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Bueno, lo de los cinco movimientos es un decir, pues la Quinta de Beethoven tiene cuatro, los dos últimos enlazados entre sí. Pero como que el director enlazó la Obertura Coriolano del mismo compositor con las cuatro notas más populares de la historia de la música (ta, ta, ta, tá), por este motivo podemos hablar de una composición en cinco tiempos.
Coriolano es, en sí misma, más que una Obertura, es un breve Poema sinfónico en el que Beethoven nos muestra en diez minutos como el héroe romano pasa del éxito al drama, con suicidio incluido. El Coriolano de Beethoven vence, duda, llora y muere. Y así lo entendió Bernat Quetglas, que a través de la Orquestra de Cambra de Mallorca enfatizó en esos aspectos a través de una dirección firme y contundente. Y es que su formación, que cumple cinco años, ha ido creciendo con el director hasta llegar a tener un nivel muy destacable.
Y como decíamos antes, sin pausa, el héroe de la Roma imperial se convirtió, a través de la Sinfonía número 5, en otro héroe, intemporal, el que es primero víctima para pasar luego a vencedor de su destino. Las cuatro notas que señalan el destino y que podrían parecer marcar un desenlace final, por arte de la música y a través de jugar con los temas, sus variaciones y sus marchas triunfales, acaban venciendo y convenciendo. Por eso Beethoven es un referente universal, pues sabe pasar, como ningún otro compositor, de la duda, al drama para luego acabar con una victoria contundente.
Convencer, buen verbo para aplicar a esa versión que la OCM realizó en ese su primer concierto de temporada estable en el Teatre de Inca. Una temporada que promete ser, como Coriolano, atrevida y firme. Pero eso sí, con mejor desenlace.
