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Yayo Herrero: «La cultura y la economía hegemónicas le han declarado la guerra a la vida»

La antropóloga ecofeminista fue ponente del programa Zona de Contacto, que organiza es Baluard Museu

Yayo Herrero, pionera del movimiento ‘La vida en el centro’, en es Baluard. B. Ramon

Yayo Herrero ha imaginado en es Baluard «los imposibles». Lo hizo este viernes con quienes se inscribieron en el módulo de ecologismos del programa Zona de Contacto, que el museo palmesano desarrolla durante este primer semestre con conferenciantes de reconocido prestigio. Para la antropóloga y ecofeminista, una de las pioneras del movimiento social La vida en el centro, «nos encontramos en un momento en el que la cultura y la economía hegemónicas le han declarado la guerra a la vida». Por ello «es preciso imaginar cómo construir una alternativa que no destruya lo que aún nos queda, un mundo en el que no continúe el crecimiento en gasto energético, de minerales y otros recursos, así como la generación de residuos».

Existe una única opción, según la especialista: «construir políticas, economías y culturas capaces de garantizar condiciones de vida absolutamente dignas para todos y todas». A eso se refiere al poner la vida en el centro, «algo que es imposible, una provocación, en el modelo económico dominante, que dice que no hay nada posible fuera del capitalismo, el único que puede satisfacer las necesidades de la gente».

Por el contrario, la apuesta del ecofeminismo pasa por ligar la vida a la naturaleza, debido a que «somos ecodependientes, pese a que nos hemos desgajado de ella en los últimos siglos», lamenta. Los seres humanos también son interdependientes, como añade Herrero en referencia al trabajo «que garantiza las condiciones de existencia y que a lo largo de la historia ha sido realizado sobre todo por mujeres. No es porque estemos mejor dotadas genéticamente para hacerlo, sino por una imposición del patriarcado, que lo asignó mayoritariamente a las mujeres de forma no libre».

Por este motivo, entre otros, la ponente del tema Ecologismos, imaginar los imposibles afirma que «la individualidad es solo una fantasía, un invento cultural en el que se encuentra la esencia del patriarcado», según su punto de vista. Argumenta que «el sujeto patriarcal se considera a sí mismo independiente de la naturaleza, del resto de los seres humanos e incluso de su propio cuerpo, ya que hay otras personas que se ocupan de su comida, su ropa y su atención, por lo que ni siquiera tiene que ocuparse de sí mismo». Dicha fantasía «solo se sostiene en la medida en que existen otros seres humanos o territorios que se encargan de mantener esta vida mientras permanecen ocultos en lugares invisibles».

Lucidez en pandemia

El jueves, el día previo al módulo con los inscritos, Herrero ofreció en es Baluard la conferencia Los cinco elementos: alfabetización ecológica en tiempos de crisis y ayer por la tarde acudió al IES de Manacor para conversar con sus alumnos sobre cómo afrontar la emergencia climática. Lo avanza en su libro titulado igual que la ponencia y lo resume en que es «necesario ver que el mundo se está desangrando y solo hay una manera de revertir las profundas crisis que estamos atravesando: que la vida conecte de nuevo con la naturaleza». Aunque los seres humanos se creen superiores a ella, «algo muy específico de la cultura occidental», la experta considera que «la pandemia ha permitido tener una especie de momento de lucidez».

Hace referencia a que «en cada crisis o conflicto surgen procesos que de repente iluminan algo y provocan que mucha gente vea lo que está oculto. Al disminuir esos acontecimientos, se suele volver al estado anterior, pero también están quienes han cambiado el chip», argumenta en cuanto a la mayor concienciación ambiental que trajo el confinamiento por la covid. De todos modos, reconoce que «cambiarnos el chip de forma generalizada lleva mucho tiempo y tiene su dificultad. Es normal que haya tirones, idas y venidas, aunque lo importante es trabajar en ello porque el decrecimiento material de la economía no es una opción política, es simplemente un hecho», advierte.

La especialista pone sobre la mesa dos alternativas para elegir cómo afrontar el «incontestable dato» de que los recursos se están acabando debido a que «hemos superado los límites en energía, materiales, minerales, el agua y las posibilidades de emitir todo tipo de residuos». La primera es «un decrecimiento que se base en el fascismo territorial, es decir, que los sectores de población que están protegidos por los poderes económico, político y militar no dejen de mantener su estilo de vida disparatado a costa del resto de gente, que queda fuera».

Recuerda que «es la fórmula a la que nos dirigimos si no se hace nada», aunque su opción es una basada en tres principios: «El de suficiencia, que la humanidad aprenda a vivir con lo suficiente, que para unos es un derecho y para otros, una obligación; el del reparto equitativo de la riqueza y las citadas obligaciones; y el de los cuidados como faro de la vida en común. Tienen que orientar las políticas públicas para lograr el sostenimiento de la humanidad».

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