hago muchos eventos especiales. 

Juan Campos, DJ y propietario de la tienda Discos ¡Oh! BERNARDO ARZAYUS

Hay quien protesta y dice que la música en formato digital es un insulto al creador y el productor.

Es verdad, el sonido de un vinilo es mucho más natural pero ya no cambiaremos nada de todo esto. El cedé desaparecerá, se quiere volver al casete, con el que también se perdían muchos matices, el pez que se muerde la cola, la cola que muerde al pez, el pez grande que se come el pequeño… La industria siempre nos ha tomado el pelo. Los beneficiados siempre han sido ellos. A Pablo Alborán no lo querían ni en su casa, pero cuando fue número 1 todos fueron a por él.

Juan Campos, en su tienda Discos ¡Oh! BERNARDO ARZAYUS

El escaparate de la tienda luce estos días mensajes de despedida, del tipo ‘se acabó!!!’ o ‘adiós a 36 años juntos’. ¿Qué le comentan los vecinos?

Que lo sienten mucho pero también puedo decir una cosa: me hubiera gustado que estos tres años que lo hemos pasado tan mal me hubieran echado una manita. Nadie nos ha ayudado y hemos llegado casi a la ruina. Y no hablo por mí solo, lo hago también por todos los pequeños. 

Hubo un momento en que llegó a haber hasta 15 tiendas de discos en Palma. 

¡Más! En el 2000 había más de 200 puntos de venta de música, porque en todos los souvenirs de cada playa podías encontrar elepés y singles. Había tiendas en Sóller, Alcúdia, Inca, Manacor... Ahora no hay nada. 

¿Qué les diría a quienes resisten?

Si podeu, sortiu corrent, pero el que quiera quedarse que se quede. 

¿Qué consejo le daría a quien se anime a abrir una tienda?

Les aconsejaría que no lo hagan. 

El 1 de julio será el último día. ¿Qué recuerdos guarda del primero, allá por 1986?

Inauguré con moqueta, de color celeste, y a la semana tuve que cambiarla. Estaba hecha polvo. Abrí la tienda con productos de Austria, Alemania, Inglaterra... Me hacían fotos hasta desde fuera de la tienda. Los primeros días tuvimos muchas colas de clientes. De uno de los primeros elepés de Madonna, no recuerdo si el Like a Virgin o el True Blue, llegué a tener reservadas 250 piezas. En una tienda de 50 metros cuadrados.

¿Qué echa de menos de aquella Palma de los 80?

El cariño, el aprecio de la gente, las ganas de comprar vinilos o el casete para el coche… Yo he tenido a las mejores discotecas del mundo viniendo a comprar música aquí. En los 80 venían los mejores disc jockeys a la isla sin nada, porque sabían que había una tienda en Mallorca. Venían y se iban con una maleta cargada de discos. 

Usted pinchó en Studio 54. ¿Cómo eran las fiestas en el que llegó a ser uno de los clubes más famosos de Nueva York?

La que yo viví, que fue con motivo de la presentación de una compañía discográfica, fue espectacular porque todos los invitados eran muy guapos. Lo que se cuenta en las películas, lo de sexo, drogas y rock&roll, nada. Yo estuve en el backstage y no vi ni sexo ni drogas. Eso sí, muy sucio, como las discotecas de los 80. Abrían luces y honestamente: feia por

¿Al otro lado de la cabina no hay ni sexo ni drogas?

Por supuesto que lo hay. Delante de la gente no, pero escondido sí que había mucho sexo. Y drogas, muchísimas. Muchos están bajo tierra. Yo he trabajado durante 40 años en discotecas y sigo sin fumar ni beber.  

¿Qué droga está de moda ahora en las discotecas?

Ni idea. Cuando trabajaba de noche lo sabía, pero ahora… Nunca en mi vida… y lo puedo demostrar, ¡que me hagan un análisis!

Durante años trabajó en el imperio de Cursach. ¿Nunca vio nada raro?

¿Honestamente? No sé qué decirte. Es una buena pregunta… Sospechas, todas; ver, yo no vi nada. 

Mallorca es tierra de músicos, sin embargo, el sector vive en una precariedad que viene de lejos. 

En los 60 y los 70, y también parte de los 50, los músicos vivían muy bien, los trataban maravillosamente. Había muy buenos profesionales pero cuando llegó el DJ hizo mucho daño. Al principio se mezclaron, grupos y el señor que ponía música. Luego se echó la culpa al DJ pero la culpa era del propietario, que prefería a este más que a los grupos, por los costes. Yo soy un enamorado de aquella época, de Los Javaloyas y Los Beta, pero de hoy en día no entiendo nada. Hoy todo el mundo quiere ser cantante, guitarrista, triunfar en un programa de televisión o ser DJ, youtuber o influencer. Esto se ha desmadrado. Yo no tengo nada en contra de las mujeres pero he visto DJ femeninas buenas, malas y otras unas payasas que, más que estar pendientes de poner un buen vinilo, se preocupan más por mover las manos, como si bailaran una sevillana, y hacer postureo de pelo, de cara, muy bien maquilladas, con minifalda y tal, Y no es machismo, porque hay mujeres muy buenas y tíos que van de DJ y hacen el papelillo haciendo de modelo. Penoso.

¿Hay intrusismo en las cabinas?

Muchísimo, a cientos, y también hay mucho bossot y chulo-piscinas. Pero Mallorca es tierra de grandes disc jockeys, y podría nombrar a 50, seguidos, sin pausa, pero me dejaría el 51. 

No me diga los 50, basta con que me de el nombre del mejor.

Ser buen disc jockey significa saber estar en una cabina, saber lo que manejas, y ahí están Kiko Navarro, Des Mitchell, Xema González, Txema Sánchez, Nati, Óscar Romero, Gaspar Sampol… Hay muchos más.

¿El público más insoportable es el de las bodas?

En la tienda he tenido algún cliente insoportable al que he tenido que echar pero los de las bodas son muy pesados. Son pesadísimos, dan miedo. 

A estas alturas, ¿necesita seguir pinchando?

Mi preocupación es mi casa y mi familia, pero necesito seguir pinchando. Cuando estoy mal escucho la música que me encanta, los primeros discos que me compré: Temptations, Motown o mi querido Barry White, con el que puedo llorar de felicidad.

¿A qué peligros se ha enfrentado como DJ?

Uno que me ponía enfermo es: ¿cómo vas de material? Esta pregunta me mataba. Se referían a drogas. Me lo pedían clientes. Buscaban, y dónde iban, pues al DJ. Eso me molestaba mucho. También la gente que se mete en la cabina, borrachos y borrachas. En las verbenas he vivido situaciones peores, con gente subida al escenario. Ahora hay, pero antes no había seguridad. La policía tenía otras cosas que hacer. La gente antes se pasaba mucho, ahora solamente vienen con un móvil y te dicen: pon reguetón. 

¿La música urbana ha entrado en su selección musical?

A mí me encanta el R&B, el hip hop, el buen rap. La de James Brown fue la primera música urbana. Era un tío que rapeaba. Muchas de las obras maestras del hip hop y la música urbana están robadas de finales de los 60 y los 70. A la música urbana de hoy en día no le hago ni puto caso. Eso sí, al mallorquín que cobra 120.000 euros, un fuerte aplauso.

¿Qué caché tiene Juan Campos?

Está en cuatro cifras. Mil y pico, depende también del horario.

Juan Campos dice adiós a su tienda de discos BERNARDO ARZAYUS

¿Pincha para políticos en fiestas privadas?

Sí. Maria Antònia Munar me vino a buscar a mí para su 50 cumpleaños. Se lo pasó bomba conmigo. Yo no tengo ningún problema con los políticos, yo soy disc jockey.

¿Quién fue el primer DJ de Mallorca?

El primer DJ pinchando en una verbena fui yo, y lo digo muy orgulloso. Luego aparecieron todos. 

¿En qué verbenas ha triunfado?

Una de las más fuertes fue en 2003 en sa Pobla, la de Studio 54. 

El de DJ parece un oficio marcado por el estrés, con un ritmo, el de la noche, que puede pasar factura.

En el 99 dejé de trabajar en Riu. Dije: se acabó. No aguantaba a nadie, no aguantaba un follón, un colgao, un borracho, una puerta, una pelea… 

¿Cuándo supo que se quería dedicar a pinchar discos?

De muy niño. En mi casa hacíamos guateques y mis cuatro hermanos mayores ya ponían música, en la terraza de mi casa. Tenía un plan B, por si me fallaba lo de DJ. Estudié un año de abogado. Me hubiera gustado ejercer de abogado y sobre todo de juez. Soy un músico frustrado, nunca aprendí a tocar el piano, me encantaría tocarlo.

¿Qué otros trabajos realizó antes de meterse en las cabinas?

Trabajé de botones en el hotel El Valle, en Gomila. Algún día ese barrio recuperará su antiguo esplendor, pero creo que yo ya no estaré aquí. Hubo gente interesada en destrozar Gomila, pero no diré quién o quiénes. 

¿Qué tiene preparado para este verano?

Varias verbenas. Tengo la víspera de Sant Joan, Muro, s’Aranjassa, Son Cotoner, dos clubes náuticos y muchas reservas por confirmar.

A la reconquista de las verbenas.

Sí, porque me lo merezco. Yo he puesto hasta arriba muchas verbenas, que han muerto de éxito. Porque no supieron controlarlo. Un alcalde me dijo: es que tú no puedes venir más. Es que viene demasiada gente y al no poderlo controlar hemos de llamar a la policía de otros pueblos. Recuerdo una verbena que vino hasta la guardia civil y la policía a decirme que parara de pinchar. Pasaron muchas cosas. También me acuerdo de una de campeonato en Alaró, con colas de coche hasta la rotonda de Consell. Otra que murió de éxito fue la de sa Pobla, como el Firó de Sóller. 

¿Las verbenas han perdido su esencia?

Sí. Lo hacen mal. Hay que apostar por el placer de disfrutar y no por el de colocarse. 

¿Cómo se llevan entre los DJ’s?

Antes nos llevábamos todos de puta madre pero llegó un momento en que todo eran envidias. Menos mal que conservo muchos amigos. A mí me han amenazado muchas veces, incluso clientes de la tienda. Con las redes sociales tengo que ir muy con cuidado, tengo bloqueados a más de mil. 

¿Qué concierto no hay que perderse en los próximos meses?

El de Chic y Nile Rodgers en Port Adriano, donde siempre dan un trato exquisito. Al que no iré será al de Rosalía, ni invitado en primera fila. Paso de su música.

¿Saltó del sofá con la actuación de Chanel en Eurovisión?

Me pareció todo una vergüenza, igual que los últimos 20 años, con ridículos espantosos, como el año de Rodolfo Chikilicuatre. La última vez que lo seguí fue en 1990, cuando ganó Insieme, con Toto Cutugno. Por cierto, Ucrania nunca tendría que haber participado. Su canción es un cero patatero.

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