Diario de Mallorca

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MÚSICA CRÍTICA

Fragmentos de ópera: me lo cantó Pérez

Fragmentos de ópera

Auditorium de Palma

★★★★ ½


Orquestra Simfònica de Balears

Ailyn Pérez, soprano. Pablo Mielgo, director. 05-05-22

El recital que nos ofreció el pasado jueves la soprano Ailyn Pérez, junto a la Simfònica en el Auditòrium de Palma (con repetición en Manacor al día siguiente), pasará a la historia como la mejor sesión de canto lírico que hemos podido escuchar en la isla durante esta temporada. Y diría que en mucho tiempo. La manera de decir, de cantar, de seducir con la voz que tiene la cantante de Chicago, de origen mejicano, es enorme. ¡Cómo pasa de los graves a los agudos! Y, sobre todo, ¡cómo enlaza los delicados pianísimos con esos momentos más arrebatadores de algunas de las arias! Deliciosamente, de forma perfecta. Lo comentamos con Bárbara Durán en el intermedio. «Extraordinaria, del todo fuera de lo común», fueron las palabras de la musicóloga, a las que podemos añadir los comentarios de alguno de los músicos de la orquesta, como Roberto Moragón, para quien la soprano «posee la delicadeza de la Caballé».

Ailyn Pérez es una cantante sabia, pues dosifica las propuestas, pero a la vez es también arriesgada, ya que en un mismo programa introduce varios elementos de dificultad extrema. Y no solamente por la tesitura o por el sobre agudo, no, la dificultad está en el fraseo, en la elegancia, en el saber decir y cantar y que se entienda lo que dices o cantas.

De qué manera cantó esa joya de la ópera francesa que es Adieu notre petite table de Massenet, o el Ave María de Verdi, por citar solamente dos ejemplos. Momentos excelsos, llenos de música y técnica. Y es que eso no se consigue si no se posee un instrumento vocal de primer orden, una técnica muy depurada y una musicalidad extrema.

Y, además, todo ello unido a un saber conectar con el auditorio de forma única. Cosa que llevó a la cantante a tener que añadir dos propinas fuera de programa: nada menos que el famoso bolero de la mejicana Consuelo Velázquez, Bésame mucho y la siempre agradecida Tarántula de la zarzuela La tempranica de Gerónimo Giménez.

Y, en todo ese buen hacer, ¿qué decir de la orquesta? Pues también todo lo mejor: que acompañó con maestría a la soprano e interpretó sus momentos en solitario con muy buen hacer. Especial atención merece la Meditation de la ópera Thais de Massenet en la que el concertino Smerald Spahiu tocó de forma delicada el inspirado solo.

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