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CON CIENCIA

Piroptosis

Imagen de microscopio electrónico de los poros en la bacteria Runella. | SCIENCE

Ahora que la amenaza de los virus y los medios de que dispone nuestro organismo para luchar contra ellos han pasado a ser, por culpa de la covid-19, parte del lenguaje popular, el interés por el sistema inmune humano y las posibilidades de ayudarle a que actúe contra las infecciones víricas han llevado a que noticias tenidas por lo común como reservadas para la comunidad científica se abran paso en la prensa generalista. La carrera por obtener vacunas contra el SARS-CoV-2, y la aparición de nuevas estrategias que ha conducido desde el uso de virus atenuados a las vacunas de RNA han ocupado muchas páginas en los diarios. Querría seguir por una línea semejante al comentar un hallazgo científico publicado en la revista Science por el equipo de Philip Kranzusch, microbiólogo de la Harvard Medical School (Boston, Massachusetts, Estados Unidos), en colaboración con el de Rotem Sorek del Instituto de Ciencias Weizmann (Rehovot, Israel). Kranzusch, Sorek y colaboradores han estudiado el origen evolutivo de uno de los mecanismos que intervienen en la respuesta del sistema inmune contra las infecciones víricas: las gasderminas, unas proteínas que inducen la piroptosis.

La piroptosis es la muerte celular que aparece cuando las gasderminas forman grandes poros en las membranas de las células humanas —y de los mamíferos, en general— para permitir la liberación de las moléculas inmunitarias. Esos poros provocan que la célula se rompa y muera, como daño colateral (por llamarlo de alguna manera) de la actuación del sistema inmune contra los agentes infecciosos o contra los tumores malignos.

Kranzusch, Sorek y sus colaboradores examinaron en su trabajo diversas secciones de los genomas bacterianos que codifican a su vez sistemas defensivos contra los virus invasores —fagos— identificando, para sorpresa de quienes piensen en la distancia genética enorme que existe entre las bacterias y los mamíferos, hasta 50 secuencias genéticas muy similares a las que codifican las gasderminas del organismo humano. El mecanismo es el mismo: proteínas que llevan a la formación de poros permitiendo la liberación de las moléculas que combaten al invasor. La secuenciación genética de los equivalentes bacterianos de las gasderminas ha revelado que forman un grupo evolutivo —un clado— distinto al de los mamíferos pero con un origen común. Ese hecho significa que los mecanismos que combaten por esa vía a los virus son homólogos y no análogos, es decir, evolucionaron antes de que aparecieran las células eucariotas (con núcleo) propias de animales, plantas, hongos y protistas, y pasaron a todos esos reinos aunque con cambios evolutivos posteriores. Por lo que hace a la lucha contra los virus, somos herederos de las bacterias.

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