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Música

Calamaro convierte en su cancha el Auditorium y desata la pasión

El músico argentino se reencontró con Mallorca ocho años después

Andrés Calamaro, el pasado sábado al inicio de su concierto en el Auditorium de Palma GUILLEM BOSCH

El Auditorium fue territorio argentino en la noche del pasado sábado. Poco le faltó para llenarse, pero no hizo falta para que se montara una buena, de esas que no se olvidan. Brazos en alto, cánticos y una poderosa y contagiosa voz que conquistó a todos y todas las presentes, la del inoxidable Andrés Calamaro.

La tercera parada de la gira española de Andrelo, como le gritan sus fans, llegó a Palma tras arrancar el pasado día 14 en El Ejido y cinco días después en Valencia. Su esperado concierto comenzó con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, las 21 horas, y lo hizo con Bohemio, “un deseo a destiempo” que “también es necesidad” y que abre su último trabajo, Dios los cría. Como dice una de sus grandes canciones, el Cantante de pelo rebelde y gafas de sol perpetuas brindó a su parroquia “lo mejor de su repertorio”, con sus “momentos malos y sus cosas buenas”. Tuyo siempre, El salmón, Estadio Azteca, Media Verónica y tantas otras enloquecieron a los espectadores, la mayoría argentinos, todos rendidos a su magia y ejecución, que fue brillante. Como también lo fueron sus discursos entre tema y tema, algunos breves otros más extensos, sobre el rey emérito, que ya está en España, sobre su gran amigo Bunbury, a quien le dedicó una canción, sobre Mallorca y los turistas, sobre las mujeres, sobre Maradona, sobre sus músicos… ¡y qué músicos!

Calamaro no defraudó a su parroquia GUILLEM BOSCH

Julian JK en la guitarra, Martin Bruhn a la batería, Germán GW en los teclados y Mariano Domínguez en el bajo cubrieron a Calamaro en todo momento, que no solo cantó, también posó, con ese estilo tan característico suyo, medio echado para adelante, se puso al teclado y hasta se animó a bailar con una seguidora a la que invitó a subirse al escenario. Tiempo hacía que la estrella bonaerense no actuaba en Mallorca, ocho años, desde que lo hiciera en Porreres, y visto lo visto quien le ama y desea no le perdonará otra ausencia tan larga.

No solo el público se lo pasó pipa. Calamaro también se divirtió, de aquí para allá, del micro al teclado, y de ahí a las primeras butacas, saludando a izquierda y derecha. Elegancia, fraseo, dominio. “Lo importante es gustarse”, dijo en cierta ocasión este maestro cantor, y si gustas, mucho mejor.

El público disfrutó y cantó todas y cada una de las canciones Gabi Rodas

Platea, al inicio del concierto, todavía con el público sentado GUILLEM BOSCH

En el ecuador del recital, la pasión ya estaba desatada Gabi Rodas

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