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OPINIÓN

El olvidado Cela define el siglo XX mallorquín

Camilo José Cela.

El hoy olvidado Camilo José Cela define el siglo XX mallorquín con su energía mastodóntica. Desde los Papeles de Son Armadans hasta el Foro Formentor, su vórtice atrajo a las inteligencias preclaras del planeta. Sin olvidar su labor de interlocutor y anfitrión palmesano de Tristan Tzara o Américo Castro. Ni la bagatela de que fue premiado con el Nobel en 1989, tras cuatro décadas de residencia ininterrumpida en la isla.

Cela es más importante para Mallorca que la suma de Chopin y Graves. Un Govern mediocre también en lo cultural no puede estrangular esta evidencia, que recibirá el contraste científico en cuanto los historiadores pesemeros dejen de recontar las fanegas de trigo. No puede predicarse un Cela esterilizado. Al ser nombrado catedrático de la Universitat en 1980, fue recibido por los lógicos abucheos del nacionalismo levantisco, hasta ahí llegaba su papel de encrucijada. Su resurrección merecería hoy una escueta nota de prensa de los responsables culturales, que están demasiado ocupados leyendo tuits.

La obra de Cela tendría el mismo efecto en los políticos que lo omiten que en un oso panda. La pérdida vergonzosa de su casa preludiaba una cultura folklórica y mediocre, que se siente justificada por su formato tecnológico. Cancioncillas, mucha ilustración, documentalismo anfetamínico y cortos, lo más cortos posible porque la subvención será la misma. Comparen el Foro de Cela con los festivaluchos que anuncian a figurillas de tercera, que ni siquiera se dignan en personarse. O con un Govern reunido cada día en foretes con empresarios que desenfundan su pistola en cuanto oyen la palabra libro. El mejor homenaje que puede hacerle la Mallorca actual a Cela es olvidarlo.

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