Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

36 Edición de los Premios Goya
Daniel Monzón Cineasta

"Todo el mundo nos dice que somos los grandes triunfadores de los Goya"

El director y coguionista de 'Las leyes de la frontera', película que ganó cinco de los seis 'cabezones' a los que aspiraba, afirma que su cinta "está cuajando y conmoviendo de forma universal"

Daniel Monzón, a la derecha, y Jorge Guerricaechevarría Jorge Gil / Europa Press

5 de 6. ¿Ni en el mejor de sus sueños? 

Estoy muy contento y satisfecho. Que tuviéramos seis nominaciones y ganáramos cinco premios Goya refrenda claramente que la película le ha gustado mucho a la Academia. Siempre alegra el reconocimiento de tus compañeros, entre los que hay gente que admiro profundamente.

¿Qué fue lo primero que sintió una vez concluida la gala?

Todo el mundo nos dijo que éramos los grandes triunfadores de la noche. Fue algo sorpresivo, y más aun con la manera en que empezó, con un ritmo y una intensidad… A nadie le amarga un dulce pero el gran premio siempre es que la película le llegue al espectador. 

Con Las leyes de la frontera ha vuelto a dar en la diana, las cifras de espectadores así lo corroboran.

Sí, en este sentido Las leyes de la frontera es una película que ha llegado a millones de espectadores en todo el mundo desde que se estrenó en Netflix. En ese momento, explotó. Estuvo 20 días en los primeros puestos en España y desde la primera semana, y eso me sorprendió, se puso en el segundo lugar de las más vistas internacionalmente. ¡Tengo una crítica excelente del New York Times! Es verdad que yo hago las películas pensando para que la gente las disfrute en la sala, porque es una experiencia inmersiva que no tiene parangón, pero hay que reconocer que lo que te proporciona ese estreno simultáneo mundial en una plataforma como Netflix es algo extraordinario. Me dicen que roza ya los 20 millones. Es una película que conmueve. La gente que me encuentro por la calle me felicita y me dice que le produce un nudo en la garganta. Como Celda 211 o El niño, también ha arraigado.

¿Por qué cree que conecta tan bien con el público?

Un espectador con una edad similar a la mía encuentra en ella un viaje a la adolescencia y a la infancia, a las pulsiones emocionales de esa etapa de tu vida. Internacionalmente me he dado cuenta que conecta de una forma universal, por lo que significa ser adolescente y sobre todo, lo que significa la intensidad del primer amor, cómo te llega y lo que estarías dispuesto a hacer por ese primer amor. Algo que se entiende en todo el mundo, en cualquier lenguaje, ya sea en Estados Unidos o Mauritania. Mirando los ránkings, para saber dónde había entrado más fuerte, he visto cómo ha cuajado en Francia, Luxemburgo, Alemania, España, evidentemente, pero también Chipre, Nueva Zelanda, Marruecos… Ha llegado a todos lados. El público cincuentón recupera su adolescencia con la película, pero los jóvenes se ve directamente reflejado en las actitudes y pulsiones emocionales de sus protagonistas, enfrentados a la angustia de la adolescencia.

¿La Palma quinqui de los 80 está detrás de la película?

Sí, sin duda. Yo viví en Eusebio Estada, donde acababa la ciudad, cuando aquello todavía era un descampado, y desde mi ventana veía cómo se movían los quinquis, con una mirada, la mía, entre el terror y la fascinación. Era gente muy distinta a mí, yo quería conservar las normas, y ellos vivían de una manera como que había una promesa de aventura. Sus vidas eran muy duras y desgraciadas pero se movían con una anarquía y una búsqueda de la libertad que desde el otro lado de la frontera resultaba muy fascinante. 

Daniel Monzón kai forsterling

¿Reconoce la Palma actual, víctima del turismo y la gentrificación?

No. La propia calle en la que yo me crié ha cambiado mucho. Tengo que hacer un esfuerzo para recordar cómo era todo aquello. España ha cambiado mucho desde los 70, por lo menos de una forma cosmética. La película habla de esa diferencia, de cómo España ha sido maquillada, retocada, de alguna manera ha ganado en muchas cosas, en calidad de vida, salubridad, pero quizá ha perdido en autenticidad , en alma, en cosas que eran muy genuinas. 

Sus primeras palabras al recoger el Goya al mejor guion adaptado fueron para Agustí Villaronga. 

En la gala de los Goya estuvimos charlando un rato, de varias cosas, pero no de las nominaciones. El Goya de mejor guion adaptado me hacía mucha ilusión, al ser personalizado, es decir, que lo podía recoger yo en persona, y que además es una categoría muy importante, pero tenía ese puntito de amargura, porque también estaba ahí Agustí. Evidentemente lo primero que se me ocurrió fue enviarle un beso, a un amigo y sobre todo a un cineasta extraordinario, uno de los más importantes del cine europeo de las últimas décadas. 

¿A qué hora se acostó? 

Casi te diría que ni me he acostado. Estuve con el equipo celebrándolo y cuando me di cuenta ya estaba amaneciendo. 

«Mi sueño no es la alfombra roja, sino que me sigan dejando hacer el cine que me gusta», nos decía hace siete años, cuando presentaba El niño. ¿Premios como los de los Goya o los Gaudí, que se entregan el próximo 6 de marzo, ayudan a hacer ese camino?

Por supuesto. Uno no hace las películas pensando en los premios o buscándolos, sería un error. Yo me dedico a contar historias que me apasionan, eso es lo que me mueve. Pero sí es cierto que si de vez en cuando estás en esa terna afianza esa sensación como de prestigio que llama la atención de los productores. 

Usted no se quejará. Entre Celda 211, El niño y Las leyes de la frontera acumula 17 premios. ¿Qué les da a los académicos? 

No me quejo en absoluto. De hecho mi primera nominación, la de director novel, vino con mi primera película, El corazón del guerrero, en el año 2000. Al fin y al cabo los académicos también son público. Hasta ahora es verdad, y toco madera, que un buen número de las películas que he hecho han conseguido el favor del público y de la Academia. 

¿Se emocionó, se conmovió usted al ver El buen patrón, elegida la mejor película de los Goya 2022? 

La película que más me gusta de Fernando León de Aranoa es la de su debut, Familia (1996), una fábula con muchísimo humor. Y de alguna manera, El buen patrón me recuerda, en esa comedia, también de fábula, con humor negro, con ese toque de comedia, donde Fernando es un maestro, me lleva bastante a Familia. La crítica social que quieres hacer siempre entra mejor si la planteas desde el humor. La gran brillantez de El buen patrón es ese sentido de la farsa. Y ya que el sábado estábamos cerrando el Año Berlanga y los Goya se celebraban en Valencia, no es que El buen patrón sea una película berlanguiana pero algo de ese vitriolo que tenía el último Berlanga creo que lo comparte la película de Fernando. 

En redes dicen que la gala fue aburrido. Mejor no le pido por eso. 

El arranque de la gala, que fue cuando empezamos a ganar muchos premios seguidos, lo viví con una sensación de velocidad... (risas). Es posible que se llegara a estancar un poco pero no soy el más adecuado para juzgar la gala. 

Compartir el artículo

stats