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CINE CRÍTICA

Maestro en fugas en clave excesiva

Un fotograma de la película ‘Pájaros enjaulados’. ASCOT ELITE

Muerte o libertad. Esta podría ser la proclama de Walter Stürm, uno de los dos protagonistas, reales, de Pájaros enjaulados. La traducción del título original alemán de la película es, precisamente, ‘Hasta que estemos muertos o libres’. Stürm se convirtió en los años 70 y 80 del pasado siglo en el rey de las fugas. Se escapó muchas veces de la cárcel, volvió a ella y volvió a fugarse. La izquierda radical suiza empezó a congeniar con él cuando realizó una huelga de hambre y por su forma de burlarse de la ley. Entre las capas más populares era considerado algo así como un moderno Robin Hood. Pero el filme no es un biopic de Stürm, sino que narra su relación con Barbara Hug, la abogada que le defendió en repetidas ocasiones. Todo en Pájaros enjaulados está llevado al límite, con un estilo enfático de cámara y de actuación. Dadas las características de los dos personajes, en alguna secuencia este exceso llega a funcionar: Stürm tenía algo de payaso en la escenificación de sus actos, como queda atestiguado en la secuencia de la primera fuga en plena manifestación juvenil en la calle, mientras que Hug, enferma crónica de un riñón, declamaba de manera histriónica en los juzgados. Hay un punto de descontrol en las interpretaciones que sobrepasa a veces a los propios personajes. El director también agita la coctelera visual más de la cuenta para contarnos esta historia paroxística.

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