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Entrevista

«No escribiré de política, aquello que ya conozco no me interesa»

La menorquina regresa a las letras con la galardonada ‘El país de l’altra riba’

Maite Salord.

Maite Salord agradece las buenas críticas que recibe de El país de l’altra riba, la novela con la que ha ganado el Premi Proa de novela en lengua catalana. «Cuando llega al lector, ya pierdes el control y no sabes qué puede pasar», comenta sobre su obra, que salió a la venta ayer. En el libro se narran dos historias conectadas entre ellas aunque en tiempos y espacios diferentes. Una, en la ciudad de Argel a mitad del siglo pasado, y otra en Barcelona, entre 2003 y 2013, con Menorca y una familia como nexo.

¿El Premi Proa es la constatación de que abandonar la política para dedicarse a escribir fue acertado?

Creo que es bueno escucharse a uno mismo y en este momento yo sentía que mi vida política, después de 16 años, ya tenía que dar paso a otras cosas como la escritura, volver a la docencia y recuperar ese espacio que había perdido, más privado. La dedicación política va ligada a una actividad que muchas veces es difícil hacer compatible con las otras. Fue una decisión meditada y acertada y, además, con este Premi Proa no hay mejor manera de volver a las letras, después de siete años sin publicar.

Era una novela que había comenzado hace años...

La empecé en 2014, justo antes de publicar L’alè de les cendres, y es una novela que ha tenido un ritmo de escritura muy lento y muy irregular. Tenía una parte hecha, pero del 2015 a 2019, sobre todo en los años de presidencia del Consell, prácticamente no escribí, la novela no avanzaba. Ha sido en los últimos años, principalmente en los últimos meses, que la he terminado. También es verdad que al final ha salido con una cierta fluidez y eso me hace pensar que me acompañaba y que el hecho de ir pensando me hizo saber qué era exactamente lo que quería explicar, lo esencial.

Aplica dos tipos de narración, una en tercera persona y otra en primera. ¿Por qué?

Son dos hilos narrativos con dos espacios temporales diferentes, que se complementan. El primero hace referencia a la emigración menorquina a Argel, sobre todo la emigración que fundó la población de Fort de l’Eau, y que liga con la Segunda Guerra Mundial y con este abuelo y nieto judíos que llegan a Argel. Y luego hay otro más actual, que empieza con las manifestaciones contra la guerra en Irak, que también tiene dos tiempos, en 2003 y 2013, que es una visión del pasado desde la actualidad. Es un tema que me gusta mucho en las novelas, conectar pasado y presente, porque creo que en la vida deberían estarlo, porque es muy peligroso olvidar el pasado y muchas veces tendemos a pensar que lo que vivimos es único, y cuando miras atrás ves que emigraciones y conflictos bélicos, los ha habido y muy importantes.

En las dos historias hay un sentimiento de melancolía, por la familia perdida, por la tierra abandonada...

La historia de Alfred y Daniel Gold es dura. Ellos llegan a Argel huyendo del nazismo y es evidente que su situación es de derrota... El tema de la identidad, que es importante en la novela, lo he querido explicar a partir de una manera muy humana. Es cierto que todos los personajes van y vienen, dejan mucha vida detrás, pero no son desarraigados, porque siempre encuentran quien les quiera y quien les apoye y ayude. En el caso de Daniel, encuentra a Michel Bisset, a Isabel... Es evidente que lo que ha vivido no se olvida, pero es verdad que puedes construir una vida al lado de esas personas que te quieren.

Trata cuestiones como el exilio, la guerra, el nazismo, el amor, incluso la precariedad laboral y destrucción del territorio. ¿Tenía claro desde un principio que los incluiría?

Cuando comienzo una novela tengo las cosas básicas claras, pero también me gusta dejarme ir y que la novela siga su curso... Y a veces me lleva a lugares que no había pensado. Me gusta explicar historias a través de los personajes, la historia que explican los libros no me interesa, sencillamente es un telón de fondo, evidentemente tiene que ser coherente y verosímil. Lo que tiene que fluir es la vida, con mayúsculas, con total y absoluta sinceridad, y la vida son todos estos temas. En último lugar lo podríamos reducir a las relaciones humanas, entre personas, cómo nos explicamos a nosotros mismos, qué escondemos de nosotros... Y a partir de aquí se construyen los personajes y aparecen estos temas.

Aunque sea de telón de fondo, la novela ha implicado mucho trabajo de documentación.

Hay trabajo. Tengo que admitir que la pandemia, que ha sido tan negativa en tantos aspectos y tan dolorosa, en mi caso me permitió poder tener un poco más de tiempo y, añadido a la necesidad de tener que desconectar de la gestión política, de un tema tan duro, hizo que pudiera dedicarme a la bibliografía que tenía sobre la mesa, la mayoría en francés. Me lo propuse como un trabajo para poder desconectar y a la vez me fui enganchando a la novela. Agradezco el trabajo del historiador Jean-Jacques Jordi, descendiente de menorquines de Fort de l’Eau, también los estudios de Marta Marfany, claves para entender la emigración a Argel de los menorquines... He leído muchísimo. Y también me han servido mucho las Crónicas argelinas de Albert Camus, para captar esa parte más humana, sobre cómo se vivía en ese momento. La parte histórica la he puesto siempre al servicio de los personajes. De hecho hay una cita de Camus que encabeza la novela: «El escritor no se puede poner al servicio de los que hacen la historia: está al servicio de los que la sufren».

¿Echa de menos la política?

No, no. Me fue bien cuando dejé la política, el 30 de junio, porque esta novela no estaba acabada, ni mucho menos, y tenía ganas de presentarla al premio, porque después de siete años valoraba mucho poder tener la opinión del jurado. Y es verdad que veía casi imposible acabar, pero el ritmo de trabajo al que estaba acostumbrada como política, con horarios eternos, me sirvió para poder acabar la novela.

¿El mundo de la política no le inspira para una novela?

Es curioso porque, desde siempre, los alumnos me dicen que cuándo publicaré una novela sobre ellos. Y les digo que nunca. Y de la política, igual. Aquello que ya conozco no me interesa, que no quiere decir que algún día salga alguna cosa, pero hasta ahora no han sido temas que me motivasen.

¿Y cómo ve la política ahora?

Cuando me fui ya lo dije, no estaré dentro de la política activa, no gestionaré, pero es evidente que en el día a día de Menorca estoy, y esta parte política no la he abandonado nunca. La implicación con Menorca la continuaré teniendo y desde donde ahora estoy situada, no en cargos públicos, si puedo ayudar, lo haré siempre. Estamos viviendo momentos que no son fáciles, como tantos otros, pero por suerte tenemos personas al frente dispuestas a hacer esta gestión.

¿Tiene otros proyectos, más novelas?

Cuando publico una novela, ya tengo otra comenzada, aunque solo sea una idea o tres folios. Que es lo que tengo ahora [ríe]. Necesito tener otra cuando me quitan una de las manos. Cuando haya pasado todo este arranque de la publicación y la promoción de la novela, me podré dedicar a ello, que es lo que quiero.

¿Puede avanzar algo?

No, porque la acabo de comezar y El país de l’altra riba comenzó en Fort de l’Eau y mira dónde ha acabado, rodando por Europa y por todo... No sé qué puede pasar.

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